Ya resulta
intolerable que algo que por derecho nos pertenece a todos sea algo
que se le ponga un precio, pero si además esos precios no se ajustan
a la baja cuando bajan las materia primas, de la que se extrae una
buena parte, entonces ya es el colmo. Ni el mismísimo Sherlock
Holmes sería capaz de averiguar como es posible que cuando baja el
precio del petróleo el gobierno de España sube la tarifa eléctrica.
Y es que es una vergüenza, el precio de la energía no deja de
crecer a pesar de la modernización de las instalaciones, las
plantas fotovoltaicas y las turbinas eólicas, cuyo coste de
mantenimiento y gratuidad de la fuente deberían contribuir a la
baja de los precios si o si.
Si tanto creen este
sistema y tanto saben de él, sabrán que un precio razonable de la
electricidad contribuye a la reducción de costes de las empresas,
por tanto mejora la competitividad y el crecimiento de la economía.
De igual forma contribuye a aumentar el nivel adquisitivo de los
usuarios y por tanto, aumenta también el consumo. No, no piensen que
me he vuelto un creyente de este sistema, solo aludo a sus
creencias, que hasta en ellas se contradicen.
El precio de la
electricidad está manipulado desde el origen por puro interés
económico de las compañías eléctricas. No se cortan a la hora de
hacer lo mismo que hacen algunos agricultores cuando bajan los
precios de la fruta, tirar la energía al cubo de la basura.
Antiguamente, cuando había un exceso de energía en la red, esta era
reconducida a enormes plantas de bombeo, que subían el agua hacia
las presa para posteriormente, cuando aumentaba la demanda, dejarla
caer y producir electricidad. Hoy, cuando sobra energía paran las
centrales eólicas o sistemas de producción, creando así escasez
para aumentar o mantener los precios. Es una estrategia que se ciñe
a la perfección con una máxima del sistema “No importa lo que se
pueda producir, sino lo que se pueda ganar”
No se puede poner
ejemplo más claro de las consecuencias de este sistema y a donde nos
conduce, pues no solo es la energía, sino todo lo que se produce
está sujeto a estas prácticas demenciales y derrochadoras. Crear
un bien escaso de forma artificial y maniquea, aunque perjudique a
todos y solo beneficie a unos cuantos, es una práctica habitual y
consecuencia del sistema, que le llaman capitalista, pero que ni
siquiera es eso, ya que el dinero no está basado en algo tangible.
El pueblo,
aborregado y engañado, no tiene ni puñetera idea de hasta que punto
todo esto pude derivar en una escasez real de recursos básicos. Si
lo pensaran por un momento se darían cuenta del futuro que les
espera, no solo a ellos, sino a las generaciones venideras, que
seguramente se acordarán mucho de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si no estas de acuerdo o quieres aportar algo, deja tu comentario.