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martes, 28 de abril de 2015

La sabiduría de uno mismo


Los gobiernos no quieren que seas sabio, ninguna institución política o religiosa desea personas sabias en su seno. Todas temen a estas personas porque no obedecen ciegamente, porque no se dejan manipular o doblegar, no actúan como robots, se cuestionan toda la información que reciben. Para una persona sabia no hay fuente de información fiable, todas son cuestionables, tampoco líder político de fiar. Las personas sabias prefieren morir antes que vivir siendo esclavos. Estas personas son temidas por las religiones y las multinacionales, rechazadas por los ejércitos odiadas por los gobiernos; que harán todo lo posible para neutralizarlas.

No hay que confundir la inteligencia con la sabiduría. Aunque es cierto que para ser sabio se necesita inteligencia, no es cierto que alguien inteligente tenga que ser sabio. Hay personas muy inteligentes, que pese a su gran intelecto son unos ineptos, es más, puedes ser psicópatas dispuestos a joderte la vida. Las personas sabias no van por ahí haciendo el mal a los demás, aprovechándose de ellos o compitiendo contra otros, colaboran y se ayudan entre ellos, porque como sabios saben que de ello recibirán mucho más que lo que ofrecen. No rehuyen de las experiencias nuevas ni hacen juicios a priori. Saben perfectamente que las cosas pueden no ser lo que parecen.

Todo nace con un comentario o con una intuición; algo no cuadra y te indica que las cosas no son como parecen u otros dicen que son. Si ante esa duda no buscas tu propia respuesta, a buen seguro no serás una persona sabia, porque las personas que pretenden tal atributo quieren conocer su entorno para estar prevenidos de eventualidades. Las versiones oficiales, lo que diga la ciencia, la apariencia, nada de esto basta para configurar una verdad. Es la propia experiencia y los resultados de la misma lo que configuran el entorno. Solo cada uno puede dibujar su propio mundo. 

He aquí un buen ejemplo de lo que digo. 

viernes, 24 de abril de 2015

El trabajo

La volatilidad del  valor del dinero está provocando que en los últimos tiempos que   nuestro trabajo pierda también valor, es decir, los sueldos disminuyen y el coste de la vida y los impuestos suben. Hoy tener un trabajo ya ni siquiera  garantiza disponer de lo necesario para vivir.  Esta distorsión se debe a cuatro ideas , carentes de toda razón y lógica, que han se han impuesto como el ideario macabro  que  condicionado nuestras vidas hasta llegar a la semi-esclavitud:

1. Sociedad de consumo:  Constantemente estamos siendo bombardeados con estímulos subliminales o directos que no conducen a pensar en una idea del bienestar equivocada y maniquea, donde el lujo y lo superfluo son las metas y lo necesario representa la pobreza. Algunas de las ideas que hemos adoptado son de una estupidez impropias de gente que se supone inteligente: Pensar, por ejemplo,  que para ser diferentes  hay que tener cosas diferentes a los demás, aunque estas cumplan la misma finalidad, que lo escaso es valioso por ser escaso y no por su utilidad real o que la ropa distingue a la persona que la lleva, entre otras muchas; son las ideas estúpidas que han conformado lo que llamamos sociedad de consumo. La consecuencia de este pensamiento ilógico, en mi opinión inducido de forma intencionada, es una mayor necesidad de trabajo y una desigualdad de recursos básicos creciente. Mientras unos nadan en el lujo, otros tienen, literalmente, que matarse a trabajar para asegurarse de tener lo básico. Así mismo es la causa de que  algunos psicópatas atesoran cantidades indecentes de dinero, suficiente como para que no hubiese una sola persona en este mundo que pasase hambre. Pero claro, sin la sociedad de consumo, sería impensable la existencia de de la segunda idea equivocada.  

