Los gobiernos no
quieren que seas sabio, ninguna institución política o religiosa
desea personas sabias en su seno. Todas temen a estas personas
porque no obedecen ciegamente, porque no se dejan manipular o
doblegar, no actúan como robots, se cuestionan toda la información
que reciben. Para una persona sabia no hay fuente de información
fiable, todas son cuestionables, tampoco líder político de fiar.
Las personas sabias prefieren morir antes que vivir siendo esclavos.
Estas personas son temidas por las religiones y las multinacionales,
rechazadas por los ejércitos odiadas por los gobiernos; que harán
todo lo posible para neutralizarlas.
No hay que confundir
la inteligencia con la sabiduría. Aunque es cierto que para ser
sabio se necesita inteligencia, no es cierto que alguien inteligente
tenga que ser sabio. Hay personas muy inteligentes, que pese a su
gran intelecto son unos ineptos, es más, puedes ser psicópatas
dispuestos a joderte la vida. Las personas sabias no van por ahí
haciendo el mal a los demás, aprovechándose de ellos o compitiendo
contra otros, colaboran y se ayudan entre ellos, porque como sabios
saben que de ello recibirán mucho más que lo que ofrecen. No
rehuyen de las experiencias nuevas ni hacen juicios a priori. Saben
perfectamente que las cosas pueden no ser lo que parecen.
Todo nace con un
comentario o con una intuición; algo no cuadra y te indica que las
cosas no son como parecen u otros dicen que son. Si ante esa duda no
buscas tu propia respuesta, a buen seguro no serás una persona
sabia, porque las personas que pretenden tal atributo quieren
conocer su entorno para estar prevenidos de eventualidades. Las
versiones oficiales, lo que diga la ciencia, la apariencia, nada de
esto basta para configurar una verdad. Es la propia experiencia y los
resultados de la misma lo que configuran el entorno. Solo cada uno
puede dibujar su propio mundo.
La volatilidad del valor del dinero está provocando que en los últimos tiempos que nuestro trabajo pierda también valor, es decir, los sueldos disminuyen y el coste de la vida y los impuestos suben. Hoy tener un trabajo ya ni siquiera garantiza disponer de lo necesario para vivir. Esta distorsión se debe a cuatro ideas , carentes de toda razón y lógica, que han se han impuesto como el ideario macabro que condicionado nuestras vidas hasta llegar a la semi-esclavitud:
1. Sociedad de consumo: Constantemente estamos siendo bombardeados con estímulos subliminales o directos que no conducen a pensar en una idea del bienestar equivocada y maniquea, donde el lujo y lo superfluo son las metas y lo necesario representa la pobreza. Algunas de las ideas que hemos adoptado son de una estupidez impropias de gente que se supone inteligente: Pensar, por ejemplo, que para ser diferentes hay que tener cosas diferentes a los demás, aunque estas cumplan la misma finalidad, que lo escaso es valioso por ser escaso y no por su utilidad real o que la ropa distingue a la persona que la lleva, entre otras muchas; son las ideas estúpidas que han conformado lo que llamamos sociedad de consumo. La consecuencia de este pensamiento ilógico, en mi opinión inducido de forma intencionada, es una mayor necesidad de trabajo y una desigualdad de recursos básicos creciente. Mientras unos nadan en el lujo, otros tienen, literalmente, que matarse a trabajar para asegurarse de tener lo básico. Así mismo es la causa de que algunos psicópatas atesoran cantidades indecentes de dinero, suficiente como para que no hubiese una sola persona en este mundo que pasase hambre. Pero claro, sin la sociedad de consumo, sería impensable la existencia de de la segunda idea equivocada.
