Las fronteras solo existen para preservar la desigualdad de
oportunidades y limitar el flujo de personas, especialmente si es de una zona
pobre a otra rica. Los que intentan moverse de su zona, si son emigrantes
pobres son rechazados en los países ricos porque estos temen quedarse sin sitio
ni recursos, también ser invadidos por culturas ajenas. Se da la circunstancia que
estos países pobres tienen grandes recursos naturales y muchas posibilidades de
ser ricos, pero son los países ricos los que arruinan su economía con políticas
y prácticas comerciales abusivas. Se da también el caso, que muchas personas de
estos países, al carecer de esperanza, se radicalizan y caen en manos de
religiones o sectas, que acaban convirtiéndolos en terroristas. Sin educación,
sin recursos y sin esperanza, éstos no tienen nada que perder, por lo que no
les queda otra cosa que ganarse el paraíso
inmolándose. Además, esta cultura del odio y del radicalismo, también les
impide ser tolerantes o adaptarse a las costumbres de los países que los acogen, con lo que acaban
siendo repudiados por los foráneos y formando guetos de inadaptados.
Durante muchos años, las políticas colonialistas e
imperialistas, que han perseguido
esquilmar los recursos naturales de estos países pobres, especialmente en
África, han sumido al continente en la pobreza y la violencia,
permitiendo que sátrapas y dictadores corruptos, gobernasen. Los mantenían en
el poder hasta que dejaban de ser útiles al poder económico de occidente. De la
misma forma, cuando algún líder no partidario de ceder los recursos del país,
era asesinado o derrocado por otro dictador financiado por los poderes fácticos
de occidente.
Si en vez de intentar esquilmar los sus recursos, les hubiésemos
dado las herramientas y la educación para que se valiesen por sí mismos,
fomentando un comercio justo, sin imponer aranceles abusivos, hoy no haría
falta fronteras ni tendríamos que hablar de muertos por hambre en los, mal
llamados países pobres. Quizás tampoco la intolerancia del Islam más
radical y violento camparía entre las
gentes sin esperanza de África. Les contaré una historia real para que tomen
concia del problema y comprendan su origen.
Shaira era una mujer viuda
que vivía en Mauritania y que tenía unas
tierras que había heredado de sus padres. Vivían sin demasiados lujos cultivando
cebollas que vendían en un mercado local.
Con ello Shaira podía alimentar a su familia, una hija y un hijo. Además se
podía permitir llevarlos a la escuela. No eran ricos, pero tenían una vida
feliz. Un día, en el mercado donde Shaira
vendía sus cebollas, empezaron a llegar otras procedentes de España.
Eran más baratas y más grandes que las que ella vendía, por lo que tuvo que
bajar el precio de las suyas para poder vender. Esas cebollas procedentes de la
EU estaban subvencionadas y el importador tenía mucho margen de beneficio, por
lo que él bajó más el precio todavía. Las cebollas de Shaira ya no se vendían, pues ella no podía competir
con esos precios. En poco tiempo Shaira perdió su casa y sus tierras y tuvo que
abandonar a su familia. Shaira apareció en una playa de Algeciras, perdió la
vida al hundirse la patera con la que pretendía llegar España junto a otros
ilegales, atravesando el estrecho de Gibraltar. Su hijo Ashanti, hoy recibe
instrucción militar y coránica en Siria, y pronto estará listo para ser enviado
a Europa para cometer algún atentado. Shaira, antes de partir dejo a Nala, su
hija menor, con unos familiares lejanos, pero al no volver, esos la vendieron a
unos traficantes de personas, que a su vez la vendieron a otros que la
trasladaron a Europa para ejercer la prostitución.
Ponemos aranceles a los productos procedentes de los países pobres
para evitar que entren en nuestros países ricos, mientras que exigimos que
ellos permitan la entrada de nuestros productos excedentes sin aranceles.
Nuestros gobiernos títeres, lo pueden imponer gracias a la deuda y los favores.
Un intercambio que acaba con la esperanza y la vida de los Africanos y otros
países pobres pero con recursos naturales.
Todo esto no hubiese ocurrido de no haber dejado de ejercer
nuestra responsabilidad, de no haber dejado que el poder político esté en manos
del poderes fácticos que nadie a votado. Ahora tenernos que cerrar nuestras
fronteras, para evitar que una cultura malsana y radical nos invada. Pero quien
la ha alimentado y quiénes son los responsables es la cuestión que deberíamos
plantearnos.
Los países pobres no solo han empobrecido en recursos
económicos, también lo han hecho en cultura y esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si no estas de acuerdo o quieres aportar algo, deja tu comentario.