La prudencia es un don que todo
luchador contra el sistema debe tener, porque el enemigo al que se
enfrenta es poderoso y conoce muy bien el arte del engaño y de la
guerra.
Seguramente por adolecer de este don
fue por lo que muchos blogueros, amigos de la conspiración, se
lanzaron a vaticinar un gran atentado de falsa bandera en Londres,
algo similar o quizás más sangriento, si cabe, que el de las torres
gemelas. En muchos de estos blogs se llegó ha hablar incluso de la
posibilidad de detonar un artefacto nuclear en el estadio durante un
día clave; no fueron pocos los que lo dijeron.
Lo cierto es que de haberse producido
el magnicidio, y dado que muchos ya sabían a quien acusar, sería
muy difícil, por parte de los artífices atribuir a otros su
autoría, más teniendo en cuenta la polémica todavía latente de
otros atentados que todos conocemos, y cuya autoría todavía hoy no
está clara.
Sí supuestamente existe un grupo de
personas con infinito poder, cuya influencia se extiende como una
telaraña por todos los ámbitos de la saciedad, es de preveer que
no son tontos del culo. Seguramente serán unos psicópatas sin
sentimientos, capaces de todo por preservar su inmerecido estatus,
pero esto no entraña que sean estúpidos e incautos. Una acción
semejante, dado el nivel de alerta que ya hay, los hubiese puesto en
evidencia. No por ello descarto que estuviese dentro de sus planes
una acción semejante, pues doy por supuesto, como he dicho, que de
existir esta organización, estaría compuesta por psicópatas.
Si miramos el panorama internacional, y
siempre suponiendo que exista dicha organización, realmente tampoco
les hacía falta otro atentado. Libia ya ha sido conquistada y la
opinión pública está a punto de ceder ante la más que evidente
campaña mediática que se está llevando a cabo para invadir Siria
¿Para que arriesgarse?
Resulta sorprendente, no obstante y
después de todo lo dicho, que la reina de Inglaterra, ese vejestorio
podrido de dinero y miembro asiduo de Bilderberg, decidiese en el
último momento no acudir a la ceremonia de clausura de los juegos.
Se me antojan tres razones: o bien había recibido una recomendación
de sus asesores que se habían enterado de un posible atentado
anunciado en Internet, o bien estaba muy cansada, o bien, y esta es
muy atravesada, no fue para dejar más en ridículo a los
conspiranoicos. Si esta última posibilidad fuese cierta, seguro que
las carcajadas de la vieja todavía estarán resonando más que las
campanadas del Big ben por todo el palacio de Backingham.
Espero que de esta lección salgan bien
escarmentados aquellos que confían ciegamente en la información,
sin atender a la más elemental lógica. No estamos ante gente que no
sabe lo que hace. Es de suponer que el poder y el dinero, les
permiten tener todo tipo de medios y asesores capaces que predecir
las reacciones de la población. Posiblemente tengan
supercomputadoras que trabajan día y noche simulando situaciones,
metiendo variables para predecir cual será la reacción. Si es así,
esta vez las cuentas no habrán salido. Puede que otra vez, y en
otras circunstancias sea posible.
Nos apoyamos siempre en pruebas
circunstanciales, evidencias nebulosas y oscuras suposiciones. Nada
esta claro, porque de eso trata este macabro juego. Internet no es
fiable. La información que podamos leer es tan solo una gota de agua
en un mar plagado de mentiras y verdades a medias. La única verdad
segura y cierta, es la que sentimos como tal, cuando todo el ruido
cesa y solo se escucha el latir del corazón y la respiración.
Centrémonos en esa verdad y obremos según sus dictados, pues de ahí
nada malo puede salir. Preguntaros si realmente se puede hacer algo
por salvar al mundo convenciendo a otros de que lo hagan. ¿Porqué
en vez de eso, que es tarea imposible, no hacemos las pequeñas
acciones que ayudan a los que tenemos cerca y a nosotros mismos?
Quizás de esa manera el mundo cambie.
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