1. Sociedad de consumo: Constantemente estamos siendo bombardeados con estímulos subliminales o directos que no conducen a pensar en una idea del bienestar equivocada y maniquea, donde el lujo y lo superfluo son las metas y lo necesario representa la pobreza. Algunas de las ideas que hemos adoptado son de una estupidez impropias de gente que se supone inteligente: Pensar, por ejemplo, que para ser diferentes hay que tener cosas diferentes a los demás, aunque estas cumplan la misma finalidad, que lo escaso es valioso por ser escaso y no por su utilidad real o que la ropa distingue a la persona que la lleva, entre otras muchas; son las ideas estúpidas que han conformado lo que llamamos sociedad de consumo. La consecuencia de este pensamiento ilógico, en mi opinión inducido de forma intencionada, es una mayor necesidad de trabajo y una desigualdad de recursos básicos creciente. Mientras unos nadan en el lujo, otros tienen, literalmente, que matarse a trabajar para asegurarse de tener lo básico. Así mismo es la causa de que algunos psicópatas atesoran cantidades indecentes de dinero, suficiente como para que no hubiese una sola persona en este mundo que pasase hambre. Pero claro, sin la sociedad de consumo, sería impensable la existencia de de la segunda idea equivocada.
2. El dinero: Es la fuente de toda confusión. En si mismo, representa una gran mentira por la que la mayoría de personas perdemos la vida trabajando inútilmente para obtenerlo, y lo hacemos sin ser conscientes que no tiene un valor real. Se ha convertido en una motivación y un objetivo vital, a pesar de ser una simple representación de un valor efímero y manipulable. Unas cuantas entidades privadas lo emiten y lo regulan en exclusiva, lo que hace que quedamos a su merced, sin defensa posible ante sus decisiones. Pero lo peor que tiene el dinero son las cosas que se hacen por conseguirlo, ya que se ha convertido en una motivación en si mismo, en un bien. Hoy es más importante obtener beneficio monetario que beneficio real. Esto es así hasta el punto de que algunas empresas farmacéuticas producen medicamentos que no para curar, sino para hacer que la enfermedad se vuelva crónica y poder vender más producto. Otros se dedican a producir cosas con fecha de caducidad inducida para poder así vender más; lo que se llama obsolescencia programada. Y si hay alguien que hoy en día piense que algunas empresas no ocultan tecnologías que arruinarían sus negocios, aunque estas tecnologías mejorasen el mundo, es que no puede ver más allá de sus narices, pues si hay dinero que perder no importa quien sufra. En resumen, todo lo que se haga debe hacerse para conseguir dinero, pero claro, el dinero no es más que una representación, no es un beneficio real directo que suponga una mejora en la calidad de vida, sino solo la obtención del mismo.
3. La política: considerar que las instituciones que gobiernan el mundo en un sistema basado en el dinero, van ha defender el beneficio humano y no el monetario, es tan ingenuo como pensar que una empresa armamentística produce armas para mantener la paz. No hay en la práctica ninguna órgano gubernamental que no esté contaminado por intereses financieros, ya sean las personas que dirigen o de la institución en si. Todas lo estamentos del estado u organizaciones políticas, alcanzado cierto tamaño o nivel de poder, acaban en manos de los intereses capitalistas.
4. Propiedad privada. En si mismo es un término falaz, teniendo en cuenta que la vida tiene fecha de caducidad. Es absolutamente inmoral tener algo útil para otras personas guardadas en una vitrina, sólo para contemplarla. Tan inútil como desperdiciar la riqueza de una tierra cultivable para que el dueño y señor de las tierras la utilice como coto de caza particular. El interés común debe prevalecer siempre sobre el particular. Ya Platón intuyó que su república no se podría salvar si no se arbolecía la propiedad privada. Y efecto, la propiedad privada representa uno de los defectos de la mente, el apego.
Resulta curioso comprobar que nadie dentro del sistema cuestiona el dinero y sus procesos, que nadie plantee alternativas, salvo contados grupos de personas que han decidido desprenderse de este yugo y renunciar al control que suponen vivir en una sociedad cada día más controlada, menos libre e inhumana. No debemos esperar demasiado a que esto cambie, ya que la inmensa mayoría de las personas viven engañadas, por tanto, sometidas al sistema. Cumplen sus leyes, pagan sus impuestos y votan en las elecciones amañadas de las falsas democracias, que solo son una ilusión.
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