Si ya es bastante injusto pagar una
vivienda con el coste añadido de los intereses usureros, que muchas
veces superan en valor a la propia vivienda, mucho más lo es, que
después de haber trabajado como un burro durante años, y habiendo
pagado una parte impotente de la hipoteca, que por el impago de
algunos plazos, te dejen en la calle . Pero pese a lo injusto y el
drama que esto supone, es lo que le está sucediendo a miles de
familias; lo que está llevando a muchas familias a la desesperación
y a la indigencia, e incluso al suicidio, todo ello amparado por las
leyes. Me pregunto como es posible que estas leyes protejan al
poderoso frente al débil. Que circunstancias se han dado para que
las leyes salidas del parlamento, que supuestamente es la voluntad
popular, hayan acabado siendo herramientas del sistema financiero.
En un sistema realmente democrático
esto no debería suceder, pero esta no es una decisión popular, ni
un sistema democrático. De un sistema, que se denomina a si mismo
democrático, no deberían salir leyes que vayan en contra de los
derechos fundamentales de la persona. Si sucede así es porque no
estamos en un buen sistema, llámese como quieran llamarlo.
Lo que ahora hay, y que llaman
democracia, es un sistema de partitocracia, donde dos partidos se
turnan en el poder haciendo las mismas políticas y sirviendo a los
mismos intereses. Todos los países, del mal llamado primer mundo, se
rigen por este sistema bipartidista. En los últimos años, en
España, hemos tenido la oportunidad de ver y sufrir esta realidad,
de ver como los partidos y sus gobernantes han hecho aquello que les
mandan los poderes financieros, aplicando ambos politicas similares
siendo de ideologías supuestamente antagonistas. Sin embargo, muchos
siguen pensando que los que suben al poder es por voluntad popular y
van a defender al ciudadano frente al poder y la injusticia.
Si tuviésemos que buscar una respuesta
de como hemos llegado a esto, de como es posible que la democracia se
haya convertido en un sistema totalitario, yo diría que s algo que
tenía que pasar, pues la democracia es incompatible con el
capitalismo, al final el poder del dinero acaba convirtiendo la
democracia en un sistema completamente tiránico y déspota; lo mismo
que una dictadura, algo que ya predijo Platón en boca de Aristóteles
cuando afirmó : la
democracia es un sistema muy bueno, que TIENDE a CONVERTIRSE en
DICTADURA.
En una sociedad donde todo tiene un
precio y todo se vende, no hay decisión sopesada o crítica, todo
está manipulado por el marketing y las campañas de publicidad.
Aquél que tiene los mejores asesores de imagen, comunicadores y
líderes carismáticos es el que se lleva el gato al agua; y claro
está, estos solo pueden hacerlo aquellos que tiene el poder y el
dinero para ello. No es una cuestión de bienestar de la gente, es
una cuestión de beneficio, rentabilidad y poder. El dinero y el
sistema impuesto, alejada a los ciudadanos de la participación en
las decisiones importantes, pero lo peor de todo es que lo aleja de
su propia naturaleza espiritual. Ya no busca la razón de su
existencia o se cuestiona las grandes preguntas. El egoísmo, el
materialismo y todos los ismos surgen de este sistema. Perdidos
estos valores humanos, se cae en el conformismo y el placer
inmediato, asumiendo que la responsabilidad de cambiar las cosas es
de otros, dejando así desarmado al individuo ante el despotismo que
impone la mayoría democrática, que es una expresión del poder.
Los desahucios es la culminación del
triunfo del poder sobre los ciudadanos y sus derechos, de su tiranía
ejecutada por los poderes fácticos que manejan a su antojo a los
políticos, que financian sus campañas y controlan los medios de
comunicación.
Ante estas y otras injusticias, como la
crisis económica artificial que azota a todo el mundo, el
individuo se ve impotente y conducido al pensamiento único que
establece el sistema. Nada pude hacer más que resignarle a la visión
de la mayoría, a menos que quiera ser visto como un enemigo de la
democracia. Entonces el miedo, la educación, la desinformación y la
represión social, son utilizadas para evitar que existan muchas
ovejas negras en el rebaño que puedan alterar el orden establecido
por el poder. Ante este muro, el que quiera salirse del redil está
condenado al fracaso, o al menos eso pude pensar; pero estará
absolutamente equivocado. Si bien es cierto que cualquier
organización colectiva si fracasará en su intento de cambiar las
cosas, el individuo, como tal no. A lo largo de la historia miles de
hombres inconformistas cambiaron el mundo. Estos no eran diferentes a
cualquiera de nosotros, la única cosa que les diferenció fue su
voluntad y firmeza en sus convicciones.
Pero para llegar hasta ese nivel de
entereza, e individualmente derrotar al sistema, hace falta antes
concienciarse del poder de nuestra voluntad y estar dispuestos a
perderlo todo para ganar la batalla. Esto último es lo más difícil,
pues desde muy pequeños nos han enseñado que las cosas tiene una
cierta seguridad, que esa seguridad es algo a conseguir. Lo cierto es
que este concepto de seguridad que nos han enseñado, no es más que
una exacerbación del apego, a una forma de vida alejada de nuestro
yo interno y del orden natural de las cosas. El apego es lo que nos
hace ser superficiales y no buscar en nuestro interior la fuerza que
vence al más poderoso de los tiranos. El enemigo no es el banquero
avaricioso, ni el político corrupto, sino el ego que crea el miedo y
nos hace vulnerables ante ellos. Una vez vencido nuestro mayor
enemigo podremos acceder a nuestra voluntad, necesaria para
emprender un camino de desobediencia civil y resistencia, únicas
formas posibles de vencer y superar a este sistema tiránico sin
utilizar la violencia.
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