Ya ha pasado mucho tiempo desde que no
escribo ninguna cosa, y no es por falta de ganas sino por estar
harto de ver que el esfuerzo es vano. La mayor parte de las personas
están más preocupadas por sobrevivir en este mundo de locos que
por intentar cambiarlo. Entre la crisis fabricada, las preocupaciones
cotidianas y los entretenimientos creados para desviar nuestra
atención, a hecho que vivimos arrodillados soportando los abusos
del poder sin hacer nada. Esto es como pasar por este mundo sin haber
dejado un solo vestigio de nuestra presencia. Y eso desanima
bastante.
El motivo por el cual volví a escribir
lo encontré en un artículo referente al uranio empobrecido
utilizado en la guerra de Iraq y Bosnia. Al leerlo comprendí que
debía decir algo para intentar, que al menos, algunas personas más
se dieran cuenta de nuestra responsabilidad en todo esto. El
artículo en cuestión demuestra el grado de cinismo e hipocresía
que se alcanza cuando la ciudadanía renuncia a tener el control de
sus gobernantes.
Todo
el mundo recuerda bien el motivo que
se utilizó para la invasión
de Iraq. Todavía resuenan el los informativos de los medios de
desinformación masiva
aquella gran mentira de la
presencia de armas químicas
y nucleares en Iraq, algo
que se demostró completamente falso. Ni
los políticos ni sus
voceros se disculparon jamás por mentir al mundo. Lejos de tener
alguna consecuencia negativa para ellos, todos los que intervinieron
en la trama gozan hoy de puestos relevantes y
un estatus social alto.
Algunos,
como Aznar, todavía aspiran nuevamente al poder a
pesar de ser un mentiroso y promotor de la actual crisis en España.
Quizás porque en realidad no son tan inteligentes como se creen y
viendo lo bien que les funcionó en su momento, han
utilizado nuevamente la
misma
estrategia en
Siria, como lo hicieron antes en Libia. Tengo
la esperanza que después de todo lo vivido, ya todo el mundo sepa
que tanto
los atentados de las torres
gemelas como
otros atentados de falsa bandera, y
la presencia de armas de destrucción masiva, no
son más que mentiras
pertenecientes a estrategias
perversas para conseguir objetivos económicos, apropiarse de los
recursos, y por supuesto, perpetuar un sistema que está convirtiendo
nuestra vida en un infierno a
costa de que unos pocos
vivan
en la opulencia más absoluta.
Pero pensemos por un momento, y aunque
nos resulte molesto, en de las consecuencias de nuestra actitud
pasiva frente a lo que está pasando. Analicemos hasta que punto
somos culpables cada uno de nosotros por no actuar, el daño que se
produce, las muertes que se ocasionan ahora y en el futuro, y si no
hay motivos suficientes como para no plantarles cara a estos cínicos
asesinos internacionales, porque si esta gente hace lo que le da la
gana es gracias a nuestra pasividad.
Para empezar quiero exponer unas
cuantas cosas sobre el uranio empobrecido. Aunque seguro que hay
muchos que han investigado por su cuenta y saben la verdad de este
veneno, para aquellos que no lo saben, el uranio empobrecido es el
resultado del enriquecimiento del combustible nuclear utilizado en
las centrales atómicas y en la fabricación de bombas nucleares. Por
decirlo de una manera sencilla, es lo que queda después de extraer
casi todos los átomos de material fisionable del uranio. Y digo
casi, porque no todo el material fisionable, altamente radioactivo,
se separa de este residuo. El uranio empobrecido, por su alta
densidad, mucho mayor que la del plomo, tiene muchas propiedades
interesantes para la industria de la muerte. Penetra blindajes y se
inflama al impactar con el objetivo a gran velocidad. Pero su
principal ventaja es que es muy barato, ya que como he dicho, es un
residuo y además incómodo. Aunque no es un material muy
radioactivo, su vida media, antes de degenerar en otros materiales
no peligrosos, es muy larga; de millones de años. Por estas razones
se puede afirmar que la utilización de este material da dos
ventajas: por un lado mejora el armamento y por el otro se deshacen
de basura peligrosa arrojándola en territorios lejanos.
