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lunes, 19 de octubre de 2020

Como el miedo y la esperanza conducen a la esclavitud

Primera parte: EL MIEDO

Algunos antropólogos  creen que el miedo  evolucionó en los humanos de igual forma que los hizo en otros mamíferos,  como  un sistema de  defensa frente a un entorno  donde ser presa o depredador era el pan de cada día. Suponen, con toda razón,  que fue vital para la  supervivencia de nuestros ancestros,  crear un mecanismo capaz de detectar el peligro rápidamente y que ayudara a solventar la situación. Hoy, aunque estas  situaciones de vida o muerte no son tan frecuentes como en esos tiempos, al menos en los humanos, es evidente que el miedo sigue presente e integrado de serie en nuestro cerebro, al igual que permanece en los animales que lo desarrollaron; al parecer, funcionando de forma muy similar  a como lo debería  hacer  en sus orígenes. 

Son muchos los científicos que han dedicado su vida al estudio del miedo y gracias a ellos hemos aprendido  sobre su funcionamiento. Ahora sabemos que el miedo se inicia en la amígdala, una zona situada en  la parte más primitiva de nuestro cerebro; conocida como sistema límbico. Esto evidencia que debió desarrollarse ya en  etapas muy tempranas  de nuestra evolución. En esta zona  es  donde se cree que se originan también nuestras emociones más primarias, como la ira o el amor. Según las investigaciones, sabemos que al detectarse un peligro, la amígdala libera  de una serie mensajes químicos y eléctricos encargados de iniciar el mecanismo. El vertido de este  cóctel de hormonas en nuestro torrente sanguíneo  produce efectos notables en todo nuestro  cuerpo y la producción de otras hormonas (cómo el cortisol y  la adrenalina)  que se producen en las glándulas suprarrenales.  Ambas hormonas tienen  un  un papel fundamental para incrementar nuestras capacidades físicas. En pocos segundos se produce un aumento  del ritmo cardíaco, aumento de la presión arterial, disminución del los tiempos de  coagulación de la sangre, el aumento de tensión de los músculos  motores, la dilatación de las pupilas, aumento de la agudeza visual, la elevación los niveles de  glucosa en sangre... Todos estos cambios nos  preparan para el ataque o la huida. Eventualmente, nos pueden proporcionar una  fuerza casi sobrehumana; solventando retos físicos que podríamos creer imposibles, como correr a velocidades de un atleta  o saltar distancias imposibles.  Al igual que nuestro cuerpo, el cerebro se ve afectado por estas hormonas, desconectando algunas funciones no esenciales  y aumentando la actividad cerebral en otras, todo ello con el fin de concentrarse mejor en procesar la amenaza y disminuir los tiempos de reacción frente a la misma. Esto último es una parte muy importante, ya  que podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte. En este estado, las decisiones son más fruto de la intuición que del  raciocinio. Es más; en casos extremos el cerebro queda totalmente bloqueado; no  piensa, reacciona, sin que las decisiones pasen por ningún filtro mental. Esta es la causa de que a veces  no recordemos nada o casi nada de lo sucedido durante un estado de pánico.  Como mera curiosidad: el miedo también produce a algunos individuos placer,  al retornar a un estado de quietud o tranquilidad. Es por ello  que  a muchos nos  gustan las películas  de terror o las situaciones de riesgo, más o menos controladas, donde se somete el cuerpo a un pequeño estrés del que se regresa rápidamente.  

El mecanismo del  miedo no es un interruptor de  todo o nada; actúa de forma gradual aunque no siempre es proporcional a la amenaza, pues no siempre es evaluada correctamente. Estos niveles irían, de lo que sería una pequeña preocupación o resquemor,  a la entrada en pánico causada por una amenaza que interpretamos como mortal. En cualquier caso siempre produce estrés y disminución de nuestras capacidades cognitivas.  Para las personas incapaces de evaluar bien las amenazas o ser susceptibles de sentir miedo constantemente  supone un grave problema que puede provocarles  a un deterioro físico y mental. 

