Se me quitan las ganas de intentar
explicar las cosas cuando veo, con tristeza, que en su inmensa
mayoría, la gente no tiene la visión necesaria para ver la realidad
tal y como es. Parecen ciegos aquellos que todavía confían en los
políticos como si fuesen la salvación para sus problemas, los que
se confían en organizaciones corruptas para defender sus derechos
inalienables. Estos ciegos acuden como borregos a los llamamientos
de estas organizaciones, en su mayor parte corruptas y deseosas de
poder. Acuden a sus sentadas, cadenas humanas y estupideces de
similar índole, sin pensar por un momento que lo único que
persiguen es su propio beneficio.
Esta pobre gente , todavía no han
entendido que nadie tiene el derecho de decirle a alguien quien és,
a que pueblo pertenece o que cultura es la suya. No entienden que el
nacionalismo es una idea artificial y caduca que es utilizada para
movilizarlos y a la vez, distraerlos de los verdaderos problemas que
hacen su vida más difícil en un mundo de abundancia.
Hoy, como si no hubiese cambiado nada
desde los tiempos de Hitler, la gente todavía sigue creyendo, como
si fuesen dioses, a los pastores de humanos; necesitan de ellos. Su
poca altura de miras no les permite ver siquiera, que los derechos no
son de los territorios, como proclaman estos energúmenos, sino de
los seres humanos. No necesitan banderas ni ideas trasnochadas para
defenderlos o defender su identidad, sino rebelarse ante aquellos que
les dicen lo que tienen que hacer y lo que no. Si piensan que así
llegará la tan ansiada e utópica democracia, que nunca existió,
que el pueblo se autogobernará, están muy equivocados. Lo único
que conseguirán es romper un estado opresor para que otro, de igual
naturaleza o peor, ocupe su lugar; cambia de manos la propiedad del
ganado, pero sigue siendo ganado.
Los medios de comunicación afines
exageran las cifras, son contrarios las minimizan. Cada uno
obedeciendo a los que les pagan, creando la separación que lleva,
inevitablemente, a la confrontación por viejos ideales que deberían
estar ya en el olvido. Es tan solo circo mediático calculado por
unos cuantos hambrientos de poder, a los que no les importa nada
la masa que arrastran tras de sí. Cuando las cosas se pongan feas, esos seguidores que tanto han ondeado sus banderas y los han seguido como perros falderos, que les que le han dado su confianza, serán sacrificados; como ya
hicieron en el pasado tantas veces. Y cuando lleguen al poder...
¿Que harán con los disidentes, aquellos que no comulgan con el
nuevo estado o que les gustaba el anterior? ¿Someterlos,
expulsarlos o eliminarlos?
El estado y la mal llamada democracia,
que en realidad es una aristocracia, es el sometimiento de la minoría
por una corriente de pensamiento mayoritaria. Es una barrera a la
libertad de pensamiento. La meta de esta aristocracia es el
pensamiento único, el sueño de dictador. Saldrán uno y entrarán
otros, nada cambiará, solo a quien perteneces, quien tiene tus
derechos de explotación, quien acude en tu nombre a pedir los
créditos al FMI.
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