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martes, 14 de enero de 2020

Mentiras efímeras

Lo que antes era calificado como escándalo público  barbaridad política, hoy es un poema pasajero de escaso  recorrido, que como mucho, dura dos titulares en alguno de los medios de comunicación subvencionados.  Es tal el ansia de la gente por las noticias sensacionalistas, que ni siquiera se fija en la trascendencia y consecuencias de las mismas. No las analiza o las tiene en cuenta de verdad; no distinguen entre lo bueno, lo malo o lo peor.  Una salvajada tan grande como el nombramiento del fiscal general del estado a dedo, apenas deja rastro en una sociedad sin sentido crítico y que abandonó toda resistencia. La irrupción de un presidente que ha mentido descaradamente, que ha dicho una cosa y hecha la contraria, que ni siquiera es Dr, como dice su currículum; pues cometió plagio en su doctorado, es motivo de revolución social. El echo de que un trepa, pagado por regímenes comunistas y que ha demostrado una hipocresía intolerable en lo político, así como un cinismo propio del más sanguinario pirata, ascienda al poder;  hoy ya no es motivo de revueltas sociales.  En su afán por conseguir satisfacción inmediata de noticias desgraciadas, en el visionado de bestialidades  en las televisiones, en la búsqueda de de emociones fuertes, la sociedad perdió la capacidad de análisis crítico. en este camino también quedó  completamente anestesiada e insensible ante las cosas trascendentes que representan desgracias en su vida diaria.  

En España hace ya tiempo que se prueban técnicas de ingeniería social. Por así decirlo, se ha convertido en un laboratorio donde somos simples conejillos de indias. Posiblemente empezó cuando Zapatero, poco despues de que este ganase las elecciones. Por esa época, se puso en marcha un programa de experimentación científica, en el que se sometió al conjunto de la sociedad española a una serie de experimentos para determinar el punto de ruptura; cuantos palos mediáticos aguantaba. Desde entonces hasta ahora, noticias tan grabes como el desfalco de 780 millones de euros, la ascensión al poder de un racista en el gobierno catalán o otras que ya he mencionado antes sobre el gobierno, noticias todas ellas, capaces por separado de producir una auténtica revuelta social, han quedado como simples pasajes de un cuento de hadas. La cuestión es como es esto posible.

De alguna manera, parece que han conseguido domesticar la bravura de un pueblo, convirtiéndolo en caniches y becerros sin astas ni cuajo. Ya no se blanden espadas ante el agravio ni se baten en duelo ante agravios tan flagrantes, sino que agachan la cabeza y a esperar el siguiente palo; cada día más intolerable y fuerte.

El sistema electoral español está diseñado para que incompetentes y gentes de mala fe asciendan a los cielos del poder y se lucren de el; consiguiendo beneficios que van mucho más allá de su mandato. Pensiones vitalicias y  puertas giratorias, son solo una parte de lo que les espera como pago a los servicios prestados, es decir; al estar sentado en una cómoda butaca promulgando leyes.  Esta claro que es un sistema que favorece a minorías radicalizadas y fascistas, nacionalistas y aldeanos fáciles de engatusar con verborrea barata. Es constatable que es un sistema electoral fácil de manipular y que no ha sido diseñado para dar el poder al pueblo, sino a esa  casta parasitaria que se dedica a cumplir las órdenes procedentes de Binderberg. Buena prueba de ello es que nadie de los que asciende al trono, está dispuesto a cambiar nada de lo fundamental, ni siquiera aquellos que presumen de reformistas o progresistas; ni siquiera  aquellos  que van de revolucionaros y mal vestidos, tan solo para dar una imagen. Además, todos ellos, tarde o temprano, van a ver a sus amos para recibir las instrucciones pertinentes; las directivas que deberán obedecer y que nunca develarán a quienes los votaron.         

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