Los mecanismos del miedo no son perfectos.  Lo que en principio es un poderoso sistema de defensa, tiene también su parte negativa: nos hace más propensos a cometer  estupideces  o locuras impredecibles. Se puede decir que, por norma  general,  cuando el miedo nos domina nos volvemos más estúpidos y temerarios. En ocasiones nos pude paralizar, en otras  nos puede hacer correr como pollo sin cabeza. En cualquier caso los efectos del miedo siempre tienen repercusiones sobre nuestro cuerpo y mente. Esto se evidencia cuando la amenaza desaparece y los niveles de hormonas disminuyen;  aunque  anímicamente aliviados,   nos sentimos también cansados, doloridos y a veces  exhaustos. 
 
Con el desarrollo de nuestro intelecto y la complejidad de nuestras relaciones sociales se abrió, por así decirlo,  una puerta trasera  por la que podemos activar ( sin querer)  los mecanismos  del miedo. Antes de cruzar un cierto punto de evolución, el miedo era  un proceso automático y  dependiente de  estímulos sensoriales. En nuestro actual estado de evolución, son varias las vías (algunas conscientes y otras inconscientes) por donde podemos piratear el sistema.  Si consideramos como cierto que el miedo puede ser activado por nuestros pensamientos y que estos, en parte, son derivados de la experiencia influenciada por nuestra vida en  sociedad y  la información que recibimos, veremos con claridad que el miedo puede ser inducido o  activado por terceros;   siendo este aspecto donde reside el objeto de mi reflexión sobre el miedo y su aspecto más pernicioso.    
 
Entre las cosas que le pueden suceder a un individuo presa del miedo,  es que aumente su predisposición a  ser obediente. No se trata de una consecuencia directa ni física del miedo, sino derivada de nuestros sentimientos y percepciones mentales, como el   desasosiego,  la ansiedad, la  inseguridad y el sufrimiento. Hay muchos factores psicológicos y personales que pueden influir en la obediencia ciega;  pero el miedo constituye un  catalizador cuyo efecto se puede explicar así:  Bajo  la influencia del miedo se altera el orden de prioridades de una persona,   siendo la primera y primordial volver a la zona de confort previa al estado de incertidumbre.  Cómo he explicado antes,  en un estado de pánico, una  persona cabal y serena puede comportarse como un auténtico estúpido; sus reacciones pueden volverse  primarias e irreflexivas. Con toda seguridad, lejos de ayudar en algo, esto  solo puede agravar  cualquier problema.  En medio de la desesperación por recuperar  la seguridad  perdida y evitar un sufrimiento (que pensamos es inminente) el sujeto puede sentir la necesidad de aferrarse a un clavo ardiendo. En su búsqueda puede encontrar  ayuda de los que   pretendan su bien;  pero también es probable que  la encuentre a personas  que  quieran sacar provecho de su situación. En cualquiera de los casos, las indicaciones , consejos y directrices del que pretende ayudarnos, serán obedecidas sin reflexionar demasiado. Por decirlo de una manera simple, el miedo, que es un mecanismo de defensa para  proteger nuestra  integridad física, se convierte así en una peligrosa venda que no nos  deja ver otras amenazas no físicas. Estas,  en ocasiones,  pueden ser mucho peor que la misma muerte. Piénsenlo ¿Acaso no es peor que la muerte vivir siendo un esclavo? 
 
Dependiendo de la naturaleza del origen del miedo, podremos recibir ayuda de  otras personas, de  organizaciones, de autoridades gubernamentales,  de expertos, de médicos, etc;  el cerebro establecerá que se trata de la autoridad que actuará por nuestra seguridad y que debe ser aceptada. 
 
La que para mí  es la mayor estupidez que se puede cometer en una situación de pánico es dejarse caer en brazos  del primero que ofrezca una salida; que es lo que suele suceder cuando el  miedo bloquea  parte de nuestro raciocinio y somos incapaces de distinguir quienes pretenden ayudarnos de verdad o sacar tajada de nuestra situación. No en pocas ocasiones, los  presuntos salvadores, esos  que le ofrecen ayuda,   resultarán ser los  mismos que le han causado el problema. Este salvador, autoridad o experto, una vez propuesta la solución al problema que el mismo creó,  pedirá  condiciones y obediencia a cambio de seguridad. Este es un claro indicio de que posiblemente fue el causante del problema de origen. Así es como, a través del miedo, alguien puede acabar  haciendo lo mismo que haría  una oveja, buscar a un pastor que les defienda del lobo. Importará bien poco que el pastor sea el mismo lobo disfrazado o que el lobo  no sea más que un cuento inventado por el pastor;  buscará  su protección bajo su garrota y no será capaz de ver  las verdaderas intenciones del pastor; que cómo todos sabemos, serán las de  comerse a la oveja. Es como si huyendo de un tigre nos echásemos en manos de una tribu de caníbales por ser estos humanos cómo nosotros.  Esta forma de manipulación la conocemos como Problema, reacción, solución. Cuando alguien quiere manipular a otros para llegar a un determinado objetivo, se crea un problema que tendrá una reacción predecible de miedo o pánico. Entonces, los creadores del problema propondrán una solución que será aceptada por todos sin entender que esa solución es el objetivo del manipulador. Este es uno de los métodos por los que el miedo funciona cómo un catalizador para la obediencia. 
 

