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sábado, 31 de mayo de 2014

Podemos y Pablo Iglesias


Aunque silenciosa, en el planeta Tierra se está librando una cruenta guerra. Dos adversarios luchan a muerte, uno es el sistema capitalista, el otro la especie humana. Es una guerra desigual y atípica, donde el bando que está ganado tiene un número de efectivos ínfimo comparado con su enemigo. La ventaja táctica que le está llevando a la victoria, no radica, aunque pudiese parecer, en los medios ilimitados de los que dispone, sino en la ignorancia del bando contrario, que ni siquiera sabe lo que está en guerra, y mucho menos, que está a punto de sucumbir.

Nadie sabe cuando comenzó, quizás con la creación del dinero, pude que con la aparición del primer banco, lo que sabemos con certeza, al menos los que somos conscientes de lo que sucede, es que el primer muerto fue la verdad. Con las primeras victorias del bando opresor, la verdad calló en el olvido y hasta ahora no se ha encontrado. Ya no sabemos quien miente y quien no; no nos fiamos unos de otros. Es una táctica como cualquier otra en una guerra. La primera oleada de bombas siempre es lanzada para destruir las comunicaciones del adversario; luego llega  propaganda para dividir y desmoralizar.

También, como sucede en cualquier guerra, los ganadores escriben la historia, y en esta, los escribas son, en su inmensa mayoría servidores del régimen capitalista, que poco a poco conquistó casi todo el territorio. La resistencia es residual, apenas unos pocos que desde la clandestinidad y utilizando los medios de los vencedores, hacen frente al asedio. Desposeídos de la credibilidad , las armas y con la atención de los suyos desviada a otros asuntos, a duras penas pueden moverse por el mundo sin ser tachados de locos. No es que no sean escuchados, es que la voz del enemigo es atronadora. La fuerza de sus voceros enmascara la verdad con mentiras de aparente verdad, y el pueblo las cree sin reflexionar; quizás porque creen que no hay alternativa o por pura supervivencia.

En otras guerras, con bandos más equilibrados en fuerza, existían emisoras piratas que informaban al pueblo y le daban esperanza, pero en esta guerra, ni siquiera hay queda un resquicio de espacio radioeléctrico que no esté copado por el sistema; y hay de aquel que se atreva a emitir tan solo una palabra sin su permiso. Solo internet, y algunos periodistas, que ya hace tiempo que son perseguidos, son los que aportan algo de luz y esperanza.

Pero en medio de esta desolación hay voces que se alzan, que utilizando el propio sistema del enemigo comienzan a preocupar. Pablo Iglesias, alguien desconocido hasta hace poco, ha conseguido llamar la atención de los oprimidos y de los pro-sistema; su voz rezuma esperanza en el caos. Nada más saber de su existencia, los capitalistas han lanzado el contraataque. Todos sus medios de desinformación se han referido a este hombre con todo tipo de improperios: friky, melenudo, anti-sitema, iluminado, etarra, y todo lo que se les pasase por la cabeza. Esta es una buena prueba de que comienzan a sentir miedo.

Pablo, sabe con seguridad, que el bastión de su enemigo se asienta sobre unos frágiles pilares. Sabe también, que bastaría un buen hachazo sobre uno de ellos para que su mundo se desmoronara como un castillo de naipes. Limitar el salario máximo, dar un sueldo por el simple hecho de existir, no pagar las deudas, nacionalizar los bancos centrales, son solo algunas de las promesas para que los dormidos despierten. Si será capaz él y sus seguidores de limpiar este mundo de escoria, solo de la firmeza con la que mantengan sus promesas decidirá. Sino no no se mantienen firmes, acabarán como todo movimiento social prometedor, enquistado y destruido desde dentro.
Por otro lado, cabe la posibilidad de que este nuevo líder de masas, no sea más que una parte de lo que se llama disidencia controlada. No veo en su programa la eliminación del sistema bancario, ni del dinero, ni su sustitución por otro sistema, por ejemplo, basado en una economía de recursos. Siendo esto así, cabe la posibilidad de que sea parte de la eterna distracción de la dualidad; derecha e izquierda, blanco negro, republicanos o monárquicos, separatistas o globalistas... En fin, más de lo mismo para mantener entretenido al populacho 

lunes, 19 de mayo de 2014

Quien siembra vientos recoge tempestades.



