Las fiesta del
consumo, las comidas copiosas y las roturas familiares ha pasado.
Vacías han quedado las tarjetas de crédito y llenos los estómagos
como las arterias de colesterol. Los gimnasios quedarán pronto
llenos de mentes arrepentidas Los mensajes de esperanza que no se
cumplirán, los buenos deseos que no se realizarán y un sinfín de
otras tonterías de igual calado dan paso a la cruda realidad de día
a día. Pronto llegarán las elecciones y volverán a salir los
mismos, porque nada que procede del sistema está destinado a
cambiarlo y la navidad no es una excepción.
A modo de discurso
real haré una valoración de lo que este año nos ha traído y el
que viene nos traerá; será muy breve:
Hemos visto el
nacimiento de un nuevo partido político que trae la intención de
quedarse y sustituir lo establecido; aparentemente nuevo, al menos
eso dicen, pero nada que nazca y pretenda coexistir con el sistema es
nuevo ni diferente.
Los brotes verdes
han aparecido en el último momento, unos brotes que ya vimos salir
otras veces para desgracia de todos. La realidad es que el modelo
económico del sistema ya caducó hace mucho y todo esto es una
cortina de humo para ocultar su fracaso. Aunque si lo pensamos bien,
el fracaso es tan solo relativo, pues si lo miramos desde el punto de
vista de esa minoría privilegiada ha sido un éxito completo.
Nuevas formas de
control mediático e inducción al miedo colectivo se han gestado y
consolidado durante el año pasado. Un año que será recordado por
la desaparición misteriosa de un avión del que ya nadie se acuerda.
Un año en que los conflictos bélicos y la tensión entre la OTAN y
Rusia nos acercan más al desastre.
En lo local, el
engaño patriótico acabó calando entre las gentes de Catalunya.
Algunos políticos, bajo el pretexto del sentimiento y el victimismo,
al convencido a mucha buena gente para unirse a su causa egoísta,
que no es otra que quedarse todo el pastel para ellos. Dentro de esta
gente está también la que quiere un cambio real, que no se da
cuenta de quienes están detrás de todo esto y a que va a conducir.
El año que viene,
para empezar, no será muy diferente al año pasado, más de lo
mismo, más represión leyes y salvaguardas en Internet. La nueva ley
de protección de la propiedad intelectual se consolidará como el
cuchillo que corte la libertad en internet, ya de por sí hecha
jirones. La ley mordaza acabará con los disidentes de la calle en
en la cárcel. Nuevos impuestos, subida de la luz, los
trasportes...vamos, lo habitual, y eso que el petróleo esta por los
suelos por las estrategias de lucha económica contra Rusia. Ya no
se podrán evitar los desahucios.
Y mientras tanto,
vendrán más medidas de austeridad a las que el gobierno títere de
turno nos tiene ya acostumbrados. Acabarán diezmando nuestros ya
vacíos bolsillos para pagar la ficticia deuda, como la han hecho sus
predecesores y como harán los que vendrán. Será nuevamente el año
de la prosperidad para los ricos, es decir los de siempre. Porque
mientras los datos macro aumentan, en proporción aumenta la pobreza
y precariedad del resto, que son la inmensa mayoría. Prueba de ello
es el trabajo basura y mal pagado. Tendremos nuevos productos de
maquillaje para las cifras del paro. Pero tranquilos, lo peor puede
tardar un año más, porque puede que no sea este año, pero el TTPIP
acabará llegando y cuando llegue todos los derechos laborales, las
jubilaciones y los servicios públicos serán recuerdos del pasado
que los medios de comunicación de masas se ocuparán de que se
olvidemos.
Pero no todo es
negativo. Cada vez mayor número de personas descontentas y de
consciencias despiertas están alzando su voz. Poco a poco su número
crece. Si la masa crítica necesaria para producir este cambio se
adelanta a los planes de la élite para diezmar la población habrá
una revolución como nunca antes se ha visto. Por el contrario, si no
sucede, bienvenidos a un mundo feliz o a 1984.
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