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miércoles, 8 de julio de 2009

La nueva ciencia de la ingeniería social.

Aunque no se imparte en las universidades ni en ningún centro de enseñanza reglado, la gran mayoría de los gobiernos del mundo hoy en día tienen expertos y asesores en esta materia, incluso son altos cargos o los mismos presidentes de los estados quienes son auténticos eruditos en esta materia. Para el aprendizaje y la aplicación no se requiere una inteligencia privilegiada, basta con ser un gran manipulador, mentiroso, y por supuesto, no tener principios, moral o escrúpulos.

Los seguidores de esta ingeniería la aplican globalmente en todas las decisiones y actuaciones, convirtiéndose en un método o en un modelo de gobierno característico que sigue unos patrones muy concretos. La ingeniería social abarca tanto las técnicas de manipulación de masas como los métodos necesarios para alcanzar los objetivos, ya sean colectivos o individuales. Estos objetivos son dos: Alcanzar el poder y permanecer en él  el mayor tiempo posible.

En función de la destreza para ocultar su aplicación y el uso de sus técnicas pueden distinguirse dos patrones de gobierno bien diferenciados: Se conocerán como gobiernos populistas o de repúblicas bananeras a aquellos que no sean capaces de ocultar su uso, en caso contrario, recibirá el nombre de conservadores, socialistass, comunistas ecologista progresistaa, etc... Esto es posible gracias a que esta ciencia bien aplicada, conlleva que un partido político o dirigente aparezca ante la sociedad con una imagen de diseñ, que sea capáz de atraer un buen numero de personas que se identifiquen con ella. En realidad, esta aparente ideología no será más que una fachada que ocultará las verdaderas intenciones y objetivos, buena prueba de ello es que el político o presidente que pone en practica la ingenieria social, suele caer en muchas contradicciones en lo que se refiere a su ideario político.

Para darnos cuenta que estamos ante practicantes de la ingeniería social solo tenemos que ser observadores y fijarnos en las actuaciones de los gobiernos o dirigentes que la ponen en práctica, ya que sigue unos patrones concretos. Ejemplos claros son los que toman decisiones planificadas o aplicadas a corto plazo, sin tener en cuenta las consecuencias en el futuro, los que hacen leyes o toman decisiones teniendo en cuenta los tiempos electorales, o los que aplican medidas y decisiones flexibles en función de determinadas circunstancias; tales como encuestas, comentarios periodísticos o la respuesta de la sociedad ante “globos sonda”. Esta forma de gobernar es común a todos los gobiernos cuyos miembros, partidos políticos o dirigentes practican la ingeniería social.

En cuanto a las personas que aplican las técnicas, hay tres grupos bien diferenciados:

1.-Los asesores: En su mayoría personas astutas e inteligentes que trabajan en la sombra.
2.-Los Asesorados: Títeres al servicio de otros.
3.-Los dirigentes: Tiene una capacidad innata para poner en marcha la ingeniería social.
4.-Los dirigentes asesorados: Altos cargos o presidentes de estado asesorados por expertos en ingeniería social que a su vez también son expertos en esta materia.

El grupo uno y dos son de una peligrosidad limitada y no nos vamos a ocupar de ellos de momento. Por contra los grupos tres y cuatro son más peligrosos debido a los puestos que ocupan en la sociedad.

Las personas englobadas en el grupo tres pueden llegar a ser letales para una democracia, ya que son los que con más facilidad acaban en el totalitarismo. Es por ello que hay que saber cuando estamos frente a uno de estos sujetos.
Suelen presentarse dando una imagen de salva-patrias, iluminados o líderes natos, y acaban convirtiéndose en lo que realmente son; unos déspotas y dictadores. Llegan como moderados, ya sea de izquierdas o de derechas, pero acaban siempre en un extremo. Saben mentir muy bien, no porque lo hayan aprendo o sean buenos actores, que de esto también hay una parte, sino porque se creen sus propias mentiras. Se aferran a su ideología como si se tratase de una religión. Por su carácter sectario tienen tendencia a demonizar a sus adversarios políticos. Para ello elaboran meditadas estrategias y maquinaciones e intentan por todos los medios a su alcance poner en contra de la opinión pública a sus opositores. No tiene reparo, si es necesario, en utilizar medios de comunicación a los que acaban controlando o recursos y poderes del estado, que que acaba al final, por desintegrar el propio estado y la democracia.
Su discurso suele ser una jerga cargada de palabras muy rebuscadas pero vacías de contenido real, un discurso lleno de emotividad, catastrofismo y teatralidad. En el ejercicio de sus funciones siempre se apropiaran de los logros ajenos y acusan a los demás de sus errores, siempre será otro el culpable cuando las cosas vayan mal. Como políticos son mediocres, irresponsables y demagogos, y su objetivo será, como he indicado antes, mantener su trasero sentado en el sillón de un parlamento, diputación o cualquier estamento de poder que ocupen. Por su carácter y objetivos, nunca atienden el interés general o a las necesidades reales de la sociedad, sino que siempre atenderán aquellas necesidades que le pueden aportar votos. Nunca miden las consecuencias de sus actos de gobierno, salvo, claro está, en la perspectiva de mantener su puesto.