2.   El dinero:  Es  la fuente de toda confusión. En si mismo, representa una gran mentira por la que la mayoría de personas perdemos la vida trabajando inútilmente para obtenerlo, y lo hacemos sin ser conscientes que no tiene un valor real. Se ha convertido en una motivación y un objetivo vital, a pesar de ser una simple representación de un valor efímero y manipulable. Unas cuantas entidades privadas  lo emiten y lo regulan  en exclusiva, lo que  hace que  quedamos a su merced, sin defensa posible ante sus decisiones. Pero lo peor que tiene el dinero son las cosas que se hacen por conseguirlo, ya que se ha convertido en una motivación en si mismo, en un bien. Hoy es más importante  obtener beneficio monetario que beneficio real. Esto es así hasta el punto de que algunas empresas farmacéuticas producen  medicamentos que no para curar, sino para hacer que la  enfermedad se vuelva  crónica y poder vender más producto.  Otros se dedican a  producir cosas con fecha de caducidad inducida para poder así vender más; lo que se llama obsolescencia programada. Y si hay alguien que hoy en día piense que algunas empresas no ocultan tecnologías que arruinarían sus negocios, aunque estas tecnologías mejorasen el mundo, es que no puede ver más allá de sus narices, pues si hay dinero que perder no importa quien sufra. En resumen, todo lo que se haga debe hacerse para conseguir dinero, pero claro, el dinero no es más que una representación, no es un beneficio real directo que suponga una mejora  en la calidad de vida, sino solo la obtención del mismo.   

3. La política:  considerar que las instituciones que gobiernan el mundo en un sistema basado en el dinero, van ha defender el beneficio humano y no el monetario, es tan ingenuo como pensar que una empresa armamentística produce armas para mantener la paz. No hay en la práctica ninguna órgano gubernamental  que no esté contaminado por intereses financieros, ya sean las personas que  dirigen o de la institución en si. Todas lo estamentos del estado u organizaciones políticas, alcanzado cierto tamaño o nivel de poder, acaban en manos de los intereses capitalistas. 

4. Propiedad privada. En si mismo es un término falaz, teniendo en cuenta que la vida tiene fecha de caducidad. Es absolutamente inmoral tener algo útil para otras personas  guardadas en una vitrina, sólo para contemplarla. Tan inútil como desperdiciar la riqueza de una tierra cultivable para que el dueño  y señor de las tierras la utilice como coto de caza particular. El interés común debe prevalecer siempre sobre el particular. Ya Platón intuyó que su república no se podría salvar si no se arbolecía la propiedad privada. Y efecto, la propiedad privada representa uno de los defectos de la mente, el apego.   


Resulta curioso comprobar que nadie dentro del sistema cuestiona el dinero y sus procesos, que nadie plantee alternativas,  salvo contados grupos de personas que han decidido desprenderse de este yugo y renunciar al control que suponen vivir en una sociedad cada día más controlada, menos libre e inhumana. No debemos esperar demasiado a que esto cambie, ya que la inmensa mayoría de las personas viven engañadas, por tanto, sometidas al sistema. Cumplen sus leyes, pagan sus impuestos y votan en las elecciones amañadas de las falsas democracias, que solo son una ilusión.



domingo, 19 de abril de 2015

Utopía, Tomas Moro


El Imperio Británico fue artífice de una de las peores ideologías concebidas por mete humana y que dio pie a la situación actual del estado del mundo, creadora de guerras fratricidas, injusticia, desigualdad y pobreza; me refiero, por supuesto, al capitalismo. Pero como en todo lo humano, este imperio no ha sido ajeno a la contradicción. Si bien es el artífice de esta gran estafa para el mundo, no se puede negar su capacidad para ser cuna de hombres ilustres,doctos, sabios y visionarios, con la habilidad de intuir las consecuencias del capitalismo y prevenirnos de sus efectos. Entre esos hombres nacidos bajo el yugo de esta paradoja, Tomás Moro fue uno de los mejores exponentes de lo  bueno que ha dado este imperio. Un hombre ilustre y docto, que como muchos otros de su época, fueron injustamente acallados por el filo del hacha.

Tomás Moro fue un visionario porque se anticipó a las consecuencias del capitalismo mucho antes de que sus consecuencias se vieran claras. Supo ver sus defectos y como empezaban ha afectar a la naturaleza humana en toda su extensión. Esta visión la convirtió en una obra literaria que llamó Utopía. Escrita en 1516, esta obra es calificada por algunos como los inicios de ciencia ficción, pero los que así la ven yerran completamente y no son objetivos a la hora de juzgarla tan a la ligera. La obra en sí, es una crítica descarnada al capitalismo. Han sido muchos lo que a lo largo de la historia han visto estas consecuencias, pero al contrario de estos, que solo se limitaban a la crítica, Tomás Moro plantó una alternativa científicamente viable, acorde con la ley natural que debiera ser la máxima que condujese el destino de una sociedad justa.

