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sábado, 8 de noviembre de 2014

Los que no sabes de tu cerebro.


Algunos piensan que utilizamos solo el 10% de nuestro cerebro, pero esto en mi opinión no es correcto. En realidad creo que utilizamos todo nuestro cerebro, aunque no en toda su extensión y posibilidades. No se sabe con certeza que porcentaje de nuestro cerebro utilizamos para procesos conscientes, que es donde se concentran las dudas que pretendo clarificar, paro las investigaciones han avanzado mucho y hoy sabemos más de nuestro cerebro que nunca, aunque sigue siendo un gran misterio en muchos aspectos. Para empezar este viaje a los secretos del cerebro lo dividiré en dos partes, pa parte consciente y la inconsciente.

Algunos investigadores sostienen que para realizar los procesos mentales conscientes solo utilizamos una pequeña parte de nuestro cerebro, el resto se ocupa de todos los procesos en los cuales no interviene la conciencia; es lo que llamamos el subconsciente. Pero el subconsciente, como piensa mucha gente, no se limita a soñar o controlar nuestro cuerpo y todas sus funciones vitales. Controlar estas funciones primarias de nuestro cuerpo lo hacen partes del cerebro específicas conectadas a través del subconsciente. Las personas normales no podemos acceder directamente a esas zonas de nuestro cerebro. Se cree que la parte que se ocupa de los procesos conscientes se encuentra en la corteza cerebral, una capa externa del cerebro de apenas 1mm de espesor. Los evolucionistas creen que esta parte fue la última en evolucionar, ya que el cerebro, según dicen, ha ido evolucionando en sucesivas capas, desde el tallo cerebral o lo que llaman el cerebro de reptil, en adelante hasta llegar a la corteza. Otros, contrarios al evolucionismo, piensan que está maravilla fue diseñada por algún alienígena. Yo no quiero entrar en este campo ni me inclino por ninguna de estas opciones, pues no es el motivo de esta reflexión. Solo solo puedo saber de lo que he leído sobre los numerosos descubrimientos que se han hecho gracias a la tecnología de resonancia magnética. Las observaciones han demostrado que la corteza cerebral es la parte del cerebro que más energía consume, por ello puedo deducir que los procesos conscientes consumen mas energía que los procesos inconscientes, energía sacada de los azucares, que es el combustible de nuestras neuronas.

Es lógico pensar que los procesos inconscientes tienen una importancia vital e imprescindible para nuestra supervivencia, por ello ocupan mucho más espacio en nuestro cerebro. No obstante, y a pesar de saber que solo un pequeño porcentaje de nuestro cerebro se ocupa de estos procesos conscientes, la mayoría pensamos que vivimos conscientes todo el tiempo que estamos despiertos. Lo cierto es que si nos observamos, apenas somos capaces de mantener la conciencia plena unos cuantos segundos, al cabo de ese tiempos se nos empiezan ha escapar muchos detalles. Esta demostrado que con técnicas de meditación correctamente aplicadas y mucha constancia, se puede alargar ese tiempo, incluso llegar a conectar nuestra consciencia con el cerebro inconsciente, lo que nos lleva, de forma natural, a lo que se llama un estado alterado de consciencia. Este estado nos permite acceder a partes y funciones de nuestro cuerpo que no podríamos acceder de otra manera. Un ejemplo lo podríamos encontrar en aquellas personas que son capaces de soportar el dolor de un hierro candente en dicho estado o hacer cosas absolutamente increíbles y que escapan a nuestra comprensión. A parte de la meditación, este estado especial también se puede alcanzar con algunas sustancias como la ayahuasca o el peyote. Se sospecha que otra forma de alcanzarlo es mediante la hipnosis. Pero si no somos practicantes de meditación ni tomamos estas sustancias, lo normal es que la vida pase ante nuestros ojos sin apenas estar en ella o percibir los sutiles detalles que para el inconsciente si existen y son percibidos con la importancia que tienen.

Como vemos, nuestro cerebro es más complejo que cualquier ordenador, no funciona como estos y tampoco como creemos que lo hace. Por extraño que nos parezca, la mayor parte del tiempo está en modo automático. Por poner un ejemplo: una vez que aprendemos a conducir o ir en bicicleta y tenemos cierta experiencia, ya no intervenimos conscientemente en el proceso, es nuestro subconsciente el que toma el mando. Eso nos permite mantener una conversación compleja mientras estamos conduciendo o montados en bici, la mayor parte de los detalles de la conducción escapan a nuestro consciente. Solamente si nuestro sistema automático detecta algo que no es normal, pone en marcha un mecanismo que alerta a nuestro consciente para que resolvamos la situación. Probablemente, el tiempo que tarda en actuar este proceso, es lo que llaman tiempo de reacción. Una vez que hemos resulto la situación, nuestro subconsciente pone en marcha otros procesos que llamaríamos de aprendizaje. El subconsciente memorizará como resolvió nuestro consciente para que éste no tenga que intervenir la próxima vez que se produzca una situación similar. Así es como gracias al aprendizaje, nuestras reacciones son más rápida y eficaces. Así, la siguiente ocasión que se den las mismas circunstancias, no tenemos que pensar como hacerlo, actuamos de forma automática. Es una una cuestión de racionalizar los recursos energéticos. Este mecanismo, imprescindible para la supervivencia y no es exclusivo del hombre, se manifiesta en todos los mamíferos en mayor o menos grado.

