Resulta difícil
encontrar un solo día que los medios de comunicación catalanes no
hagan alusión al “proceso soberanista”, especialmente aquellos
cuya mayor fuente de ingresos proviene de las generosas subvenciones
que la Generalidad Catalana reparte. No es difícil entender el
empeño que ponen en esta labor, si tenemos en cuenta que muchos de
ellos no existirían sin el reparto de dinero público.
Gracias a esto y a
que ningún perro muerde la mano que le da de comer, día tras día
taladran a la sociedad catalana, a veces de forma sutil y otras
descarada, con el afán claro de cambiarla la opinión pública a
opciones favorables al denominado proceso. Una sociedad plural
libre, no debería ser permeable a y este ataque mediático, pero la
catalana, como otras, es una sociedad hastiada debido a muchos
factores pero especialmente porque son víctimas de las grabes
carencias producidas por un sistema económico injusto y caduco.
Para esta gente, que lo está pasando tan mal, es fácil encontrar
culpables a su situación, más si cabe, si no hay día que no les
digan donde están, quienes son y como acabar con ellos. Este
discurso demagógico, populista y falaz, cala especialmente en una
juventud sin futuro ni ilusión, aumentando el radicalismo y las
protestas contra un enemigo claramente de diseño, que además está
identificado por los medios que deberían ser, supuestamente,
independientes y creíbles. Ningún partido político, salvo los
llamados anti-capitalistas, hacen alusión al verdadero problema, que
no es otro que mal reparto de los recursos fruto de un sistema
capitalista; que es en realidad es una gran estafa piramidal. Pero el
discurso de los anti-capitalistas, así como el de Podemos tan
engañoso como el discurso independentista. Éstos partidos persiguen
el estalinismo como objetivo último. Es decir, retroceder en el
tiempo para traernos la ideología causante directa de la muerte de
millones de personas en la antigua URSS o en la china de Maho.
Es muy complicado
saber quienes son los verdaderos promotores del independentimo.
Quizás la respuesta esté en intereses puramente económicos o en la
estupidez más soberana, que es pensar que entre pocos se puede
arreglar un problema tan grande. Lo cierto y si que se sabe con
certeza, es que el independentismo cuesta mucho dinero, y que ese
dinero sale de los bolsillos de todos los contribuyentes. Sale de los
impuestos que pagamos todos; supuestamente para solventar los
problemas y no para crearlos. Ese dinero es destinado a propaganda
institucional, sueldos de cargos inútiles, asociaciones y palmeros
afines a tal empeño soberanista, a embajadas y soliviantar a una
masa cada vez más desorientada. Mientras esto sucede, la presión
fiscal aumenta, las lista de espera en hospitales, la atención
ciudadana y los servicios se deterioran. ¿Alguien se ha preguntado
que cantidad de dinero se ha destinado a este fin o que cambiará de
conseguirse?
Porque después de esto qué ¿Hay un proyecto de futuro? ¿Se acabará con esta gran estafa que es el sistema capitalista?
Mucho me temo que no hay respuestas para esta pregunta, pues ninguno que plantea la independencia o cualquier otra distracción, desea acabar con el sistema.
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