La O.N.S y otros organismos oficiales
dependientes de la élite se esfuerzan por convencernos de que el uso
de este material es inocuo para el medio ambiente y la vida, pero lo
cierto es que hay pruebas que demuestran estos informes están hechos
siguiendo las directrices de sus amos.
Para empezar, el uranio empobrecido
es un material radiactivo, con todas sus consecuencias. La radiación
emitida no es muy potente y se aleja muy lejos del material. Pero
esta misma radiación cuando actúa dentro de el cuerpo humano, en el
interior de las células, puede tener los mismos efectos
catastróficos que se tendrían con la exposición a materiales
altamente radioctivos como el bario o el radio.
El uranio empobrecido que se utiliza
en proyectiles, impacta contra el objetivo, inflamándose y
convirtiéndose en óxido de uranio. Las partículas más pesadas de
este material se depositan en el suelo y en el agua ra
rápidamente, pero las más finas y
ligeras pueden permanecer en el aire un tiempo breve, siendo
susceptibles de ser respiradas por animales y persona adhiriéndose a
las paredes de sus pulmones y pasar el torrente sanguíneo.
Las partículas depositadas en
terreno, las plantas y las aguas, pasan igualmente al organismo a
través de la cadena alimentaria. En ambos casos, al no ser un
material soluble en agua, permanece largo tiempo en los cuerpos. Una
vez dentro del cuerpo, el uranio libera radioactividad, produciendo
lesiones celulares graves que pueden derivar en cáncer, y en caso
que la persona afectada sea una mujer embarazada, malformaciones
genéticas atroces, como atestiguan estudios realizados por médicos
independientes. Estas investigaciones han demostrado el incremento de
la incidencia del cáncer en personas que residen en zonas
bombardeadas por proyectiles con uranio empobrecido como Fallujad, y
un espectacular aumento de casos de malformaciones. Así mismo, las
muestras recogidas en los cabellos demuestran que las personas
afectadas presentan una alta concentración de uranio. Teniendo en
cuenta que el cabello humano crece a una velocidad constante de un
centímetro por mes se ha determinado que en la fecha posterior a los
bombardeos la acumulación de este material asesino era entre seis y
diez veces mayor de lo normal.
Las dificultades que estos
investigadores han tenido a la hora de hacer el estudio, el hecho de
que el gobierno americano se niegue a dar las cifras de la cantidad
de material empleado y los lugares donde se ha utilizado, nos da
pistas sobre cual es el secreto que pretenden proteger. Pero por
mucho que lo nieguen u oculten los hechos, lo cierto es que las
pruebas de que el material utilizado en los bombardeos es la causa
del aumento del cáncer y las malformaciones genéticas es
incuestionable.
Y es que de casta le viene al galgo. Ya
en la guerra de Vietnam, el famoso agente naranja, un herbicida
producido por la que hoy es como la empresa multinacional más odiada
del planeta, Monsanto, fue rociado por el ejercito estadounidense sin
ningún tipo de control. El objetivo fue eliminar la frondosa selva
que impedía a los soldados americanos encontrar a sus enemigos
comunistas. El llamado agente naranja, no solo resultó nocivo para
las plantas; el pueblo y los mismos soldados americanos, fueron
afectados por extrañas enfermedades que derivaron en posteriores
defectos genéticos en los hijos engendrados por las personas
expuestas a este veneno,enfermedades que hoy sufren los vietnamitas.
No podemos permanecer más tiempo
pensado en que vamos a hacer, hay que actuar y cambiar de actitud
frente al poder. El secreto mejor guardado y que jamás debería ser
desvelado por el peligro que entraña para la élite dominante está
a simple vista, delante de nuestras narices; no son nada sin
nosotros, sin nuestros impuestos, sin nuestra colaboración, sin
nuestra obediencia a sus leyes opresoras. Insumisión, desobediencia
civil y la no utilización de sus sistema bancarios acabarían con su
poder en menos de un par de días, si solo un tercio de la población
mundial se rebelase. Se acabó el tiempo de la inacción y la
pasividad, es tiempo de revolución personal, desde cada uno. No hay
ideas políticas, grupos sociales o organizaciones que no esté
corrompidas por el poder, No os fiéis de ellas, solo de vosotros
mismos y de vuestra percepción. Solo vuestra verdad es la buena, y
si llegáis al punto donde yo estoy llegaréis a las mismas
conclusiones.
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