La actividad del subconsciente no se limita a todas estas funciones, va mucho más allá. El subconsciente está siempre trabajando, calculando posibilidades para predecir los futuros y las consecuencias, que luego serán aplicadas a todos los eventos y situaciones habituales de nuestra vida. Por ello podemos intuir los movimientos de otros coches cuando estamos conduciendo o saber la reacción que tendrá una persona al decirle o hacerle algo. Gracias al subconsciente podemos determinar en segundos si un rostro de otra persona nos es afable o no, incluso lo que nos va ha decir antes de que lo digan, solamente por sus gestos o la expresión de su cara. Y todos estos procesos intuitivos no son procesados por nuestra mente consciente.

A pesar de la perfección y complejidad de nuestro cerebro y su maravillosa plasticidad, la separación entre subconsciente y consciente, nos hace vulnerables. Esto es lo que permite a los ilusionistas engañarnos con sus trucos. Si se tiene el suficiente conocimiento del funcionamiento de nuestra mente, se pueden saltar los controles que nos avisan de que hay algo anormal. La información que entra por nuestros sentidos no llega a la corteza cerebral de forma inmediata y directa, antes es procesada por el subconsciente. En este proceso se discriminan los detalles de la información que al subconsciente le parecen importantes. Un ilusionista, sabe perfectamente que solo una pequeña parte de nuestra visión es nítida, allí donde fijamos la mirada. Por ello procurará hacer todos los movimientos sospechosos fuera del alcance de esta zona de atención máxima, mientras mantendrá nuestra mirada fija en otras distracciones que no hagan sospechar de las intenciones del artista. Esos movimientos sospechosos no pasan desapercibidos para el subconsciente, simplemente los discrimina al estimar ya donde irían las manos del ilusionista. Es el mismo proceso que nos hace fijar nuestra atención en una conversación en medio de un ambiente ruidoso. El oído escucha todos los sonidos, pero el cerebro es capaz de eliminar todos los sonidos producidos ambientales, dejando solo los producidos por la voz de nuestro interlocutor. Puede que el ruido sea demasiado alto y el mensaje no llegue nítido, en tal caso, el subconsciente completa la información con invenciones surgidas del recuerdo. Esta cualidad de nuestro cerebro también puede ser aprovechada para el engaño.

Una gran parte de la publicidad, sino toda, no está pensada para nuestro consciente, va dirigida directamente a nuestro inconsciente como un cazador dispara a su presa, y además de forma perfectamente estudiada, buscando las reacciones de éste mecanismo autónomo y sus puntos débiles. De la misma forma se utilizada por los políticos y los asesores de imagen, buscando rostros que nos parezcan agradables o logotipos e imágenes. No nos podríamos imaginar los recursos que se gastan en el estudio del subconsciente, ya no solo por empresas privadas para vendernos productos, sino por los políticos en sus campañas. El creciente conocimiento del funcionamiento de los mecanismos internos de nuestro cerebro, es utilizado masivamente en la sociedad en la que vivimos para manipular nuestra conducta y controlar nuestras reacciones. Es tan solo una intuición con visos de realidad, pero pienso que de lo que conocemos de estas investigaciones, solo es una pequeña parte de lo que se conoce en realidad por los que lo estudian. Siendo así puedo deducir que todo este conocimiento de nosotros y del funcionamiento de nuestra mente, de la misma manera que es utilizado para vendernos productos, también lo está siendo para manipular nuestra conducta, eso es una obviedad, pero es necesario recordarlo. Cuando hay por medio intereses económicos o de poder, la ética es ignorada. Y si el uso de estos conocimientos en la publicidad ya manifiesta una grabe carencia de la aplicación de la ética, imaginen lo representa en los políticos.

Si se quieres descubrir el truco de un ilusionista lo mejor es que aprendas a conectar tu subconsciente, de esta forma no solo destaparás a los ilusionistas, comenzarás un camino espiritual que te llevará al auto-conocimiento.

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