Hay indicios que dan pie a pensar que quizás, solo quizás, un plan estratégico se está llevando a cabo, un plan urdido por una élite,
la que ostenta el poder mundial en las
sombras y que domina las finanzas de todo el mundo. Se trata, como no, de una conspiración a gran escala. Una
conspiración, que en esta ocasión, va
dirigida a conseguir la homogenización de las ideas, el pensamiento único; en
definitiva, acabar con la disidencia a
la oficialidad. Sería una parte
ineludible de un plan maestro, destinado al dominio total del ser humano
consistente en el llamado nuevo orden
mundial. Es algo siniestro, anular el sentido crítico y el libre albedrío, la única forma de resistencia contra la opresión
y la esclavitud planeada por los
conspiradores.
¿Les parece una idea extravagante, insólita e imposible? Pues no sé de qué se extrañan. Los libros de
historia están plagados de enfermos mentales, sedientos de poder, sátrapas,
cuidillos, emperadores y reyes que han pretendido el poder absoluto utilizando las conspiraciones como medio para obtenerlo. Esos
mismos libros están plagados también de personajes que ansiaban la dominación total sobre su mundo conocido; y
no eran personajes de ficción. ¿Qué les hace pensar que no existen en nuestros días o que han
abandonado estas malas artes o sus deseos de dominación? Hoy cómo en el pasado,
el poder se sigue forjando a base de conspiraciones. Y ya saben, para qué una
conspiración sea efectiva, no debe ser desvelada, debe permanecer oculta, sino
no sería tal cosa. Y creo que es obvio, que la mejor forma de ocultar algo así, es a la vista
de todos. Parce una contradicción, pero es así. Cuándo se quiere hacer algo de
forma que no levante sospechas, es mejor que tenga la forma de lo absurdo, de
algo que parezca imposible, así pasa inadvertido y sorprendes a tú adversario
con la guardia baja, no se dará cuenta
de lo que se le viene encima hasta que es demasiado tarde. Nadie podría creer
que aquello era verdad. Los que hacen esto conocen bien la técnica de la rana cocida a fuego
lento para que no salte de la olla, imitan también a las personas afectadas por el síndrome de Münchhausen,
esas que administran venenos a sus seres queridos para que estos dependan de
ellos y puedan curarlos. Es decir, crean problemas para crear la necesidad de
gente a que alguien los resuelva, así nos presentan sus soluciones que
aceptamos de buen grado, o mejor dicho, se las pediremos a gritos.
Si nos fijamos en lo que está ocurriendo en la sociedad,
respecto a temas como la violencia de género, la libertad sexual o el cambio de
paradigma, respecto a las tradiciones o la cultura popular, el cambio
climático, etc. Nos daremos cuenta de un
hecho curioso, todos medios de
comunicación influyen y lo hacen de forma coordinada, en que parece una estrategia para crear corrientes de opinión convergentes.
Dicho de otra manera, los medios de
comunicación de masas, salvo los independientes, que quedan bien pocos, actúan en
una estrategia planificada, en lo que parece ser la consecución de la homogenizar
la opinión pública en una dirección única. Lo hacen también, que intentar ir contra estas
corrientes, es exponerse a insultos o calificativos tales como facha, machista, racista, xenófobo o homófobo
o otros improperios, solo por ir a contracorriente. Y no son los medios de comunicación,
las autoridades o la justicia, de momento, las que te acusarán, sino, tus
compañeros de trabajo, algunos amigos y puede que hasta miembros de tú propia
familia; hasta este punto hemos llegado. La tendencia, es que la divergencia
sea penada con leyes que pediremos nosotros mismos, y que aceptaremos cómo hemos aceptado muchas otras antes. Leyes injustas
o absurdas, cómo la ley de la memoria histórica y otras similares, que atentan
directamente la libertad de pensamiento u opinión. Llegará un punto, que
cuestionar la historia, previamente revisada y adaptada, será un delito. Llegará
un día que disentir podría ser causa para que a uno le sometan a un proceso de
reeducación o lavado de cerebro. Oponerse
al movimiento LGTBI, que pretenden que veamos
normal lo que no es, contra el feminismo radical, que pretende infundir terror
y crear una guerra sexos o contra los destructores de la cultura popular, será
delito, y sino al tiempo.
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