2. El dinero: Es la fuente de toda confusión. En si mismo, representa una gran mentira por la que la mayoría de personas perdemos la vida trabajando inútilmente para obtenerlo, y lo hacemos sin ser conscientes que no tiene un valor real. Se ha convertido en una motivación y un objetivo vital, a pesar de ser una simple representación de un valor efímero y manipulable. Unas cuantas entidades privadas lo emiten y lo regulan en exclusiva, lo que hace que quedamos a su merced, sin defensa posible ante sus decisiones. Pero lo peor que tiene el dinero son las cosas que se hacen por conseguirlo, ya que se ha convertido en una motivación en si mismo, en un bien. Hoy es más importante obtener beneficio monetario que beneficio real. Esto es así hasta el punto de que algunas empresas farmacéuticas producen medicamentos que no para curar, sino para hacer que la enfermedad se vuelva crónica y poder vender más producto. Otros se dedican a producir cosas con fecha de caducidad inducida para poder así vender más; lo que se llama obsolescencia programada. Y si hay alguien que hoy en día piense que algunas empresas no ocultan tecnologías que arruinarían sus negocios, aunque estas tecnologías mejorasen el mundo, es que no puede ver más allá de sus narices, pues si hay dinero que perder no importa quien sufra. En resumen, todo lo que se haga debe hacerse para conseguir dinero, pero claro, el dinero no es más que una representación, no es un beneficio real directo que suponga una mejora en la calidad de vida, sino solo la obtención del mismo.
3. La política: considerar que las instituciones que gobiernan el mundo en un sistema basado en el dinero, van ha defender el beneficio humano y no el monetario, es tan ingenuo como pensar que una empresa armamentística produce armas para mantener la paz. No hay en la práctica ninguna órgano gubernamental que no esté contaminado por intereses financieros, ya sean las personas que dirigen o de la institución en si. Todas lo estamentos del estado u organizaciones políticas, alcanzado cierto tamaño o nivel de poder, acaban en manos de los intereses capitalistas.
4. Propiedad privada. En si mismo es un término falaz, teniendo en cuenta que la vida tiene fecha de caducidad. Es absolutamente inmoral tener algo útil para otras personas guardadas en una vitrina, sólo para contemplarla. Tan inútil como desperdiciar la riqueza de una tierra cultivable para que el dueño y señor de las tierras la utilice como coto de caza particular. El interés común debe prevalecer siempre sobre el particular. Ya Platón intuyó que su república no se podría salvar si no se arbolecía la propiedad privada. Y efecto, la propiedad privada representa uno de los defectos de la mente, el apego.
Resulta curioso comprobar que nadie dentro del sistema cuestiona el dinero y sus procesos, que nadie plantee alternativas, salvo contados grupos de personas que han decidido desprenderse de este yugo y renunciar al control que suponen vivir en una sociedad cada día más controlada, menos libre e inhumana. No debemos esperar demasiado a que esto cambie, ya que la inmensa mayoría de las personas viven engañadas, por tanto, sometidas al sistema. Cumplen sus leyes, pagan sus impuestos y votan en las elecciones amañadas de las falsas democracias, que solo son una ilusión.
El Imperio Británico
fue artífice de una de las peores ideologías concebidas por mete
humana y que dio pie a la situación actual del estado del mundo,
creadora de guerras fratricidas, injusticia, desigualdad y pobreza;
me refiero, por supuesto, al capitalismo. Pero como en todo lo
humano, este imperio no ha sido ajeno a la contradicción. Si bien es
el artífice de esta gran estafa para el mundo, no se puede negar su
capacidad para ser cuna de hombres ilustres,doctos, sabios y
visionarios, con la habilidad de intuir las consecuencias del
capitalismo y prevenirnos de sus efectos. Entre esos hombres nacidos
bajo el yugo de esta paradoja, Tomás Moro fue uno de los mejores
exponentes de lo bueno que ha dado este imperio. Un hombre
ilustre y docto, que como muchos otros de su época, fueron
injustamente acallados por el filo del hacha.
Tomás Moro fue un
visionario porque se anticipó a las consecuencias del capitalismo
mucho antes de que sus consecuencias se vieran claras. Supo ver sus
defectos y como empezaban ha afectar a la naturaleza humana en toda
su extensión. Esta visión la convirtió en una obra literaria que
llamó Utopía. Escrita en 1516, esta obra es calificada por
algunos como los inicios de ciencia ficción, pero los que así la
ven yerran completamente y no son objetivos a la hora de juzgarla
tan a la ligera. La obra en sí, es una crítica descarnada al
capitalismo. Han sido muchos lo que a lo largo de la historia han
visto estas consecuencias, pero al contrario de estos, que solo se
limitaban a la crítica, Tomás Moro plantó una alternativa
científicamente viable, acorde con la ley natural que debiera ser la
máxima que condujese el destino de una sociedad justa.
