Recientemente ley en una revista de
divulgación científica un artículo sobre las conspiraciones. En él
se intentaba dar explicación al porque surgen y la causa de la gran
proliferación de las mismas en Internet. El susodicho artículo
ponía como causa probable a estas conspiraciones la falta de
información y la necesidad del cerebro humano de dar sentido a
sucesos que no tiene una fácil explicación. Según el autor,
algunos investigadores dicen que una parte del cerebro humano, el
izquierdo, suministraba a la otra parte del cerebro, la derecha, más
racional, la información necesaria para completar un puzle no
resulto; lo que sería una conspiración. En resumidas cuentas, con
esta explicación daba a entender que las conspiraciones son obra de
personas con mucha imaginación, capaces de crear tramas ficticias
para explicar acontecimientos que de otra manera son difíciles de
admitir.
Posteriormente hacía alusión directa
a muchas de las grandes tramas, ya clásicos en Internet, como el
derribo de las torres gemelas o el tema de los illuminati, entre
otras. En todos los casos menospreciando su veracidad sin aportar
ninguna prueba que quitase argumentos a los conspiradores. Hablaba
de la ausencia de un método científico que acreditase estas
conspiraciones, refiriéndose a la falta de pruebas. Al autor de
este artículo se le olvidó, quisiera pensar que por despiste, que
una de las cosas que hace un buen conspirador es ocultar las
pruebas, sobre todas aquellas que apunten directamente a su
intervención.
Hablando del método científico para
verificar una teoría, que yo sepa, existen dos métodos. El primero
de ellos es demostrar que la teoría es cierta por medio de pruebas y
experimentación, y la segunda es plantear una teoría que no pueda
tener argumentos en contra o poder ser demostrada su falsedad.
Ambos métodos son legítimos para llegar a la verdad. Dando por
cierto que muchas de las teorías conspiratorias existentes, como el
derribo de las torres gemelas no tiene argumentos en contra, y que
las pruebas aportadas, como un acto terrorista, por parte de los
organismos oficiales son menos sostenibles que las aportadas por los
teóricos de la conspiración ¿Cual es la verdad?
En cualquier caso, tal como dice este
articulista, la imaginación juega un papel muy importante, y yo
añado, no solo para los conspiradores, sino también para los medios
oficiales.
Las tramas conspiratorias son
referentes a temas de una indudable trascendencia para la opinión
pública, y es cierto que es la imaginación y no las pruebas son lo
que sirve para esclarecerlas. Pero esto es así porque las
explicaciones que aportan los estamentos oficiales no son fiables.
Algunas de sus explicaciones son verdades a medias o simplemente
mentiras . No es tanto el deseo del pueblo por dar una explicación
imaginativa a los sucesos, sino la falta de explicación y veracidad
de los gobernantes. Y lo hacen con temas que debieran ser
esclarecidos hasta sus últimas consecuencias. Y se de pruebas se
trata, las hay y muchas, de que los sucesos son ocultados a aquellos
que tienen el derecho de juzgar y evaluar las repercusiones y
responsabilidades, sin que la imaginación fuese el único medio para
llegar a la verdad. Nadie, y mucho menos el poder o los medios de
comunicación, tienen derecho a arrebatar al pueblo el conocimiento
de los hechos, sean estos atentados terroristas o maniobras
militares. Al fin y al cabo el pueblo es el que con su trabajo y
esfuerzo mantienen a estos parásitos. Esto, que debiera ser normal
en una sociedad llamada democrática, no ocurre así. El mundo de hoy
tiene secretos oficiales, control y millones de leyes para el pueblo,
pero todas las ventajas para mentir oficialmente al pueblo y quedar
impune. El pueblo ya no decide sobre el sistema económico, no
decide, ese derecho le ha sido arrebatado. Hoy son los bancos quienes
deciden el destino de la economía, bancos que son entidades privadas
con el único objetivo de obtener beneficio. En cuestiones
internacionales, son los gobiernos quienes plantean conflictos en
función de los intereses de los bancos, de la explotación de los
recursos de la distribución del poder mundial. Hoy el pueblo ya no
cuenta para nada, ha cedido su responsabilidad. Al final solo le
queda imaginar conspiraciones.
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