De desencadenarse
una guerra a esta escala, la consecuencia, a parte de los millones de
muertos, sería dejar un mundo a merced de un gobierno mundial
impuesto y controlado por la élite. Esa pandilla de hijos de perra,
cargados de ambición, sedientos de sangre y que se creen con el
poder de ser dueños del mundo. Si llegase ese se momento y hiciesen
realidad su sueño, la libertad sería una palabra que caerá en el
olvido.
Ya hemos visto de lo
que son capaces y la manada de peleles que acude sin pensar cuando
suenan las cornetas. 1600 palestinos muertos y más de 9000 heridos
en tan solo un par de semanas con armas convencionales. Un pueblo
masacrado y hundido en la miseria porque algunos, hartos de los
abusos del gobierno israelí, decidieron actuar de forma violenta. La
escusa perfecta que se esperaba para conseguir los fines del que se
considera pueblo elegido. Religión, nacionalismo, mentiras todas
ellas a guiar a los hombres a la guerra. Ojalá que Putin no entre al
trapo, porque hay mucho en juego. Tine un gran pueblo a su lado, una
tierra rica que no necesita de las supuestas bonanzas de Occidente;
más bien, Occidente necesita de Rusia más que nadie, sobre todo
para evitar que los planes de la élite se consoliden.
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