Más de quinientos
años antes de que nos diésemos cuenta de habíamos embarcado en
una nave condenada al naufragio, Tomas Moro avisó de que estaba
plagada de vías aguas, pero como está ocurriendo hoy en día, muy
pocos le creyeron. Ahora, cuando el naufragio es inminente,
movimientos como Zitgeist, que como el Santo Tomás avisan del
desastre y promueven alternativas similares a las de Utopía, tampoco
son escuchadas. El movimiento Zitgeist actualiza Utopía con los
avances científicos y la tecnología al servicio del hombre y no del
capital. Poniéndose en práctica estas teorías, las seis horas que
se trabajan en Utopía quedarían reducidas a cuatro, en un estado
del bienestar nunca conocido por la humanidad. Pero antes de que
Utopía pueda hacerse realidad, debemos desprendernos de todos los
engaños y tretas que el capitalismo a puesto para ser aceptado como
dogma.
Utopía es la linea
media entre la libertad y el bien común. Uno de los párrafos que
más me ha gustado es el que hace referencia al oro y que tengo a
bien poner aquí:
“Estos
se preguntan, en efecto, si puede haber hombres que queden
embelesados ante el brillo engañoso de una perla diminuta o de una
piedra preciosa, cuando tienen la posibilidad de contemplar una
estrella, y hasta el mismo sol. Se maravillan de que haya alguien tan
rematadamente loco que se considere más noble por la lana más fina
que viste. ¡Después de todo, esta lana, por fino que sea su hilo,
la llevó antes una oveja, y nunca dejó por ello de ser oveja! No
les cabe en la cabeza que el oro, tan inútil por naturaleza, haya
adquirido en todos los países del mundo un valor táctico tan
considerable que sea mucho más estimado que el mismo hombre, y ello
a pesar de que su valor haya sido sacado por y para el mismo hombre.
No salen de su asombro ante el hecho de que un plomo, sin más
talento que un tronco, y tan falto de escrúpulos como zafio, pueda
tener bajo su dependencia a multitud de hombres honrados y buenos
sólo por la única razón de que un buen día le llovieron del cielo
un montón de monedas. Pero, cuidado, que un revés de la fortuna o
una interpretación de las leyes que no menos que la fortuna pone las
cosas patas arriba puede
arrebatar
el dinero a nuestro héroe, para ponerlo en manos del más rufián de
sus criados. Entonces, no hay por qué admirarse de ver al amo
convertido en criado de su criado, como apéndice y aditamento de su
dinero.”
La idea que tenía
Tomas Moro del oro, no dista mucho de nuestro dinero actual, y se
hace patente en este párrafo. Intuyó, no en toda su extensión, la
naturaleza del engaño que hoy en día sufrimos debido al uso del
dinero, derivado de una de las más grandes mentiras creadas
artificialmente para que sigamos en el sistema, la escasez.
Esta idea de escasez
solo es entendida si se considera que todas las cosas inútiles que
hoy en día se producen tiene razón de ser.
¿De que sirve
fabricar diferentes modelos de vehículos, incluso de que sirve
fabricar vehículos existiendo buenos trasportes públicos?
¿De que manera
afecta a un tejido adornos innecesarios para proteger del frío o del
calor?
¿Porqué existen
tal cantidad de refrescos, de diferentes sabores, metidos en botellas
de plástico? ¿Acaso estos pueden ser mejores que el agua de un
manantial puro?
Cosas tan banales
son la causa de la escasez y el dinero es necesario. Es una gran
mentira, una estafa monumental. Si todo el mundo tuviese al alcance
de la mano aquello que realmente necesitase para vivir, el dinero no
tendría razón de existir.