Decir esta  frase, cantar ciertas canciones o criticar al sistema, te convierte en un terrorista perseguido por la justicia, lo que suele pasar solo en una dictadura. Desahuciar a personas que pagan hipotecas injustas, cobrar impuestos excesivos, quitar derechos sociales o ser un corrupto integral, te convierte en un prestigioso millonario que se sale impune de todas sus fechorías; siempre y cuando esté en el partido y no abra la boca más de la cuenta. Así son las cosas en esta democracia corrupta.

Desear la muerte de alguien está mal,  pero  arruinar a millones y condenarlos a la indigencia también. Ambas cosas son producto de mentes mezquinas e involucionadas.  Lo que ocurre es que los primeros actúan en legítima defensa, y lo saben, es una reacción ya prevista. Ellos, los que manejan los números y controlan este chiringuito monumental al que llaman sistema capitalista, saben que el pueblo llano personalizara la culpa en los políticos, las caras visibles y prescindibles de un entramado financiero diseñado para crear esclavos . Saben que los ciudadanos volcarán su ira en ellos, y eso es precisamente lo que necesitan para justificar más represión. Acción, reacción, solución; nunca les falla. El pueblo no sabe que los políticos, como ellos mismos, son solo víctimas de los que manejan los números. A más violencia más leyes, más represión y menos derechos. Hay que mantener bien corta la correa para que no se les escape. Así podrán hacerse más ricos, más poderosos hasta doblegar cualquier voz que clame libertad.

Las leyes son la fuerza y el miedo, los impuestos la manera de mantenernos en el umbral de la pobreza y quitarnos la esperanza que  que otras ocasiones hizo alzarse al oprimido contra el opresor. Saben bien como aplicarnos las tenazas y donde más nos duele. Ellos justifican estos impuestos, porque son son muchas las bestias locales a alimentar, y además,  también hay que alimentar a la burocracia europea, todavía más  insaciable. Estos impuestos, representan  el tiempo de nuestra vida que dedicamos  al voraz estado. Ese estado, que luego lo dedicará, en su mayor parte, para pagar a esos buitres de los bancos y a su sistema de espolio perpetuo.

Quizás todo este esfuerzo merezca la pena, veamos si es así:  póngase en un lado de una balanza el tiempo de nuestra vida que dedicamos para pagar al estado y en el otro los beneficios que nos da a cambio el estado, su protección social, policía, sus normas, el ejercito, las armas, las guerras y las leyes... Pero ojo, antes de soltar el freno de la báscula y ver lo que pesa más, en el plato donde depositamos nuestro tiempo, lo añadiremos en su justo peso. Determinarlo no es fácil, porque ¿Cuanto considera usted que vale un minuto de su vida?
¿Está dispuesto a ponerle precio? 
¿Cuanto vale el tiempo que no pudo dedicar a su familia, a realizarse como persona?
¿Que valor en dinero tiene eso para usted?

Si su balanza se inclina al lado de los beneficios que le da el estado, es que no está  valorando como un ser humano, sino como un producto, un bien de consumo o una herramienta. Estas cosas se pueden intercambiar por otras, se les puede poner dar valor o un precio, pero un ser humano es único e irreemplazable; no tiene precio. No valorarse a uno mismo conduce a la ruina moral y a convertirse en un ser voluble, fácil de manipular.

La legítima defensa está bien cuando amenazan tu vida, pero no es esto lo que está en juego, aunque podrían llegar a ello. Ellos quieren que sea un esclavo servil, que les preste atenciones, que obedezca sus leyes. Pero como dijo un sabio, ante el vicio de pedir está la virtud de no dar; simplemente eso. No hay violencia en un oportuno y justo “NO”. Los psicópatas que están en las altas esferas del poder desean todo de nosotros, simplemente, hay que negarse. Pueden llegar entonces con su policía y sus leyes para doblegarnos, incluso con sus ejércitos si quieren. Pero de donde sacan el dinero para pagarlos cuando todos se nieguen a  pagar impuestos, hipotecas y multas. ¿Que valdrá el dinero con el que pagan a sus ejércitos cuando la gente deje de usarlo y confiar en el sistema?      
Que fácil sería si perdiésemos este miedo irracional acrecer para comprender, de una vez, las  posibilidades que tenemos, lo hermoso que sería un mundo sin dinero, sin estados, sin fronteras y sin gobernantes. Está en nuestra mano, y solo hay que decir no.  Si les seguimos el juego utilizando la violencia verbal o física, solo acabaremos jugando a su macabro juego.

viernes, 9 de mayo de 2014

¿Que fue primero, el pensamiento, la acción o la palabra?