Más de quinientos años antes de que nos diésemos cuenta de habíamos embarcado en una nave condenada al naufragio, Tomas Moro avisó de que estaba plagada de vías aguas, pero como está ocurriendo hoy en día, muy pocos le creyeron. Ahora, cuando el naufragio es inminente, movimientos como Zitgeist, que como el Santo Tomás avisan del desastre y promueven alternativas similares a las de Utopía, tampoco son escuchadas. El movimiento Zitgeist actualiza Utopía con los avances científicos y la tecnología al servicio del hombre y no del capital. Poniéndose en práctica estas teorías, las seis horas que se trabajan en Utopía quedarían reducidas a cuatro, en un estado del bienestar nunca conocido por la humanidad. Pero antes de que Utopía pueda hacerse realidad, debemos desprendernos de todos los engaños y tretas que el capitalismo a puesto para ser aceptado como dogma.

Utopía es la linea media entre la libertad y el bien común. Uno de los párrafos que más me ha gustado es el que hace referencia al oro y que tengo a bien poner aquí:

Estos se preguntan, en efecto, si puede haber hombres que queden embelesados ante el brillo engañoso de una perla diminuta o de una piedra preciosa, cuando tienen la posibilidad de contemplar una estrella, y hasta el mismo sol. Se maravillan de que haya alguien tan rematadamente loco que se considere más noble por la lana más fina que viste. ¡Después de todo, esta lana, por fino que sea su hilo, la llevó antes una oveja, y nunca dejó por ello de ser oveja! No les cabe en la cabeza que el oro, tan inútil por naturaleza, haya adquirido en todos los países del mundo un valor táctico tan considerable que sea mucho más estimado que el mismo hombre, y ello a pesar de que su valor haya sido sacado por y para el mismo hombre. No salen de su asombro ante el hecho de que un plomo, sin más talento que un tronco, y tan falto de escrúpulos como zafio, pueda tener bajo su dependencia a multitud de hombres honrados y buenos sólo por la única razón de que un buen día le llovieron del cielo un montón de monedas. Pero, cuidado, que un revés de la fortuna o una interpretación de las leyes que no menos que la fortuna pone las cosas patas arriba puede
arrebatar el dinero a nuestro héroe, para ponerlo en manos del más rufián de sus criados. Entonces, no hay por qué admirarse de ver al amo convertido en criado de su criado, como apéndice y aditamento de su dinero.”


La idea que tenía Tomas Moro del oro, no dista mucho de nuestro dinero actual, y se hace patente en este párrafo. Intuyó, no en toda su extensión, la naturaleza del engaño que hoy en día sufrimos debido al uso del dinero, derivado de una de las más grandes mentiras creadas artificialmente para que sigamos en el sistema, la escasez.
Esta idea de escasez solo es entendida si se considera que todas las cosas inútiles que hoy en día se producen tiene razón de ser.
¿De que sirve fabricar diferentes modelos de vehículos, incluso de que sirve fabricar vehículos existiendo buenos trasportes públicos?
¿De que manera afecta a un tejido adornos innecesarios para proteger del frío o del calor?
¿Porqué existen tal cantidad de refrescos, de diferentes sabores, metidos en botellas de plástico? ¿Acaso estos pueden ser mejores que el agua de un manantial puro?

Cosas tan banales son la causa de la escasez y el dinero es necesario. Es una gran mentira, una estafa monumental. Si todo el mundo tuviese al alcance de la mano aquello que realmente necesitase para vivir, el dinero no tendría razón de existir.