Por otro lado, y
para acabar, tengo que destacar la referencia que éste escritor hace
a las leyes y su origen. Estos dos párrafos pone al descubierto otra
de las causas de muchos males, “La propiedad privada”:
“Por
eso, no puedo menos de acordarme de las muy prudentes y sabias
instituciones de los utopianos. Es un país que se rige con muy pocas
leyes, pero tan eficaces, que aunque se premia la virtud, sin
embargo, a nadie le falta nada. Toda la riqueza está repartida entre
todos. Por el contrario, en nuestro país y en otros muchos,
constantemente se promulgan multitud de leyes. Ninguna es eficaz, sin
embargo. Aquí cada uno llama patrimonio suyo personal a cuanto ha
adquirido. Las mil leyes que cada día se dictan entre nosotros no
son suficientes para poder adquirir algo, para conservarlo o para
saber lo que es de uno o de otro. ¿Qué otra cosa significan los
pleitos sin fin que están surgiendo siempre y no acaban nunca?
Cuando
considero en mi interior todo esto, más doy la razón a Platón. Y
menos me extraña que no quisiera legislar a aquellas ciudades que
previamente no querían poner en común todos sus bienes. Hombre de
rara inteligencia, pronto llegó a la conclusión de que no había
sino un camino para salvar la república: la aplicación del
principio de la igualdad de bienes. Ahora bien, la igualdad es
imposible, a mi juicio, mientras en un Estado siga en vigor la
propiedad privada. En efecto, mientras se pueda con ciertos papeles
asegurar la propiedad de cuanto uno quiera, de nada servirá la
abundancia de bienes. Vendrán a caer en manos de unos pocos, dejando
a los demás en la miseria. Y sucede que estos últimos son
merecedores de mejor suerte que los primeros. Pues estos son rapaces,
malvados, inútiles; aquellos, en cambio, son gente honesta y
sencilla, que contribuye más al bien público que a su interés
personal.”
Todo el que sienta
que algo no funciona en esta sociedad, debería haber leído alguna
vez estos textos, y saber así a cuan temprana edad el capitalismo y
otros ismos, de su misma naturaleza, solo han sido herramientas,
utilizadas por unos pocos, para acaparar riqueza y poder a costa de
los demás. Cabe preguntarse, si estos ismos, son fruto de la
causalidad o la casualidad. Yo más bien me inclino por la primera
opción.
Pongo aquí dos enlaces, uno para el que quiera leer y otro para el que lo quiera escuchar.
La industria del
cine en Hollywood mueve millones de dólares, pero puede que ganar
dinero no sea el único motivo para la producción de películas. De
hecho, la mal llamada piratería en Internet combinada con los
homecinemas, está haciendo que producir películas sea cada vez
menos rentable.
Así pues ¿Que hace
posible seguir haciendo grandes producciones con presupuestos
desorbitados?
“El
francotirador” o “La noche más oscura” o “Argo” nos
enseñan que el fin, por muy inhumano que sea, justifica los medios.
Estas tres producciones americanas, entre otras muchas, parecen
hechas por encargo del gobierno, con el fin de cambiar a la opinión
pública respecto actos claramente despreciables y que van en contra
de todo derecho humano. Así mismo justificar la nefasta política
exterior americana. En la película “El Francotirador”, se nos
muestra un anti-héroe muy patriótico él, que dispara a distancia,
sin dar la oportunidad de defenderse al enemigo, que siempre, como no
podría ser de otra manera en una película patriótica, es un
terrorista supermalvado, que en ocasiones se personifica en
mujeres e incluso niños. Lo que la película no cuenta, es que las
personas que este supuesto héroe mata, no son terroristas porque sí.
Son personas que intentan defenderse de una invasión extranjera y
no salvajes despiadados sin alma.
De esta forma,
contando una historia simple y sin complicarse mucho la vida, Clint
Eastwood, un tipo que hasta que hizo esta película lo consideraba un
buen director y más inteligente, nos intenta convencer de que matar
preventivamente y de forma cobarde está justificado. Entra dentro
de lo posible, que como ha sucedido en otras ocasiones, Jason Hall,
el guionista de esta película, fuese instado a contar esta historia
por la C.I.A. No sería ni la única ni la primera vez que este
organismo interviene para ensalzar el patriotismo o crear pautas de
conducta sociales o justificar las políticas americanas. Curiosamente, al igual que pasa con algunos premios Novel, estas autenticas bazofias de guión simplista y poco trabajado, son galardonadas con Oscars, que yo calificaría como premios al cinismo y la hipocresía.