 
J. Krishnamurti. El Libro de la Vida-Meditaciones Diarias, lo explicó así:
 
 "Le tenemos miedo a la incertidumbre interna. Deseamos estar seguros, seguros financieramente, seguros moralmente; deseamos que nos aprueben, poder gozar de una posición segura, no tener que enfrentarnos jamás con la dificultad, con la pena, con el sufrimiento; queremos estar cercados por una valla de seguridad.
Así, el miedo nos hace obedecer, consciente o inconscientemente, al Maestro, al líder, al sacerdote, al gobierno. Así que detrás de todas estas acciones, de estas búsquedas, de esta codicia, se esconde el deseo de certidumbre, de sentirnos a salvo. Por lo tanto, sin resolver el miedo, sin liberarnos de él, el mero obedecer o ser obedecido significa muy poco; lo que tiene sentido es comprender este miedo de día en día y ver cómo se revela en sus diferentes formas. Sólo cuando nos liberamos del miedo existe esa cualidad interna de la comprensión, esa soledad creativa en la que no hay acumulación de conocimientos o de experiencias; únicamente eso nos da una
claridad extraordinaria en la búsqueda de lo real."
 
Para evitar ser manipulados, al igual que un deportista entrena su cuerpo físico para controlar su miedo y utilizarlo en su beneficio, debemos entrenar nuestra mente;  conocer las particularidades de  nuestros miedos y dominarlos. Debemos entender, que aquellos que pretenden desatar una reacción de miedo en nosotros, normalmente lo hacen a través de mentiras, exageraciones , mitos, leyendas o medias verdades. En muy pocas ocasiones, las amenazas representan un peligro real o no existían previamente. Conocernos a nosotros mismos y nuestros miedos, nos hará fuertes frente a los manipuladores que utilizan el miedo para que seamos sus fieles y serviles esclavos.  Debemos tener muy presente que combatir el miedo es imposible. Debemos entenderlo y saber cuando está actuando.   También se necesita experiencia y entrenamiento mental para evaluar las amenazas en su justa medida y su alcance. De esta forma conseguiremos encontrar la proporcionalidad en nuestra respuesta. Esto es válido para cualquier nivel de miedo, pues tan pernicioso es tener ataques de pánico puntuales cómo vivir siempre subyugados a el.   
 

Segunda  parte: La esperanza

Aunque mucho se ha divagado, está claro que nada tiene que ver la esperanza con algo físico. La esperanza es un proceso mental inducido por nosotros mismos o por otros, fruto de nuestra experiencia vital y nuestro deseo de que las cosas salgan bien o la influencia y experiencia de otros. Pero solo a través de la filosofía podemos llegar  a comprender en profundidad este término tan humano y tan subjetivo a la vez. 

Para algunos filósofos, la esperanza es catalogada como uno de los peores males de este mundo y por otros el motor que nos impulsa al avance. Pero al margen de toda duda,  al  igual que ocurre con el miedo, la esperanza puede ser inducida, siendo utilizada cómo este, para manipularnos. En tal caso se convierte en  sinónimo de inacción y pasividad, de pensar que otros van ha hacer nuestras tareas y asumir nuestras responsabilidades.  Se puede decir que el fin último de la  esperanza infundada es la decepción y la pasividad frete a los problemas. Al igual que los que utilizan el miedo cómo forma de conseguir la obediencia, los que nos hacen promesas  e  infunden en nosotros falsas expectativas de futuro, es decir, esperanza. Todos  tienen la misma perversa intención de  manipularnos  para obtener nuestra servidumbre.  