Por otro lado, y para acabar, tengo que destacar la referencia que éste escritor hace a las leyes y su origen. Estos dos párrafos pone al descubierto otra de las causas de muchos males, “La propiedad privada”:

Por eso, no puedo menos de acordarme de las muy prudentes y sabias instituciones de los utopianos. Es un país que se rige con muy pocas leyes, pero tan eficaces, que aunque se premia la virtud, sin embargo, a nadie le falta nada. Toda la riqueza está repartida entre todos. Por el contrario, en nuestro país y en otros muchos, constantemente se promulgan multitud de leyes. Ninguna es eficaz, sin embargo. Aquí cada uno llama patrimonio suyo personal a cuanto ha adquirido. Las mil leyes que cada día se dictan entre nosotros no son suficientes para poder adquirir algo, para conservarlo o para saber lo que es de uno o de otro. ¿Qué otra cosa significan los pleitos sin fin que están surgiendo siempre y no acaban nunca?

Cuando considero en mi interior todo esto, más doy la razón a Platón. Y menos me extraña que no quisiera legislar a aquellas ciudades que previamente no querían poner en común todos sus bienes. Hombre de rara inteligencia, pronto llegó a la conclusión de que no había sino un camino para salvar la república: la aplicación del principio de la igualdad de bienes. Ahora bien, la igualdad es imposible, a mi juicio, mientras en un Estado siga en vigor la propiedad privada. En efecto, mientras se pueda con ciertos papeles asegurar la propiedad de cuanto uno quiera, de nada servirá la abundancia de bienes. Vendrán a caer en manos de unos pocos, dejando a los demás en la miseria. Y sucede que estos últimos son merecedores de mejor suerte que los primeros. Pues estos son rapaces, malvados, inútiles; aquellos, en cambio, son gente honesta y sencilla, que contribuye más al bien público que a su interés personal.”



Todo el que sienta que algo no funciona en esta sociedad, debería haber leído alguna vez estos textos, y saber así a cuan temprana edad el capitalismo y otros ismos, de su misma naturaleza, solo han sido herramientas, utilizadas por unos pocos, para acaparar riqueza y poder a costa de los demás. Cabe preguntarse, si estos ismos, son fruto de la causalidad o la casualidad. Yo más bien me inclino por la primera opción.

Pongo aquí dos  enlaces, uno  para el que quiera leer y otro para el que lo quiera escuchar.

 http://ocw.uca.es/pluginfile.php/1497/mod_resource/content/1/Utopia_Tomas_Moro.pdf


 

viernes, 10 de abril de 2015

Hollywood al servicio de la política exterior americana




La industria del cine en Hollywood mueve millones de dólares, pero puede que ganar dinero no sea el único motivo para la producción de películas. De hecho, la mal llamada piratería en Internet combinada con los homecinemas, está haciendo que producir películas sea cada vez menos rentable.
Así pues ¿Que hace posible seguir haciendo grandes producciones con presupuestos desorbitados?

“El francotirador” o “La noche más oscura” o “Argo” nos enseñan que el fin, por muy inhumano que sea, justifica los medios. Estas tres producciones americanas, entre otras muchas, parecen hechas por encargo del gobierno, con el fin de cambiar a la opinión pública respecto actos claramente despreciables y que van en contra de todo derecho humano. Así mismo justificar la nefasta política exterior americana. En la película “El Francotirador”, se nos muestra un anti-héroe muy patriótico él, que dispara a distancia, sin dar la oportunidad de defenderse al enemigo, que siempre, como no podría ser de otra manera en una película patriótica, es un terrorista supermalvado, que en ocasiones se personifica en mujeres e incluso niños. Lo que la película no cuenta, es que las personas que este supuesto héroe mata, no son terroristas porque sí. Son personas que intentan defenderse de una invasión extranjera y no salvajes despiadados sin alma.

De esta forma, contando una historia simple y sin complicarse mucho la vida, Clint Eastwood, un tipo que hasta que hizo esta película lo consideraba un buen director y más inteligente, nos intenta convencer de que matar preventivamente y de forma cobarde está justificado. Entra dentro de lo posible, que como ha sucedido en otras ocasiones, Jason Hall, el guionista de esta película, fuese instado a contar esta historia por la C.I.A. No sería ni la única ni la primera vez que este organismo interviene para ensalzar el patriotismo o crear pautas de conducta sociales o justificar las políticas americanas.  Curiosamente, al igual que pasa con algunos premios Novel, estas autenticas bazofias de guión simplista y poco trabajado, son galardonadas con Oscars,  que yo calificaría como premios al cinismo y la hipocresía.