En segunda la
película “La noche más oscura” , una película premiada por la academia, se evidencia de forma mucho
mas clara esta realidad. Es pura propaganda disfrazada película.
Recrea burdamente la captura de un terrorista, que por cierto, fue
creado por la propia CIA, me refiero, claro está a Osama Bin Laden. A
parte de falsear la verdad de forma descarada, justifica y de que
manera, que la tortura física y psicológica está bien para obtener
información, como un mal necesario.
Estas dos películas
quieren hacernos creer que todos los que matan son terroristas, y
que la administración americana es la hermanita de la caridad que
viene a salvarnos de estos salvajes. Pero los hechos, al margen de la ficción de la que no se apartan las películas, apuntan
a otra verdad. La propia administración de Obama es, a día de hoy,
la que ejerce y promueve el terrorismo en todo el mundo. No solo lo
financia directamente a través de sus agencias secretas, sino que con
sus políticas imperialistas e injerencias constantes en países con
recursos, lo fomenta.
¿De que otra manera
puede defenderse un país que no tiene ni armamento ni los medios de
su adversario?
Por otra parte, no
se le puede llamar otra cosa que terrorismo, a lo que sus drones
hacen todos los días en Pakistan, Yemen y otros tantos países.
Donde personas, muchas veces ajenas a cualquier acto criminal, por
tanto inocentes, muren a voluntad de las órdenes de ejecución
firmadas por Obama. Incluso, aunque fuesen terroristas, toda
persona tiene derecho a un juicio justo, algo que está en la
declaración de derechos del humanos y en la propia Constitución
Americana. Son películas como estas, las que intentan socavar
nuestro subconsciente, condicionando nuestra forma de ver las cosas.
Pero claro, de todo
esto surge una duda respecto a aquellas películas que dejan entrever
una realidad plausible, sobre tramas políticas reales urdidas en
el seno del gobierno americano y que han sido éxitos
cinematográficos. Pero éstas, la tramas acaban casi siempre siendo
descubiertas y los conspiradores atrapados, dando así la impresión
falsa que todos los malos acaban pagando sus fechorías. Todos
sabemos que esto es falso, pero en las películas no lo pintan así,
dándonos a entender que hay una justicia real; esa es la idea. Pero,
si fuese así, Dick Cheney, George Bush y todos los que mintieron
sobre las armas de destrucción masiva de Iraq, estarían en la
cárcel, cosa que no ha sucedido.
Si pensamos que va a
llegar Morfeo para ofrecernos la pastillita, es qué o que los
indios americanos ganaron a los blancos en la conquista de su
territorio, como en Avatar, es que estamos abducidos por la
industria Hollywoodiense y su manipulación de la realidad. Puede
que Matrix sea una de esas películas que deja entrever la verdad,
pero para verla, no es necesario tomar ninguna pastilla, es una
cuestión de decidir cual es la verdad y no dejarse engañar por
encantos de sirena de Hollywood.
El cine, como los
medios de comunicación son pagados por un sistema, cuyo propósito,
es el control a las masas y sometimiento del individuo al pensamiento
único y disciplinado, condicionando sus elecciones y gustos. Tanto
la educación como la posterior manipulación mediática, son en si
mismas una extensa red para atrapar en el inmovilismo a la especie
humana. Hollywood forma parte integrante de esta red.
Si te gusta el cine
por sus efectos especiales, la espectacularidad y la fuerza de la
imagen, tienes que tener cuidado de no dejarte influenciar por los
mensajes subliminales de las películas. No encontraras en la vida
real a un Superman que te salve, el único que puede salvarte de la
mentira y del sometimiento eres tu mismo. El auténtico superhéroe,
es aquél que va en contra de la corriente y piensa por si mismo.
Comparto este vídeo como ejemplo de gente que piensa lo mismo que yo.
Hoy ha sido uno día
tranquilo al que podido dedicar tiempo para leer. Como no sabía el
qué, me puse a buscar algo entretenido. Por casualidad cayó en mis
manos este texto del Marqués de Sade y que quiero compartir. Tengo que decir que no
solo me ha hecho reír, sino también comprender mejor la fuerza de
las palabras. Sé que para muchos esto les parecerá una obviedad,
pero para mí, todavía falto de cultura y de lecturas complicadas
este texto me ha parecido todo un descubrimiento, sobre todo por ver como personas
diestras en letras pueden narrar una historia tan escabrosa sin
utilizar ni un solo término soez; esto me ha resultado muy didáctico.