Como vemos la esperanza es un arma de doble filo que puede servir para dos fines opuestos. Saber el origen de la esperanza es conocer si su naturaleza es perversa o motor para conseguir nuestras aspiraciones. En mi opinión, toda esperanza que provenga de las promesas de terceros es nociva y destinada a generar nuestra pasividad frente a los problemas. Por el contrario,  toda esperanza que provenga del autoconocimiento de nuestras capacidades y trabajo es beneficiosa. Una es humo y cantos de sirena, la otra es fruto de nuestra experiencia vital y el saber de nuestras posibilidades. La primera, casi siempre nos decepcionará, la segunda dependerá de nosotros mismos, de haber acertado en ser capaces de conseguir nuestros anhelos.   

Parte tercera: Manipuladores. 

 En nuestras relaciones personales, ocasionalmente,   infundimos miedo o esperanza con el fin de manipular a nuestros semejantes, casi siempre  para obtener algún objetivo que creemos legítimo. No es que sea algo  ética y moralmente poco cuestionable, pero  entra dentro de la normalidad de nuestra conducta humana. Ahora bien,  cuando esto se hace a gran escala, se convierte en ingeniería social;  una forma de manipulación de masas, que pude llegar a ser, más o menos, sofisticada, pero siempre  destinada a obtener, consolidar o  preservar el poder sobre un gran número de personas.  Si ya es cuestionable nuestro proceder cuando intentamos manipular a otro infundiendo miedo o esperanza ¿Cómo calificaríamos a quienes pretenden hacerlo con millones?
 
Dictadores, religiones, sectas   e ideologías  liberticidas,  han utilizado el miedo y la esperanza como un medios más para alcanzar el poder y obtener la obediencia ciega de grandes grupos de personas. En el pasado,  se recuerdan muchos  por ser auténticos expertos en estas ingenierías sociales. Lo hicieron mintiendo, utilizando su carisma o su posición privilegiada en la sociedad.  La manipulación ha sido y será siempre un forma de alcanzar objetivos, pero hoy en día, las herramientas de los poderosos para manipular las masas, han alcanzado límites nunca imaginados por sus predecesores.

 Podemos pensar que las predicciones económicas apocalípticas, que luego resultan escenarios ficticios, la forma y orden de dar las noticias o el sesgo ideológico de los informativos, obedece a la casualidad. También podríamos ver cómo algo normal, que sean muchos medios a la vez  los que den las mismas noticias y que estas tengan  también  el mismo enfoque. Realmente, si piensan usted en que esto es fruto de la casualidad, es mejor que no sigan leyendo, porque ya no tiene usted remedio.
Muchos nos damos cuenta y vemoscon estupor como los  medios de comunicación, supuestamente fuentes de información oficiales, realizan una manipulación con el el fin de crear el relato del miedo y garantizar que una mayoría de la masa se mantenga inmóvil frente a la tiranía. Esto nunca podría ocurrir si los medios de comunicación no estuviesen controlados y coordinados. Si esto es así y todo indica que lo es, este control solo puede ser llevado a cabo  por personas con el  poder y el dinero suficiente para ello; una élite que se oculta tras los fondos de inversión que forman parte de las  juntas directivas de estos medios.  La pregunta es ¿Quienes pueden pretender infundir el miedo a gran escala y  pueden controlar tantos medios a la vez para poder hacerlo?  
 
Cuando se habla de la élite,  la mayoría de personas, inmediatamente piensa que se les  quiere llevar al campo de las denostadas teorías de la conspiración. Esta reacción no es espontanea ni nace de una desconfianza natural, obedece  a una predisposición   resultado  de otra  forma de manipulación que está relacionada también con  el miedo.  Previamente, la idea de la existencia de dicha élite, ha sido sometida al desprestigio y la mofa por los  por medios de comunicación de masas oficiales; de la misma forma que lo son cualquier idea que vaya en contra de los intereses del poder establecido. Aquél que defienda dichas ideas, inevitablemente tendrá que asumir, que una buena parte de sus amigos y familiares se van a reír de él. En definitiva, se induce el miedo al rechazo social social y al ridículo. Esta forma de actuar, fue muy bien ilustrada en la novela de George Orwell, 1984. El control sobre el pensamiento disidente era una tarea que conducida por el  ministerio de la verdad
 