En segunda la película “La noche más oscura” , una película premiada por la academia,  se evidencia de forma mucho mas clara esta realidad. Es pura propaganda disfrazada película. Recrea burdamente la captura de un terrorista, que por cierto, fue creado por la propia CIA, me refiero, claro está a Osama Bin Laden. A parte de falsear la verdad de forma descarada, justifica y de que manera, que la tortura física y psicológica está bien para obtener información, como un mal necesario.

Estas dos películas quieren hacernos creer que todos los que matan son terroristas, y que la administración americana es la hermanita de la caridad que viene a salvarnos de estos salvajes. Pero los hechos, al margen de la ficción de la que no se apartan las películas,  apuntan a otra verdad. La propia administración de Obama es, a día de hoy, la que ejerce y promueve el terrorismo en todo el mundo. No solo lo financia directamente a través de sus agencias secretas, sino que con sus políticas imperialistas e injerencias constantes en países con recursos, lo fomenta.

¿De que otra manera puede defenderse un país que no tiene ni armamento ni los medios de su adversario?
Por otra parte, no se le puede llamar otra cosa que terrorismo, a lo que sus drones hacen todos los días en Pakistan, Yemen y otros tantos países. Donde personas, muchas veces ajenas a cualquier acto criminal, por tanto inocentes, muren a voluntad de las órdenes de ejecución firmadas por Obama. Incluso, aunque fuesen terroristas, toda persona tiene derecho a un juicio justo, algo que está en la declaración de derechos del humanos y en la propia Constitución Americana. Son películas como estas, las que intentan socavar nuestro subconsciente, condicionando nuestra forma de ver las cosas.

Pero claro, de todo esto surge una duda respecto a aquellas películas que dejan entrever una realidad plausible, sobre tramas políticas reales urdidas en el seno del gobierno americano y que han sido éxitos cinematográficos. Pero éstas, la tramas acaban casi siempre siendo descubiertas y los conspiradores atrapados, dando así la impresión falsa que todos los malos acaban pagando sus fechorías. Todos sabemos que esto es falso, pero en las películas no lo pintan así, dándonos a entender que hay una justicia real; esa es la idea. Pero, si fuese así, Dick Cheney, George Bush y todos los que mintieron sobre las armas de destrucción masiva de Iraq, estarían en la cárcel, cosa que no ha sucedido.

Si pensamos que va a llegar Morfeo para ofrecernos la pastillita, es qué o que los indios americanos ganaron a los blancos en la conquista de su territorio, como en Avatar, es que estamos abducidos por la industria Hollywoodiense y su manipulación de la realidad. Puede que Matrix sea una de esas películas que deja entrever la verdad, pero para verla, no es necesario tomar ninguna pastilla, es una cuestión de decidir cual es la verdad y no dejarse engañar por encantos de sirena de Hollywood.
El cine, como los medios de comunicación son pagados por un sistema, cuyo propósito, es el control a las masas y sometimiento del individuo al pensamiento único y disciplinado, condicionando sus elecciones y gustos. Tanto la educación como la posterior manipulación mediática, son en si mismas una extensa red para atrapar en el inmovilismo a la especie humana. Hollywood forma parte integrante de esta red.
Si te gusta el cine por sus efectos especiales, la espectacularidad y la fuerza de la imagen, tienes que tener cuidado de no dejarte influenciar por los mensajes subliminales de las películas. No encontraras en la vida real a un Superman que te salve, el único que puede salvarte de la mentira y del sometimiento eres tu mismo. El auténtico superhéroe, es aquél que va en contra de la corriente y piensa por si mismo.