Podemos pensar , como piensa la mayoría, que las palabras solo son el sonido que identifica una idea  o la forma de referirnos a una  acción u objeto, pero estaríamos haciendo una interpretación de la reacción que existe entre estos conceptos  parcial y equivocada.  Pensamiento, acción y palabra es una misma cosa y las tres proceden de un mismo lugar y a veces al mismo tiempo. Son creaciones  de la herramienta más poderosa con la que contamos; nuestra mente. La relación de estos tres conceptos en nuestra mente es tan estrecha que no podrían existir por separado. Nuestra mente nos permite conjugar los tres elementos a voluntad, y que sepamos, es algo que ningún otro ser sobre la tierra puede hacer. Sin embargo, parece ser, que no somos muy conscientes del poder que esto nos da. 

Pero de la misma forma que nos da poder, también nos convierte en seres volubles. Muchas personas llevan estudiado nuestras reacciones hace mucho tiempo, nos conocen mejor que nosotros mismos y saben del  poder de las palabras. La neo-lengua es fruto de esta investigación. Son palabras medidas y estudiadas para crear reacciones y conseguir objetivos. En ocasiones para minimizar acontecimientos, como cuando utilizan la expresión “daños colaterales” para referirse a un asesinato de estado y violación fragante de los derechos humanos. “Violencia  de género” para criminalizar y fomentar el odio entre  mujeres y hombres sería un ejemplo en el sentido contrario.

Por medio de las palabras se puede crear conductas y realizar, lo que llaman, ingeniería social. Una forma de manipular el lenguaje y las palabras, es sustituir la acción que dio lugar a ella. Asumimos, por ejemplo, que la palabra autoridad refleja obediencia, pero la realidad es que la autoridad, como nos la muestran,  no es tal. Muchos se atribuyen autoridad sin tenerla, se la atribuye la policía, los políticos, los bancos y muchos más, pero ninguno de ellos se ha ganado o merecido el respeto suficiente para considerarse una autoridad, al contrario, son perjudiciales.  Sin embargo, gracias los milagros de una democracia corrupta, asumimos su autoridad, siendo obedientes y disciplinados con esta. La autoridad como la conocemos hoy, es un producto del miedo a la fuerza. No obedecemos porque sabemos que quien promulga leyes es muy bueno y sabe que es lo que nos conviene, obedecemos por miedo a lo que sus leyes nos harían si no lo hiciésemos. Así es como fuerzas ilegítimas pueden manipular la conducta de muchos, mediante la fuerza y el miedo, como siempre ha sido. 

Conociendo la fuerza que tienen las palabras, deberíamos desterrar de inmediato algunas de ellas o olvidar el significado que representan para aquellos que nos quieren manipular. Yo empezaría, precisamente por la palabra autoridad. No me desharía de la palabra, pues su significado original es bueno. Sería como negar la autoridad de una persona que me demuestra sus conocimientos y me hace crecer con su sabiduría; este es su verdadero significado. Si me desharía de la tiranía y de los tiranos, de los que pretenden tratarnos como niños toda la vida. Los políticos suelen confundir mucho estas dos palabras, tiranía y autoridad. De lo primero suelen estar sobrados, y de lo segundo... Bueno, mejor no hacer comparaciones.

Nuestra mente es poderosa porque es capaz de tomar decisiones, si consiguiéramos librarnos del miedo a la fuerza, o quizás no tuviésemos   nada que perder, entonces dejaríamos de ser niños y comenzaríamos a tomar nuestras propias decisiones, nos volveríamos desobedientes que es lo que más temen aquellos que nos dominan. Dejaríamos de reconocer esta autoridad falsa basada en el miedo y la fuerza. Una buena ocasión para comenzar serían las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Hemos visto donde acaba nuestro voto en todas las ocasiones que se nos han hecho falsas promesas. En lugar de cumplirlas,  nuestro voto  será reciclado y convertido en papel higiénico, con el que sus ilustres señorías se limpiaran su  perfumado trasero.  ¿Acaso sirvió antes nuestro voto  para algo más que no fuese eso?