Mucho del ideario impuesto por las élites, son de claro  sesgo marxista. Es lo que se ha dado en llamar el marxismo cultural, nueva normalidad o nuevo orden. Son ideales  que afectan, entre otras, a la  conductas, opinión  y visión de la sociedad en general. Estas compendio de ideas construyen un relato que tiene la intención intrínseca de crear una corriente favorable a la obediencia y la aceptación de nuevos paradigmas; siempre  favorables a quienes las extienden y promocionan y que pretenden, sin duda, destruir la libertad individual del ser humano. El marxismo cultural se complementa con con la promoción de una serie de supuestas verdades procedentes de fuentes,  supuestamente oficiales. Serían un buen ejemplo de esto,   el cambio climático o muchas de las tesis de la medicina, la ciencia o la nueva historia tergiversada. A pesar de la apariencia sólida de muchas de estas ideas,  solo se trata de de un compendio de conjeturas y falacias,   que no soportarían la más mínima confrontación científica. La consolidación de estas ideologías tóxicas mental se consigue persiguiendo a  quienes las confronten o ponga en cuestión. Cuando es así,  los disidentes   son ferozmente atacados por la oficialidad;  creada con el objetivo de defenderlas. Es importante saber que este relato oficialista, siempre se complementa con la tergiversación interesada de la historia, con el fin de dar consistencia y razón a la corriente de pensamiento impuesta.   Al respecto, solo quiero hacer una pequeña pero importante  puntualización. Es lógico pensar que el un poder establecido ofrecerá siempre una fuerte resistencia a las  ideas que van en contra de sus intereses o pongan al descubierto la condición de sometimiento de sus sirvientes.   Como dice la biblia , el mejor truco que el diablo inventó,  es hacernos creer que no existe.
 
Volviendo a las élites y su supuesta existencia. Vamos a imaginar que usted  es una de esas pocas personas del planeta que tiene una inmensa fortuna. Una fortuna  de la que  ni siquiera conoce su cuantía real y que le otorga un   poder con el que que puede hacer todo lo que le de la gana; incluso hundir en la miseria países enteros. Si es así y sabemos que estas personas existen, es lógico pensar que  su principal prioridad será   conseguir que ese estatus sea estable y perdure en el tiempo,  para que lo hereden sus hijos y los hijos de sus hijos. También es lógico pensar, que dado que debe haber varias personas que disfruten de este poder y quieran mantenerlo también, se relacionen  y cooperen para un interés común. Si,  esto es muy posible que sea así, porque entra dentro de lo que sería una conducta natural del ser humano. Lo que no sería lógico pensar, a mi entender, es que no fuese así, más teniendo una visión global de nuestra situación.  Es evidente, que de existir estas organizaciones, no les interesa en lo más mínimo que se sepa de su existencia; por razones obvias. No obstante, queda siempre evidencias de sus actuaciones, y una de ellas  son las consecuencias de la aplicación de esas ingenierías sociales de las que hemos hablado antes. Vemos, por ejemplo, que hay muchas formas de infundir miedo. La creación de enemigos ficticios, amenazas inminentes, crisis económicas que crean inseguridad e incertidumbre, las amenazas de posibles consecuencias, son solo partes de una gran lista de posibles actuaciones que dejan un resquemor de inseguridad y miedo en la sociedad; que en la mayoría de las veces se destapan cómo falsa.
 
os objetivos del poder, como he dicho antes, siempre son los mismos, preservar su  hegemonía de forma estable. Esto no es algo fácil ni que se consiga con sutilezas. Es preciso crear un mundo de esclavos, donde los esclavos no sepan que lo son. Ese mundo es el mundo perfecto para quien está en lo alto de la pirámide. Son precisas normas que deben ser reclamas por la misma sociedad que no sabe que es esclavizada con ellas. Así pues, el poder establecido, le dirá a usted, que todo lo que hace lo hace por su bien y para defenderle de esos enemigos ficticios que usted nunca ha visto, pero que le han dicho que están ahí, amenazando si bienestar o su salud. 
 