Comparto este vídeo como ejemplo de gente que piensa lo mismo que yo.


 http://www.hispantv.com/showepisode/episode/Hollywood-Cut---La-CIA-y-Hollywood/302

domingo, 5 de abril de 2015

El Preceptor Filosofo


Hoy ha sido uno día tranquilo al que podido dedicar tiempo para leer. Como no sabía el qué, me puse a buscar algo entretenido. Por casualidad cayó en mis manos este texto del Marqués de Sade y que quiero compartir. Tengo que decir  que no solo me ha hecho reír, sino también comprender mejor la fuerza de las palabras. Sé que para muchos esto les parecerá una obviedad, pero para mí, todavía falto de cultura y de lecturas complicadas este texto me ha parecido todo un descubrimiento, sobre todo por ver como personas diestras en letras pueden narrar una historia tan escabrosa sin utilizar ni un solo término soez; esto  me ha resultado muy didáctico. Creo entender que la intencionalidad de este texto,  que califico como satírico, es una dura crítica contra la iglesia y su hipocresía, así como los más bajos instintos, pero juzgar vosotros. Sin más lo dejo para disfrute del que quiera leer.


De todas las ciencias que se inculcan a un niño cuando se trabaja en su educación, los misterios del cristianismo, aun siendo sin duda una de las materias más sublimes de esta educación, no son, sin embargo, las que se introducen con mayor facilidad en su joven espíritu. Persuadir, por ejemplo, a
un muchacho de catorce o quince años de que Dios padre y Dios hijo no son sino uno, que el hijo es consustancial a su padre y que el padre lo es al hijo, etc., todo esto, por necesario que sea no obstante para la felicidad de la vida es más difícil de hacer comprender que el álgebra y cuando se quiere tener éxito, uno se ve obligado a emplear ciertas equivalencias físicas, ciertas explicaciones materiales que, por desproporcionadas que sean, facilitan, sin embargo, a un muchacho la comprensión de la misteriosa materia.


Nadie estaba tan plenamente convencido de este método como el padre Du Parquet, preceptor del condesito de Nerceuil, que tenía unos quince años de edad y el rostro más hermoso que fuera posible contemplar.


- Padre -decía día tras día el joven conde a su preceptor-, de verdad que la consustancialidad está por encima de mis fuerzas, me es absolutamente imposible concebir que dos personas puedan convertirse en una sola: aclaradme ese misterio, os lo suplico, o ponedlo al menos a mi alcance.

El virtuoso eclesiástico, deseoso de tener éxito en su educación, contento de poder facilitar a su discípulo todo aquello que un día pudiera hacer de él un hombre de provecho, ideó un procedimiento bastante satisfactorio para allanar las dificultades que hacían cavilar al conde, y este procedimiento, tomado de la naturaleza necesariamente, tenía que resultar bien. Hizo venir a su casa a una jovencita de trece a catorce años y tras asesorarla convenientemente la unió a su joven discípulo.


Y bien -le pregunta-, amigo mío, ¿entendéis ahora el misterio de la consubstancialidad? ¿Comprendéis ya con menos dificultad que es posible que dos personas se conviertan en una sola?


-Oh, Dios mío, claro que sí, padre -responde el encantador energúmeno-; ahora lo entiendo todo con una facilidad sorprendente. No me extraña que ese misterio constituya, según se dice, toda la alegría de los seres celestiales, pues es agradabilísimo divertirse haciendo de dos uno solo.


Algunos días más tarde el joven conde rogó a su preceptor que le diera otra lección, pues pretendía que había aún algo en el misterio que no comprendía bien y que no podría explicarse más que celebrándolo una vez más en la forma en que ya lo había hecho. El complaciente clérigo, a quien esta escena divertía probablemente tanto como a su alumno, hace volver a la muchachita y la lección vuelve a empezar, pero esta vez el clérigo, singularmente emocionado por el delicioso panorama que ofrecía a sus ojos el guapo muchacho de Nerceuil consubstanciándose con su compañera, no pudo resistirse a intervenir en la explicación de la parábola evangélica y las bellezas que con ese motivo recorren sus manos acaban por inflamarle totalmente.


Me parece que esto va demasiado de prisa -exclama Du Parquet, agarrando al condesito por la cintura-, excesiva elasticidad en los movimientos, por lo que resulta que no siendo tan íntima la conjunción no refleja adecuadamente la imagen del misterio que hay que demostrar aquí... Si nos ponemos, exacto de esta forma -prosigue el pícaro, obsequiando a su joven discípulo con lo mismo que éste ofrece a la muchacha.


