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lunes, 15 de diciembre de 2014

El misterio del precio de la electricidad


Ya resulta intolerable que algo que por derecho nos pertenece a todos sea algo que se le ponga un precio, pero si además esos precios no se ajustan a la baja cuando bajan las materia primas, de la que se extrae una buena parte, entonces ya es el colmo. Ni el mismísimo Sherlock Holmes sería capaz de averiguar como es posible que cuando baja el precio del petróleo el gobierno de España sube la tarifa eléctrica. Y es que es una vergüenza, el precio de la energía no deja de crecer a pesar de la modernización de las instalaciones, las plantas fotovoltaicas y las turbinas eólicas, cuyo coste de mantenimiento y gratuidad de la fuente deberían contribuir a la baja de los precios si o si.

Si tanto creen este sistema y tanto saben de él, sabrán que un precio razonable de la electricidad contribuye a la reducción de costes de las empresas, por tanto mejora la competitividad y el crecimiento de la economía. De igual forma contribuye a aumentar el nivel adquisitivo de los usuarios y por tanto, aumenta también el consumo. No, no piensen que me he vuelto un creyente de este sistema, solo aludo a sus creencias, que hasta en ellas se contradicen.

El precio de la electricidad está manipulado desde el origen por puro interés económico de las compañías eléctricas. No se cortan a la hora de hacer lo mismo que hacen algunos agricultores cuando bajan los precios de la fruta, tirar la energía al cubo de la basura. Antiguamente, cuando había un exceso de energía en la red, esta era reconducida a enormes plantas de bombeo, que subían el agua hacia las presa para posteriormente, cuando aumentaba la demanda, dejarla caer y producir electricidad. Hoy, cuando sobra energía paran las centrales eólicas o sistemas de producción, creando así escasez para aumentar o mantener los precios. Es una estrategia que se ciñe a la perfección con una máxima del sistema “No importa lo que se pueda producir, sino lo que se pueda ganar”

No se puede poner ejemplo más claro de las consecuencias de este sistema y a donde nos conduce, pues no solo es la energía, sino todo lo que se produce está sujeto a estas prácticas demenciales y derrochadoras. Crear un bien escaso de forma artificial y maniquea, aunque perjudique a todos y solo beneficie a unos cuantos, es una práctica habitual y consecuencia del sistema, que le llaman capitalista, pero que ni siquiera es eso, ya que el dinero no está basado en algo tangible.

El pueblo, aborregado y engañado, no tiene ni puñetera idea de hasta que punto todo esto pude derivar en una escasez real de recursos básicos. Si lo pensaran por un momento se darían cuenta del futuro que les espera, no solo a ellos, sino a las generaciones venideras, que seguramente se acordarán mucho de nosotros.

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