Aunque silenciosa,
en el planeta Tierra se está librando una cruenta guerra. Dos
adversarios luchan a muerte, uno es el sistema capitalista, el otro
la especie humana. Es una guerra desigual y atípica, donde el bando
que está ganado tiene un número de efectivos ínfimo comparado con
su enemigo. La ventaja táctica que le está llevando a la victoria,
no radica, aunque pudiese parecer, en los medios ilimitados de los
que dispone, sino en la ignorancia del bando contrario, que ni
siquiera sabe lo que está en guerra, y mucho menos, que está a
punto de sucumbir.
Nadie sabe cuando
comenzó, quizás con la creación del dinero, pude que con la
aparición del primer banco, lo que sabemos con certeza, al menos
los que somos conscientes de lo que sucede, es que el primer muerto
fue la verdad. Con las primeras victorias del bando opresor, la
verdad calló en el olvido y hasta ahora no se ha encontrado. Ya no
sabemos quien miente y quien no; no nos fiamos unos de otros. Es una
táctica como cualquier otra en una guerra. La primera oleada de
bombas siempre es lanzada para destruir las comunicaciones del
adversario; luego llega propaganda para dividir y
desmoralizar.
También, como sucede en cualquier guerra, los ganadores escriben la historia, y en esta, los escribas son, en su inmensa mayoría servidores del régimen capitalista, que poco a poco conquistó casi todo el territorio. La resistencia es residual, apenas unos pocos que desde la clandestinidad y utilizando los medios de los vencedores, hacen frente al asedio. Desposeídos de la credibilidad , las armas y con la atención de los suyos desviada a otros asuntos, a duras penas pueden moverse por el mundo sin ser tachados de locos. No es que no sean escuchados, es que la voz del enemigo es atronadora. La fuerza de sus voceros enmascara la verdad con mentiras de aparente verdad, y el pueblo las cree sin reflexionar; quizás porque creen que no hay alternativa o por pura supervivencia.
También, como sucede en cualquier guerra, los ganadores escriben la historia, y en esta, los escribas son, en su inmensa mayoría servidores del régimen capitalista, que poco a poco conquistó casi todo el territorio. La resistencia es residual, apenas unos pocos que desde la clandestinidad y utilizando los medios de los vencedores, hacen frente al asedio. Desposeídos de la credibilidad , las armas y con la atención de los suyos desviada a otros asuntos, a duras penas pueden moverse por el mundo sin ser tachados de locos. No es que no sean escuchados, es que la voz del enemigo es atronadora. La fuerza de sus voceros enmascara la verdad con mentiras de aparente verdad, y el pueblo las cree sin reflexionar; quizás porque creen que no hay alternativa o por pura supervivencia.
En otras guerras,
con bandos más equilibrados en fuerza, existían emisoras piratas
que informaban al pueblo y le daban esperanza, pero en esta guerra,
ni siquiera hay queda un resquicio de espacio radioeléctrico que no
esté copado por el sistema; y hay de aquel que se atreva a emitir
tan solo una palabra sin su permiso. Solo internet, y algunos
periodistas, que ya hace tiempo que son perseguidos, son los que
aportan algo de luz y esperanza.
Pero en medio de
esta desolación hay voces que se alzan, que utilizando el propio
sistema del enemigo comienzan a preocupar. Pablo Iglesias, alguien
desconocido hasta hace poco, ha conseguido llamar la atención de los
oprimidos y de los pro-sistema; su voz rezuma esperanza en el caos.
Nada más saber de su existencia, los capitalistas han lanzado el
contraataque. Todos sus medios de desinformación se han referido a
este hombre con todo tipo de improperios: friky, melenudo,
anti-sitema, iluminado, etarra, y todo lo que se les pasase por la
cabeza. Esta es una buena prueba de que comienzan a sentir miedo.
Pablo, sabe con
seguridad, que el bastión de su enemigo se asienta sobre unos
frágiles pilares. Sabe también, que bastaría un buen hachazo sobre
uno de ellos para que su mundo se desmoronara como un castillo de
naipes. Limitar el salario máximo, dar un sueldo por el simple hecho
de existir, no pagar las deudas, nacionalizar los bancos centrales,
son solo algunas de las promesas para que los dormidos despierten. Si
será capaz él y sus seguidores de limpiar este mundo de escoria,
solo de la firmeza con la que mantengan sus promesas decidirá. Sino
no no se mantienen firmes, acabarán como todo movimiento social
prometedor, enquistado y destruido desde dentro.
Por otro lado, cabe la posibilidad de que este nuevo líder de masas, no sea más que una parte de lo que se llama disidencia controlada. No veo en su programa la eliminación del sistema bancario, ni del dinero, ni su sustitución por otro sistema, por ejemplo, basado en una economía de recursos. Siendo esto así, cabe la posibilidad de que sea parte de la eterna distracción de la dualidad; derecha e izquierda, blanco negro, republicanos o monárquicos, separatistas o globalistas... En fin, más de lo mismo para mantener entretenido al populacho
Por otro lado, cabe la posibilidad de que este nuevo líder de masas, no sea más que una parte de lo que se llama disidencia controlada. No veo en su programa la eliminación del sistema bancario, ni del dinero, ni su sustitución por otro sistema, por ejemplo, basado en una economía de recursos. Siendo esto así, cabe la posibilidad de que sea parte de la eterna distracción de la dualidad; derecha e izquierda, blanco negro, republicanos o monárquicos, separatistas o globalistas... En fin, más de lo mismo para mantener entretenido al populacho
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