Cuando alguien se plantea hacer cualquier cosa en la vida o decisiones,
sean de la naturaleza que sean, incluso acciones o decisiones que no parecen trascendentes,
debería meditar sobre los motivos que le condicionan. Aquellos que saben del karma y tienen una ligera idea de cómo
funcionan sus engranajes, siempre se
preguntan sobre su esto, cuestionándose a sí mismos si lo que hacen lo hacen por
causa justa o no. Tienen mucho cuidado en no caer en el auto engaño o en estar
influidos negativamente por otros a la hora de tomar decisiones o a acometer
actos que puedan traerle consecuencias negativas a él, a otras personas o seres
vivos. Siempre se paran un momento a meditar sobre ello porque saben que el autoengaño o una mala influencia
les puede conducir a hacer cosas que minarán su karma de desgracias. Por
supuesto, saben también, que creer que la motivación es buena y justa no es
tener la certeza de que lo sea, porque tener la absoluta seguridad de no estar
influido por otros, ser producto de un auto engaño o de la ignorancia, es muy
difícil sin la adecuada preparación mental, y aun así siempre se corren riesgos.
A nuestro alrededor, muchas personas, bien por ignorancia o
comodidad, aportan toda su energía a proyectos políticos, muchas veces
totalitarios, sectarios e incluso xenófobos.
Otros trabajan en empresas que dañan el medio
ambiente, producen comida basura, armas o medicamentos tóxicos. También están las
personas que siguen ciegamente las decisiones de sus jefes o superiores, o que
son competitivas y ambiciosas y que no reparan en el daño colateral que producen
a su alrededor. Estamos rodeados de personas que practican religiones que fomentan el odio y
creen en conceptos medievales; ya
superados por la razón o la ciencia. De otros que pertenecen a organizaciones mafiosas, terroristas, etc. El motivo por el cual desperdician su vida de
esta forma se debe fundamentalmente a su ignorancia, aunque también pueden
hacerlo por estar buscando un mal menor dentro de las alternativas que les da
la vida. De todas formas, es muy difícil que lo hagan por no tener alternativas
ni poder de elección.
Siempre nos resultará más fácil descubrir la motivación en otros que en la nuestra propia, sencillamente
porque el autoengaño es algo sencillo, cómodo y menos complicado que asumir la
existencia de nuestro ego y su influencia. Descubrir a falsos profetas y
líderes con mala motivación es más sencillo por
las consecuencias que dejan a su paso. Cuando alguien despierta
sentimientos negativos, crea división y enfrentamiento y dice que lo hace todo
por nuestro bien, no les quepa la menor
duda, está ante una persona cuya
motivación es perversa para los demás y para sí mismo. Asumir que somos
nosotros mismos quienes lo hacemos, ya no resulta tan fácil. El orgullo, la avaricia
y la arrogancia, nos impiden asumir con humildad nuestra naturaleza.
En ocasiones nos
vemos obligados a seguir a líderes o maestros para adquirir conocimientos o por
sentirnos identificados con sus ideales. En tal caso nos tenemos que cuidar
mucho de que estas enseñanzas sean falsas o que la ideología de los líderes esconda
odio. Porque cuando tomamos decisiones en función de creencias falsas, sean ajenas
o no, sin analizar lo más mínimo que es lo que las motiva, corremos el riesgo
de caer en errores que condicionarán nuestro futuro de por vida o el de otras
personas. Según la ley de la causa
efecto, que no es ni más ni menos que el karma, tarde o temprano eso traería sucesos
proporcionales al daño causado. Decir esto es común y obvio para la cultura oriental, pero en
occidente, donde muchos no tienen
asumido la tremenda implicación que pueden tener nuestras decisiones y actos
llevados por una mala motivación, resulta menos frecuente su plantemiento.
No es difícil verse engañados por líderes que alardean de estar
es posesión de una causa justa. Para evitarlo hay que tener en cuenta que adornan
sus discursos con frases grandilocuentes, soflamas, demagogia y dramatismo. Seguir a estos líderes, conociendo
sus trucos, no es ignorancia ni tiene
justificación alguna. Normalmente la falacia es su bandera y el cinismo su
recurso. Los seguidores de estos líderes toman un camino fácil, quizás para eludir sus propias responsabilidades, lo
que les supone ser infieles a su cometido en la vida e ir en contra de su karma.
Muchas veces, también, cubren su necesidad de ser aceptados y valorados, o
mejor dicho, la necesidad de su ego de reafirmar su existencia. No se puede poner como escusa la ignorancia para el sometimiento a personas que arrastran un karma profundamente negativo,
porque se les ve a la legua. Sabidas sus
estrategias y trucos, tendríamos que
tener compasión y cuidarnos de no acercarnos demasiado a ellos y no acabar
siguiendo sus locuras de megalomanía. La
responsabilidad de seguir a estas personas tóxicas, siempre será nuestra.
Se necesita ser muy honesto con uno mismo y cierto grado de autoconocimiento
obtenido con la práctica de la meditación profunda para estar en la certeza,
y aun así sigue siendo complicado saber
cuándo estamos bajo influencia de alguien o de no tener una percepción falsa de
la realidad. Porque nuestra realidad puede estar basada en conocimientos
falsos, creados para confundirnos. A lo largo de nuestra vida obtenemos la
experiencia de nuestros sentidos y el conocimiento de otros, también de la
observación y de nuestra capacidad de análisis, algo que nos da las poderosas herramientas que nos permiten defendernos
de malas influencias y de falsas creencias. Pero es muy fácil condicionar
nuestra realidad cuando parte de este conocimiento adquirido, en realidad, son verdades a medias o mentiras con apariencia de
verdad. Muchos dirigentes con buenas
habilidades de manipulación y el poder necesario para intervienen en la
educación lo hacen, especialmente para
dirigir al pueblo a un cometido concreto afín a sus deseos. El simple hecho de
esta intervención, demuestra tener una mala motivación por su parte. Son estos
los líderes que pueden llevar a su pueblo a la guerra, en un caso extremo o
hacerlo sufrir sin motivo. A estos dirigentes
les interesa tener a un pueblo
ignorante, fácilmente manipulable y dócil, que no tenga acceso a la información
ni al conocimiento. Privar al pueblo del conocimiento y confundirlo, y por
tanto, de las herramientas necesarias para comprender que está siendo mal
conducido, será una de sus prioridades. A lo largo de la historia ha ocurrido muchas
veces, y muchos se han visto arrastrados a acometer atrocidades y asesinatos
inducidos por estas personas. Así pues, es
fácilmente deducible, que las mejores armas
que tenemos para defendernos son el
conocimiento y la meditación. Esto nos dará el poder para analizar nuestras
decisiones y descubrir a los arrogantes que pretenden nuestra complicidad para
ensalzar su ego a costa de nuestro sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si no estas de acuerdo o quieres aportar algo, deja tu comentario.