Creo entender que la intencionalidad de este texto, que
califico como satírico, es una dura crítica contra la iglesia y su hipocresía,
así como los más bajos instintos, pero juzgar vosotros. Sin más lo dejo para disfrute
del que quiera leer.
De todas las
ciencias que se inculcan a un niño cuando se trabaja en su
educación, los misterios del cristianismo, aun siendo sin duda una
de las materias más sublimes de esta educación, no son, sin
embargo, las que se introducen con mayor facilidad en su joven
espíritu. Persuadir, por ejemplo, a un muchacho de catorce o
quince años de que Dios padre y Dios hijo no son sino uno, que el
hijo es consustancial a su padre y que el padre lo es al hijo, etc.,
todo esto, por necesario que sea no obstante para la felicidad de la
vida es más difícil de hacer comprender que el álgebra y cuando se
quiere tener éxito, uno se ve obligado a emplear ciertas
equivalencias físicas, ciertas explicaciones materiales que, por
desproporcionadas que sean, facilitan, sin embargo, a un muchacho la
comprensión de la misteriosa materia.
Nadie estaba tan
plenamente convencido de este método como el padre Du Parquet,
preceptor del condesito de Nerceuil, que tenía unos quince años de
edad y el rostro más hermoso que fuera posible contemplar.
- Padre -decía
día tras día el joven conde a su preceptor-, de verdad que la
consustancialidad está por encima de mis fuerzas, me es
absolutamente imposible concebir que dos personas puedan convertirse
en una sola: aclaradme ese misterio, os lo suplico, o ponedlo al
menos a mi alcance.
El virtuoso
eclesiástico, deseoso de tener éxito en su educación, contento de
poder facilitar a su discípulo todo aquello que un día pudiera
hacer de él un hombre de provecho, ideó un procedimiento bastante
satisfactorio para allanar las dificultades que hacían cavilar al
conde, y este procedimiento, tomado de la naturaleza necesariamente,
tenía que resultar bien. Hizo venir a su casa a una jovencita de
trece a catorce años y tras asesorarla convenientemente la unió a
su joven discípulo.
Y bien -le
pregunta-, amigo mío, ¿entendéis ahora el misterio de la
consubstancialidad? ¿Comprendéis ya con menos dificultad que es
posible que dos personas se conviertan en una sola?
-Oh, Dios mío,
claro que sí, padre -responde el encantador energúmeno-; ahora lo
entiendo todo con una facilidad sorprendente. No me extraña que ese
misterio constituya, según se dice, toda la alegría de los seres
celestiales, pues es agradabilísimo divertirse haciendo de dos uno
solo.
Algunos días
más tarde el joven conde rogó a su preceptor que le diera otra
lección, pues pretendía que había aún algo en el misterio que no
comprendía bien y que no podría explicarse más que celebrándolo
una vez más en la forma en que ya lo había hecho. El complaciente
clérigo, a quien esta escena divertía probablemente tanto como a su
alumno, hace volver a la muchachita y la lección vuelve a empezar,
pero esta vez el clérigo, singularmente emocionado por el delicioso
panorama que ofrecía a sus ojos el guapo muchacho de Nerceuil
consubstanciándose con su compañera, no pudo resistirse a
intervenir en la explicación de la parábola evangélica y las
bellezas que con ese motivo recorren sus manos acaban por inflamarle
totalmente.
Me parece que
esto va demasiado de prisa -exclama Du Parquet, agarrando al
condesito por la cintura-, excesiva elasticidad en los movimientos,
por lo que resulta que no siendo tan íntima la conjunción no
refleja adecuadamente la imagen del misterio que hay que demostrar
aquí... Si nos ponemos, exacto de esta forma -prosigue el pícaro,
obsequiando a su joven discípulo con lo mismo que éste ofrece a la
muchacha.
