No son pocas las ocasiones en que al
hablar de ciertos temas parece que mi interlocutor prefiriese no
estar allí. Pero ya atrapados por la aplastante veracidad de los
argumentos y mi insistencia, o después de enseñarle algún vídeo o prueba,
se confiesa y me dice -No si todo esto ya lo se, pero más vale no
pensar en ello.- Entonces pienso: esta la actitud es la del avestruz, que
viéndoselas venir prefiere, enterrar la cabeza debajo de la tierra, aunque sabe que el peligro sigue estando ahí. Aunque no estoy de
acuerdo con su proceder, no es mi intención cambiar a nadie, por lo
que no insisto, aunque reconozco no poder evitar sentir cierta pena al ver
que estoy frente a una causa perdida.
Es por esto que este artículo es solo
para aquellos que quieren tomar conciencia y no esconder la cabeza
ante una terrible realidad, los que prefieren vivir felices, que lo
sigan haciendo y se abstengan de leerlo o de ver el vídeo que he
puesto debajo, pues es mejor para ellos.
Hace ya algún tiempo que médicos e
investigadores independientes están dando la voz de alarma sobre la peligrosidad de algunos tóxicos con los que la industria química
esta inundando el planeta. Son venenos nocivos para nosotros, pero
mucho más para las generaciones venideras. Médicos como el doctor
Olea Serrano, eminente investigador y del que he dejado el vídeo de una conferencia suya abajo, hace especial mención a
aquellas sustancias de origen artificial, que por sus propiedades
químicas son capaces, al entrar en nuestro torrente sanguíneo, de
imitar las hormonas naturales de nuestro cuerpo. Una de estas
hormonas y principal objetivo de sus investigaciones son los
estrógenos.
Como muchas mujeres saben bien, los
estrógenos, entre otras muchas funciones, regulan los ciclos
reproductivos, la formación y distribución de la grasa corporal,
del colesterol bueno y el aumento de los conductos mamarios, solo por
poner algunas. Pero la Una de sus funciones, quizás la más
critica y menos conocida, es la función de regulación que realizan del proceso de formación de los órganos
sexuales en el proceso de crecimiento del feto femenino. Según afirma el Dr. Serrano, al penetrar las hormonas
artificiales procedentes de la industria química, estas son
aceptadas por nuestros cuerpos como las naturales, pero al no serlo y
no actuar como tales, se convierten en disruptores nocivos para el
natural funcionamiento de nuestros cuerpos, afectando a todas estas
funciones que realiza la hormona natural, entre ellas la protección
que ejerce esta hormona en el cuerpo de la mujer contra el cáncer y
otras enfermedades.
Investigaciones llevadas a cabo por
este doctor, basándose en estadísticas fidedignas, dejan clara la
relación directa entre el cáncer de mama en las mujeres con la
presencia de estas sustancias en la sangre, así como la incidencia
de distrocia y cáncer testicular en los hombres. Por otra parte,
no hay más que echarle un vistazo a otras estadísticas para ver
que la calidad del esperma de los barones en países desarrollados
ha sufrido un fuerte deterioro en los últimos cincuenta años, y
que esta disminución coincide con la producción de estos químicos. Pero lo más grave, es que los más vulnerables a la
exposición de estas sustancias son los cuerpos en
formación. En esta delicada etapa, cualquier sustancia capaz de
atravesar la placenta, y las sustancia de las que estoy hablando lo
son, pueden alterar el desarrollo del aparato sexual del feto u otras
funciones vitales, provocando malformaciones y propensión al cáncer
en las mujeres, o afeminamiento y otras alteraciones en los fetos
varones, destacando claramente la distrocia testicular y la
disminución y calidad del semen.
No nos debería sorprender, que a
pesar de los muchos estudios que demuestran claramente la incidencia
perniciosa de estas sustancias en el ser humano, la industria química
siga produciéndolas, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de
productos que utilizamos en nuestra vida cotidiana que contienen
alguna de estas sustancias. Casi todos los tipos de plásticos,
cremas de belleza, champús, jabones, detergentes, pesticidas,
herbicidas y muchos más que no cabrían en este artículo, las
contienen o son utilizados en los procesos de producción de los mismos.
Se puede apreciar que los intereses
económicos nuevamente prevalecen sobre nuestra salud. Mientras, los
organismos oficiales, encargados de velar por la salubridad y uso de
sustancias químicas peligrosas, hacen la vista gorda argumentando
una bajo riesgo en determinadas cantidades. Ellos no tiene en cuenta
que ninguna cantidad es pequeña cuando puede alterar el normal
funcionamiento de nuestros cuerpos. Por otra parte, tal y como se
afirma en el vídeo de abajo, no consideran la suma de las sustancias
en un producto, sino las cantidades por separado de los mismos.
Teniendo en cuenta la interrelación de estas sustancia y el efecto
acumulativo, y que todas producen el mismo efecto, deberían
considerarse en su conjunto y no por separado, pues de lo contrario
no se puede determinar el nivel de peligrosidad real, que es muy
alto, aunque sean cantidades ínfimas de cada sustancia. Además,
tampoco se tiene en cuenta que dichas sustancias están en infinidad
de productos de usos diario.
Pero no quiero acabar este artículo
con una nota positiva, haciendo mención a algunas medidas que
podemos tomar para hacer que la actitud de la industria cambie su
forma de proceder.
La primera y más importante es
rechazar o minimizar el uso del plástico en bebidas. Las bebidas
envasadas en envases de plástico son las más susceptibles de sufrir
degradación al estar expuestas al sol y al calor. Hay que saber que
esta es la mejor forma para que se liberen estas sustancias nocivas
en el líquido que contienen. Antiguamente, algunos lo recordarán,
usábamos cristal para las bebidas. Aunque más frágil, el cristal
es químicamente inerte y reciclable. Su uso, como otras muchas cosas
que no resultaban suficientemente rentables para la industria, han
sido sustituidas por otras de menor coste o facilidad de proceso,
pero de dudosa salubridad para nuestros cuerpos. Nosotros podemos
forzar su vuelta al elegir lo que compramos. No es cierto que sea más
barata la producción de plástico que de vidrio si este se recicla o
se reutiliza; ni siquiera la cantidad de energía es mayor. Y aunque
lo fuese debemos de pensar en nuestra salud, que no tiene precio.
Aunque no en una sustancia que tenga relación con las que he mencionado asta el momento, es muy importante
que rechace cualquier producto que contenga flúor. El flúor es un
veneno presente en la mayor parte de los raticidas. Infórmese en su
ayuntamiento si se fruorizan las aguas. Aunque le digan que es para
prevenir la caries, jamás se ha demostrado que sea así. Lo que si
está claro es que el flúor es un poderoso antidepresivo y que se
usa en venenos. Exija a su ayuntamiento o compañía de aguas,
poniéndose en contacto con asociaciones vecinales si es necesario,
que eliminen esta práctica insalubre de fruorizar el agua. Tanga en
cuenta que este flúor que se hecha en el agua es el residuo que se
obtiene de la extracción del aluminio, entre otras cosas.
Pero lo
mas importante de todo, es que sea consciente de todo esto y no
esconda la cabeza. Es su responsabilidad procurar un futuro saludable
para sus hijos. Ellos no necesitan juguetes de plástico que puedan
morder, necesitan su cariño y su protección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si no estas de acuerdo o quieres aportar algo, deja tu comentario.