En cuanto al grupo cuatro, tenemos que sumar todo los dicho sobre el grupo tres y añadirle el asesoramiento. Gracias a esto se consigue que la aplicación de las técnicas quede oculta y no se evidencien los verdaderos objetivos, que en este caso serán colectivos.
Distinguirlos de un buen político, en ocasiones pude ser un trabajo de detectives, pero siempre hay rasgos que evidencian que estamos ante un grupo de personas que practican la ingeniería social, También conocido como partido político. Uno de estos indicios es que sus líderes colocar las manos de una forma determinada al hablar en público. La forma de colocarlas difiere dependiendo del asesor, pero siempre está muy elaborada y resulta antinatural. Unir los pulgares formando un triángulo con el resto de los dedos que miran hacia abajo, o levantar una mano enseñando la palma al público cuando se hace una afirmación que se desea parezca importante, son algunas de las muchas técnicas utilizadas, estos gestos suelen ser comunes a todos los del grupo, ya que comparten asesores.
La otra evidencia la podemos encontrar también es sus discursos, al igual que los del grupo tres, estos están cargados siempre de emotividad, pero se añade una buena carga de ideología y la palabrería es más elaborada. Se diferencian también de los del grupo tres en que son más comedidos en su teatralidad y dramatismo, recursos utilizados de forma mas inteligente. En sus discursos o mítines se suelen acompañar siempre de palmeros incondicionales, que perfectamente guiados aplauden en los momentos oportunos. Estos palmeros siempre ponen más énfasis y entusiasmo cuando les avisa el pilotito rojo de la cámara de televisión, indicándoles que están en directo o siendo grabados.
En cuanto un grupo consigue llevar a su líder al poder, lo primero que hace el líder es rodearse de un gabinete cuyos miembros jamás destaque más que el líder. Si hubiese alguno, éste debería pasar desapercibido y poner su inteligencia al servicio del líder, pero siempre en los subterráneos del estado. El resto deben ser como seguidores de una secta, todo lo que haga el líder estará bien. Estos también estarán asesorados con las mismas técnicas que al líder para dar así una imagen de conjunto.
Los ministros de un gobierno de este tipo deben ser siempre personas prescindibles, destinadas a asumir los posibles errores del líder, incluso sacrificándose políticamente si fuese necesario. En algunos casos serán la cara amable, en otra los tontos culpables, en otras los ejecutores, pero siempre serán los actores que harán todos los papeles que podrían poner en evidencia al líder.

Son muchos los recursos que los asesores de un gobierno tiene para poner a disposición de los intereses del grupo, algunos muy sofisticas. La cortina de humo, las promesa falsa, en definitiva, mil y una forma de manipular y engañar. Una de estas técnicas consiste en el desvío de la atención de la gente. Para ello se utilizan los medios de comunicación, poniendo a debate público temas intrascendentes pero de profundo calado social. Gracias a esto es posible que la gente le de más importancia al tema cebo, que a problemas más reales, como podrían ser el paro, el déficit público o una gestión pésima. Para estas cosas están los asesores y maquinadores.

En cuanto al perfil personal de los líderes pertenecientes al grupo cuatro cabe destacar que sulen ser personas, que antes de convertirse en líderes políticos, no tuvieron una trayectoria profesional exitosa o incluso no ejercieron profesión alguna. Por lo general realizaron alguna carrera universitarias durante las cual fueron representantes estudiantiles afiliados o simpatizantes de algún partido político. Después pasaron directamente a trabajar para el partido. Con el tiempo y poco a poco fueron escalando puestos a base de lamer las posaderas de sus predecesores y aplicando lo que iban aprendiendo de ellos. Seguramente, si no se hubiesen dedicado a la política, hubiesen sido unos mediocres en su profesión, porque lo único que destaca en ellos es su poder de manipulación. Todos ellos tiene una personalidad narcisista y cautivadora. Algo que les permite poder de convicción y carisma, cualidades necesarias para alcanzar el poder. Si después de terminar su carrera política consiguen puestos relevantes en bancos o consejos de administración, es en pago a los favores hechos mientras estaban en el poder, ya que buena parte de su mandato la destinan a labrarse na buena jubilación.

La implantación de la ingeniería social en todo el mundo es un hecho y ya no hay país en el mundo donde no se utilice y se practique. Esto es algo que ha perjudicado tanto la salud de la democracia, que se puede decir que está clínicamente muerta o en coma profundo. Luchar contra esta lacra es ya muy difícil, porque los principales difusores de la enfermedad somos todos. Cuando depositamos nuestro voto en una urna, no nos paramos a pensar en que medida está influida nuestra decisión por las técnicas de la ingeniería social en contra de nuestro sentido común.
No hay ideologías que sean una verdad absolutas, como no hay personas galantes de esa verdad, por tanto, no hay que votar por la ideología, es todo mentira, hay que votar con sentido común, descartando a todo aquel que diga que representa la verdad; en todo caso, sera su verdad, la que él se cree. Cuando entreguemos nuestro voto, hagámoslo a personas cuya trayectoria profesional sea brillante, que conozca y tenga relación con el puesto que vayan a ocupar, no por pertenecer a un partido político. Investigue, no se quede en la superficie, no se deje engatusar, no vaya a mítines. Si después de eso no hay ningún candidato que le convenza vote en blanco. Solo así la democracia podrá tomar su papel y servir para el bien común y no los intereses privados de unos pocos.

Nota: Si algún político o cargo público se ha sentido aludido por la lectura de este texto, lo mejor que puede hacer es dimitir.