Atrás han quedado muchas cosas que supusieron un tedioso ejercicio de paciencia, preparando a la masa borreguil para aceptar las nuevas reglas. Unas reglas  que han supuesto siempre  la perdida paulatina de derechos y libertades. La principal preocupación de esta élite, siempre ha sido,  que en el proceso de domesticación, no se  rebasasen  los límites de  tolerancia del individuo o que sus acciones pudiesen  provocar  una rebelión que truncase sus expectativas. Por ello, cada paso ha sido estudiado con meticulosidad y esperado el   momento idóneo para ser dado. Cuando alguien cómo esta gente tiene tantos recursos, puede costearse un ejercito de sociólogos, psiquiatras y psicólogos, que guiarán sus pasos en el encharcado camino hacia la dominación total.   Así es como hemos llegado a donde estamos ahora. Ha sido un proceso de cocción a fuego lento, en el que casi  todo lo que se habían propuesto lo han conseguido. Estamos en las últimas fases de este proceso. Podemos ver, en este último año, que mediante la financiación encubierta de organizaciones separatistas o, supuestamente humanitarias, están destruyendo a muchos estados nación; especialmente los que tiene gran renombre y larga historia. Lo hacen  diluyendo su esencia con culturas mediavales, cómo la islámica  o manipulando su historia con el fin de criminalizarlos. Siempre siguiendo su plan, han sido especialmente precisos en provocar el olvido de esas viejas  tradiciones, las  que forjaron la identidad de los pueblos. En ocasiones a través del relativismo o inoculando todo tipo de ideas absurdas carentes de toda razón. La ideología de género, el resentimiento racial, la rememoriación de ehcos históricos sacados de contexto o la revisión de la historia, son parte de estas estrategias. 
 
Mientras tanto, las nuevas generaciones, educadas con sus consignas,  rechazan ya la experiencia de nuestros ancestros y ridiculizan a sus padres, faltándoles al respeto. Para ello,  el control de la educación y la destrucción de los valores tradicionales ha sido   esencial e imprescindible. Mediante el control de la educación, han prostituido  la historia y relegado las ciencias sociales, la filosofía  y la literatura a la mínima expresión; en ningún caso convenía forjar mentes brillantes en tales disciplinas. De las universidades solo salen mentes brillantes, pero sin alma. 
 
Sus logros en la sociedad son evidentes. Mediante la llamada "ideología de género", han conseguido un enfrentamiento y una desconfianza nunca vista en la humanad entre hombres y mujeres. Han provocado que nos veamos como seres distintos y enfrentados entre sí. Otro de sus logros es que  la gente vea  lo anómalo cómo algo natural, normalizar la mediocridad, la exaltación de lo soez; es su gran obra de manipulación.  Han conseguido instaurar entre los jóvenes la idea de que  la realidad no es lo que uno percibe con los sentidos y su intelecto, sino  que, esta realidad, se puede modificar  con la voluntad. Así pues, si un ser humano  nace hombre,  éste puede, supuestamente, rebelarse contra su biología para ser mujer y hasta tener la regla. Les han convencido de que cualquier capricho, por muy absurdo que sea, puede ser realizado sin esfuerzo; solo gracias a la santa voluntad. La voluntad es ahora un producto de consumo más, una necesidad creada por el marketing para aumentar los beneficios de sus negocios.   La ley del mínimo esfuerzo ha destruido  la pasión y esa misma voluntad que, aparentemente, se hace ver como gran proveedora del bienestar personal. Esa creencia estúpida y sin fundamento, de que todo se puede hacer con voluntad y sin el más mínimo esfuerzo. Nos han vendido  su relativismo, sustituyéndolo  pòr la ética y la razón.  
 
Nada de esto hubiese sido posible si antes no se hubiesen hecho con el control de redes sociales, medios de comunicación de masas, partidos políticos y gobiernos enteros. Algo que ha sido posible gracias a los tremendos beneficios obtenidos en cada una de las crisis económicas que han creado, que lejos de empobrecerlos, han producido incalculables beneficios y el llenado de sus cuentas en los paraísos fiscales donde guardan sus fortunas.

No Sean ingenuos y piénselo: Qué no puede ser posible para gente que tiene semejante poder y dinero, conseguido  a base de traicionar a sus amigos, engañar y estafar a  a la gente, demostrando en todo momento una codicia sin límites  y una total carencia de empatía; crear o modificar virus, confeccionar vacunas que esterilizan o dañan a niños, niños  que podrían ser demasiado inteligentes para sus planes. tendrían estas personas extender enfermedades con el fin de asesinar a una generación de abuelos molestos, utilizar su dinero con fines siniestros 

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