Translate

miércoles, 31 de octubre de 2018

Disentir será delito.


Hay  indicios que  dan pie a pensar que quizás, solo quizás,  un plan estratégico se está  llevando a cabo, un plan urdido por una élite, la que ostenta el poder mundial  en las sombras y que domina las finanzas de todo el mundo.  Se trata, como no, de  una conspiración a gran escala. Una conspiración,  que en esta ocasión, va dirigida a conseguir la homogenización de las ideas, el pensamiento único; en definitiva, acabar con la disidencia a  la oficialidad. Sería una  parte ineludible de un plan maestro, destinado al dominio total del ser humano consistente en el llamado nuevo orden mundial. Es algo siniestro,  anular el sentido crítico y el  libre albedrío, la  única forma de resistencia contra la opresión y la esclavitud planeada  por los conspiradores.
¿Les parece una idea extravagante, insólita e imposible?  Pues no sé de qué se extrañan. Los libros de historia están plagados de enfermos mentales, sedientos de poder, sátrapas, cuidillos, emperadores y reyes que han pretendido el poder absoluto  utilizando las  conspiraciones como medio para obtenerlo. Esos mismos libros están plagados también de personajes que ansiaban  la dominación total sobre su mundo conocido; y no eran personajes de ficción. ¿Qué les hace pensar  que no existen en nuestros días o que han abandonado estas malas artes o sus deseos de dominación? Hoy cómo en el pasado, el poder se sigue forjando a base de conspiraciones. Y ya saben, para qué una conspiración sea efectiva, no debe ser desvelada, debe permanecer oculta, sino no sería tal cosa. Y creo que es obvio, que la  mejor forma de ocultar algo así, es a la vista de todos. Parce una contradicción, pero es así. Cuándo se quiere hacer algo de forma que no levante sospechas, es mejor que tenga la forma de lo absurdo, de algo que parezca imposible, así pasa inadvertido y sorprendes a tú adversario con la guardia baja,  no se dará cuenta de lo que se le viene encima hasta que es demasiado tarde. Nadie podría creer que aquello era verdad. Los que hacen esto conocen  bien la técnica de la rana cocida a fuego lento para que no salte de la olla, imitan también a las  personas afectadas por el síndrome de Münchhausen, esas que administran venenos a sus seres queridos para que estos dependan de ellos y puedan curarlos. Es decir, crean problemas para crear la necesidad de gente a que alguien los resuelva, así nos presentan sus soluciones que aceptamos de buen grado, o mejor dicho, se  las pediremos a gritos. 

Si nos fijamos en lo que está ocurriendo en la sociedad, respecto a temas como la violencia de género, la libertad sexual o el cambio de paradigma, respecto a las tradiciones o la cultura popular, el cambio climático, etc.  Nos daremos cuenta de un hecho curioso, todos  medios de comunicación influyen y lo hacen de forma coordinada, en  que parece una estrategia  para crear corrientes de opinión convergentes. Dicho de otra manera,  los medios de comunicación de masas, salvo los independientes, que quedan bien pocos, actúan en  una estrategia planificada,  en lo que parece ser la consecución de la homogenizar la opinión pública en una dirección única. Lo hacen  también, que intentar ir contra estas corrientes, es exponerse a insultos o calificativos tales como  facha, machista, racista, xenófobo o homófobo o otros improperios, solo por ir a contracorriente. Y no son los medios de comunicación, las autoridades o la justicia, de momento, las que te acusarán, sino, tus compañeros de trabajo, algunos amigos y puede que hasta miembros de tú propia familia; hasta este punto hemos llegado. La tendencia, es que la divergencia sea penada con leyes que pediremos nosotros mismos, y que aceptaremos  cómo hemos aceptado muchas otras antes. Leyes injustas o absurdas, cómo la ley de la memoria histórica y otras similares, que atentan directamente la libertad de pensamiento u opinión. Llegará un punto, que cuestionar la historia, previamente revisada y adaptada, será un delito. Llegará un día que disentir podría ser causa para que a uno le sometan a un proceso de reeducación o lavado de cerebro.    Oponerse al movimiento LGTBI, que  pretenden que veamos normal lo que no es, contra el feminismo radical, que pretende infundir terror y crear una guerra sexos o contra los destructores de la cultura popular, será delito, y sino al tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si no estas de acuerdo o quieres aportar algo, deja tu comentario.