Si te consideras un hombre libre y buena persona, has recibido los conocimientos necesarios para valerte por ti mismo y sabes distinguir lo que está bien de lo que está mal, tú no necesitas leyes, policías, gobiernos, políticos, estados, publicidad, televisión, fronteras o dinero. Porque si amas tu libertad y no quieres perderla, usar y reconocer la valía de cualquiera de estos conceptos inventados por otros hombres, pueden arrebatártela. Por supuesto, cuando me refiero al hombre, incluyo a mujeres y hombres, alejándome de esa estúpida neo-lengua impuesta desde las instituciones feminazis y la nueva ideología de género. En el momento que asumes el poder ficticio de estas ideas como real, también asumes que debes perder tu libertad por ellas. No hay medias tintas ni tonos grises, estás o no estás en el sistema. Pero es innegable que estos conceptos existen en tu mente y que convivas con ellos, porque la mayoría los acepta y te afectan directamente. La diferencia entre la mayoría y tú, es que has entendido que una idea de otro no debe condicionar tu forma de vida y anular tu voluntad de querer ser libre. Te has dado cuenta que no hay lógica en todo esto, y por eso estás buscando y has llegado hasta este lugar en internet.
Has comprendido, que desde el momento que naces te etiquetan y catalogan como si fueses una mercancía. Registran tu nombre, y depende de donde nazcas se te da una nacionalidad que condicionará tu existencia hasta que tu tengas la valentía de decir basta. Has tardado mucho tiempo y necesitado mucha información que solo has conseguido por ti mismo para darte cuenta; nadie te lo ha contado ¿Te sorprende?
Pues sí, es verdad, cuando te etiquetan como mercancía, al igual que esta pasas a pertenecer al estado y todo su entramado de control. Para empezar, tu nombre, con letra mayúscula, figurará en los documentos que le confiere al estado la propiedad de tu persona jurídica o mercantil. Desde luego, tu no lo has elegido, como tantas cosas en tu vida, se te ha impuesto desde el sistema. De igual forma, se te han socializado desde muy pequeño para convertirte en una buena unidad de consumo y un buen obrero.
Artículo 15 de la declaración ‘Universal’ de los Derechos Humanos:
"Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad."
Como he contado, tener nacionalidad te somete a un régimen jurídico que condiciona tus movimientos por el mundo, te obliga a pertenecer a un sistema económico y toda una serie de condicionantes que forman parte de un entramado de control diseñado para esclavizarte. Este artículo tramposo no hace alusión a tu libertad de elegir de ser un apátrida y no identificarte con una nación o nacionalidad. En la práctica, ese derecho no existe, todo el texto, de aparente buena voluntad, entra en contradicción con tu libertad de elección. Debes, por sus santas narices, pertenecer a un estado.
Cuando cambias tu nacionalidad solo estás cambiando de amos, los hay malos y más malos, pero son amos y tú un esclavo. Todos te pedirán tributo y te obligarán por la fuerza a hacer lo que ellos quieran, a menos que dejes de reconocer su autoridad y no colabores con ellos, algo que te traerá problemas, pero la libertad tiene siempre tiene un precio alto en los tiempos de opresión.
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