Los dos sindicatos
mayoritarios en España, UGT y CCOO, tal y como los conocemos, puede que estén condenados a desaparecer. Una de las causas principales es que sus estructuras
están anticuadas y ya no sirven para resolver problemas laborales. Por otra parte, su
ideología, basada en la separación de clases, no tiene ningún sentido en
nuestros días, donde no existe esta biporalidad que pretenden mantener. Hoy, empresarios y
trabajadores luchan de la misma forma y en el mismo bando por
sobrevivir ante un sistema opresor, todavía más vil que aquellos
con los que los sindicatos lucharon antaño. Ahora los enemigos a
abatir son otros y no los sufridos emprendedores.
Por otro lado su manifiesta ineficacia en los últimos tiempos, les ha llevado a que,
ni con el gobierno socialista, ni con el actual, hallan sido capaces de
llegar ningún acuerdo que beneficiase a los trabajadores y evite los recortes; por el
contrario, han hecho y harán todo lo
que quieran con los derechos de los trabajadores sin que ellos lo
eviten.
En cuanto a su prestigio, no somos pocos los que
vemos ya a los sindicatos como una parte más de la casta parasitaria
que ronda entorno al poder. No olvidamos que el partido
socialista les ha pagado con buenas subvenciones para mantenerse
callados,
mientras congelaban las jubilaciones y alargaban la vida laboral, y eso les ha marcado.
mientras congelaban las jubilaciones y alargaban la vida laboral, y eso les ha marcado.
Pero como las desgracias nunca vienen nunca solas. El gobierno entrante , con su reforma, podría ser la puntilla que de fin a la hegemonía que estos sindicatos que han vivido de sus glorias pasadas. Si se aprueba dicha reforma laboral, se sumara el haber perdido ya una buena parte de esas subvenciones que hasta ahora habían
recibido, con la pérdida de influencia en muchas pequeñas y medianas empresas; al poder éstas configurar sus propios convenios. Entonces los sindicatos ya no serán
necesarios ni tenidos en cuenta a la hora de negociar. Tampoco es que en las grandes empresas su pre valencia este garantizada. El echo es que, casi todo su prestigio se perdió al ser cómplices de los EREs, y llevarse de ellos buenas
tajadas. Son demasiados deslices, y esto los sitúa en una
situación muy complicada ante la opinión pública y a la hora de captar nuevos sindicalistas. Por otra parte, su entramado de empresas y el hecho de despedir trabajadores cuando las cosas les van mal, da buena cuenta de cuales son sus verdaderos intereses.
Se puede decir que hace ya tiempo que todas las acciones que ha llevado a cabo, no son más que
para defender su propia existencia. El descrédito sufrido al
convertirse en clientes del gobierno de turno, especialmente del
anterior, con el que estaban vinculados ideológicamente, han
destapado su falta de principios y coherencia; pero no son las únicas
cosas que hacen desconfiar a los trabajadores de su gestión. Los
enormes sueldos de sus dirigentes y sus excesos; buenos restaurantes,
viajes y demás, han abierto los ojos a muchos, que no ven en ellos
unos iguales, sino una casta de privilegiados que abusa de su
posición.
Es una lástima que organizaciones, que
en otros tiempos, fueron columna vertebral de la sociedad civil,
caigan en este desprestigio, porque con ello, posiblemente, estén
poniendo punto final a su hegemonía en defensa de los derechos
laborales. Su falta de ecuanimidad a la hora de tratar los temas
laborales, les ha puesto en una situación bastante complicada, incluso para movilizar a sus incondicionales. Llenar de pintadas las calles y convocar
grandes masas, con banderas
anticonstitucionales y pancartas que cuestan una pasta, no son formas de resolver nada.
Estos sindicatos, acunados por los
gobiernos de turno, no representan a nadie más que así mismos. Por
decencia deberían renunciar a cualquier subvención de los
gobiernos, y dejarse de tanto negocio, para dedicarse a lo que
realmente importa, que es que las personas trabajen el menor tiempo
posible en cosas que no son agradables y, si lo tienen que hacer, que lo hagan en las mejores condiciones posibles.
El mundo ha cambiado. Las máquinas
hacen ahora los trabajos pesados. Y cada vez habrá menos trabajo; es
inevitable. Bajo estas bases, en donde ya no es necesaria
tanta mano de obra no cualificada, es donde deberían asentar estos
sindicatos sus bases, y comenzar desde cero, de otra manera solo será cuestión de tiempo que desaparezcan.
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