¡Ah! Dios mío,
¡que me hacéis daño, padre! -exclama el muchacho-. Y además esta
ceremonia me parece inútil. ¿Qué otra cosa me enseña sobre el
misterio? -¡Oh diablos! -contesta el eclesiástico, balbuceando
de placer-. ¿Pero no ves, amigo mío, que te lo enseño todo de una
vez? Esto es la Trinidad, hijo mío… Hoy te estoy explicando la
Trinidad, cinco o seis lecciones más y serás doctor de la Sorbona.
La dirección
auto-destructiva de la sociedad no es producto de la casualidad, sino
de la intencionalidad. Durante mucho más tiempo del que pensamos,
la élite política y financiera, fundamentalmente está última,
con la colaboración de unas instituciones educativas sordas, ciegas
y obedientes, han conseguido idiotizar la sociedad hasta hacer que
esta permanezca impertérrita ante un peligro que ya no es capaz de
ver. Gracias a la ingeniería social capitalista, de Keynes y demás
predicadores y charlatanes del materialismo más radical, la
educación, como todo lo humano, ha tomado un rumbo de inexorable
caída hacia el clasismo y la decadencia. La diferencia entre la
educación común y la de los hijos de los oligarcas es abismal. Pero
ni siquiera la clase pudiente se salva de la quema en estos tiempos
de oscuridad. De la misma forma que se conduce a un obrero a su
destino, se educa a la clase pudiente a ocupar su estatus en la
cadena de mando, con la clara intención de prevenir posibles fugas
en el sistema de jerarquías, tan bien planificado como
deshumanizado.
Como he dicho antes
y me reitero, esto no es fruto de la casuística, esta educación se
ha diseñado y puesto en funcionamiento con intencionalidad y
alevosía; podría decir sin temor a equivocarme, que se trata de
una de las conspiraciones más evidentes de todas las que hay.
Los motivos por los
que se ha idiotizado a la sociedad se hacen patentes en las
elecciones o en cualquier encuesta sobre política. Julio Anguita,
con el que comparto algunos pensamientos, dijo en uno de sus
discursos recientes dijo: A los que más temo no son a los
neoliberales, sino a los que dicen que pasan de política y no acuden
a las urnas o votan siempre a los mismos, aunque estos les roben o
les perjudiquen. Julio no habló del porqué sucede esto, pero
conociendo el nivel cultural y la educación recibida por esta
generación de pasotas instrumentales, es fácil intuir la causa de
su temor.
Julio Anguita, como
otros políticos de la vieja escuela, son hombres cultos. Hoy en día,
tener cultura, utilizar palabras antiguas o retórica, más o menos
culta, es casi tanto como ser un bicho raro. No hace demasiado tiempo
intelectuales y poetas se reunían en los cafés de las ciudades para
discutir, no solo de política, también de arte y de cultura en
general, casi de la misma forma que lo hacían los senadores en Roma
o la antigua Grecia. Si comparamos aquellas mentes elocuentes y
claras con lo que hoy podemos escuchar en cualquier bar, nos daremos
cuenta enseguida de nuestra pérdida.
En menos de
cincuenta años, hemos pasado de tener convicciones morales a ser
amorales, de cuidar a nuestros hijos a ceder su porvenir a una
sociedad enferma y decrépita, de tener universidades independientes
a universidades que trabajan para crear engranajes y piezas para
sostener un sistema absolutamente perecedero. Las Universidades ya no
forman personas, forman máquinas.
Enfrentarse al
peligro es de valientes, pero ignorarlo es de idiotas. El peligro que
se cierne sobre esta sociedad sociedad, que a renegado de su
historia, de la cultura y del conocimiento, es la sumisión al
totalitarismo. Un individuo sin capacidad crítica, incapaz de
percibir el peligro, incapaz de reconocer lo que significa la
libertad, es permeable a todo tipo de engaños que provengan del
poder, algo que cada vez se hace más patente.
Quien controla la
educación de un pueblo tiene en su mano el futuro de éste, y se da
el caso que nuestro futuro está en manos de unos irresponsables,
incapaces de ver el resultado de una sociedad empobrecida, incapaz de
rebelarse ante el poder. Que fácil va ha ser para futuros déspotas
hacerse con el control de una sociedad desprovistas de armamento
intelectual para defenderse.