¡Ah! Dios mío, ¡que me hacéis daño, padre! -exclama el muchacho-. Y además esta ceremonia me parece inútil. ¿Qué otra cosa me enseña sobre el misterio?
-¡Oh diablos! -contesta el eclesiástico, balbuceando de placer-. ¿Pero no ves, amigo mío, que te lo enseño todo de una vez? Esto es la Trinidad, hijo mío… Hoy te estoy explicando la Trinidad, cinco o seis lecciones más y serás doctor de la Sorbona.

miércoles, 1 de abril de 2015

Enfrentarse al peligro es de valientes, pero ignorarlo es de idiotas.


La dirección auto-destructiva de la sociedad no es producto de la casualidad, sino de la intencionalidad. Durante mucho más tiempo del que pensamos, la élite política y financiera, fundamentalmente está última, con la colaboración de unas instituciones educativas sordas, ciegas y obedientes, han conseguido idiotizar la sociedad hasta hacer que esta permanezca impertérrita ante un peligro que ya no es capaz de ver. Gracias a la ingeniería social capitalista, de Keynes y demás predicadores y charlatanes del materialismo más radical, la educación, como todo lo humano, ha tomado un rumbo de inexorable caída hacia el clasismo y la decadencia. La diferencia entre la educación común y la de los hijos de los oligarcas es abismal. Pero ni siquiera la clase pudiente se salva de la quema en estos tiempos de oscuridad. De la misma forma que se conduce a un obrero a su destino, se educa a la clase pudiente a ocupar su estatus en la cadena de mando, con la clara intención de prevenir posibles fugas en el sistema de jerarquías, tan bien planificado como deshumanizado.

Como he dicho antes y me reitero, esto no es fruto de la casuística, esta educación se ha diseñado y puesto en funcionamiento con intencionalidad y alevosía; podría decir sin temor a equivocarme, que se trata de una de las conspiraciones más evidentes de todas las que hay.

Los motivos por los que se ha idiotizado a la sociedad se hacen patentes en las elecciones o en cualquier encuesta sobre política. Julio Anguita, con el que comparto algunos pensamientos, dijo en uno de sus discursos recientes dijo: A los que más temo no son a los neoliberales, sino a los que dicen que pasan de política y no acuden a las urnas o votan siempre a los mismos, aunque estos les roben o les perjudiquen. Julio no habló del porqué sucede esto, pero conociendo el nivel cultural y la educación recibida por esta generación de pasotas instrumentales, es fácil intuir la causa de su temor.

Julio Anguita, como otros políticos de la vieja escuela, son hombres cultos. Hoy en día, tener cultura, utilizar palabras antiguas o retórica, más o menos culta, es casi tanto como ser un bicho raro. No hace demasiado tiempo intelectuales y poetas se reunían en los cafés de las ciudades para discutir, no solo de política, también de arte y de cultura en general, casi de la misma forma que lo hacían los senadores en Roma o la antigua Grecia. Si comparamos aquellas mentes elocuentes y claras con lo que hoy podemos escuchar en cualquier bar, nos daremos cuenta enseguida de nuestra pérdida.

En menos de cincuenta años, hemos pasado de tener convicciones morales a ser amorales, de cuidar a nuestros hijos a ceder su porvenir a una sociedad enferma y decrépita, de tener universidades independientes a universidades que trabajan para crear engranajes y piezas para sostener un sistema absolutamente perecedero. Las Universidades ya no forman personas, forman máquinas.

Enfrentarse al peligro es de valientes, pero ignorarlo es de idiotas. El peligro que se cierne sobre esta sociedad sociedad, que a renegado de su historia, de la cultura y del conocimiento, es la sumisión al totalitarismo. Un individuo sin capacidad crítica, incapaz de percibir el peligro, incapaz de reconocer lo que significa la libertad, es permeable a todo tipo de engaños que provengan del poder, algo que cada vez se hace más patente.
Quien controla la educación de un pueblo tiene en su mano el futuro de éste, y se da el caso que nuestro futuro está en manos de unos irresponsables, incapaces de ver el resultado de una sociedad empobrecida, incapaz de rebelarse ante el poder. Que fácil va ha ser para futuros déspotas hacerse con el control de una sociedad desprovistas de armamento intelectual para defenderse.