La carencia de libertad,
hoy en día, no es percibida como tal. Pese a ser
un derecho fundamental y un bien precioso, aceptamos su pérdida sumisamente, sin hacer demasiado ruido.
Las reacciones no son, ni mucho menos, lo que cabría esperar, dada la importancia de lo que se está perdiendo. Las razones a esto
tendríamos que buscarlas, para empezar, el sistema educativo. Desde muy pequeños,
cuando nos obligan a ir al colegio,
nos enseñan que es algo normal y aceptable perder parte de nuestra libertad personal.
No me refiero a la libertad que afecta a otros, sino a nuestro libre albedrío como niños. Así, en los primeros años de colegio, queda anulada nuestra natural curiosidad infantil y nuestra pasión por aprender. Gracias a sistemas educativos despersonalizados y rígidos, acabamos perdiendo esas grandes virtudes que nos hacen especiales y humanos. Los programas educativos que aburren con conceptos,
que a muchos no les servirán para nada en su vida, hacen que sea más aceptable el hecho de la pérdida de libertar, porque ni siquiera nos cuestionamos el porqué sucede tal cosa. Son programas diseñados para
cuartar el libre pensamiento y evitar la experimentación vital necesaria para nuestra maduración y pleno desarrollo de nuestras capacidades como seres humanos libres. En los colegios
no hablan sobre que es la libertad, solo se limitan a restringirla y a enseñar
a niños ha aceptar esa restricción como
algo necesario e inevitable. Además, el estado con sus leyes, hace todo lo
posible para evitar que los padres no puedan educar a sus hijos en casa o en
centros alternativos; fuera del sistema estatal. Nos obligan a escolarizarlos
dentro de la uniformidad para evitar libre-pensadores que puedan cuestionarse
las cosas en el futuro. Frente al sistema educativo, los niños están
indefensos, ya que sus padres quedan al margen o poco pueden hacer, si no es
enfrentándose con todo un sistema legan decidido a castigarles por exigir lo
que debería ser un derecho. Si sumamos eso al poco tiempo libre que tenemos y
las muchas distracciones creadas para ocuparlo, compensar el adoctrinamiento de nuestros hijos se hace
imposible.
Pero ya de de mayores, la cosa no mejora todavía más. Para empezar, la libertad para los políticos es también un
término ambiguo y objetivo a destruir. Parece que desconozcan o no tengan claro,
que su libertad para legislar acaba en el momento en que limitan la de los
demás, sobre todo si se hace sin
justificación, por razones pelegrinas o
intereses personales. En ese momento, también faltan a la
ética, la moral y a la confianza que depositamos en ellos para que preserven
nuestro bien más preciado. Los que pecan en este sentido, por decirlo de alguna
manera, no distinguen la frontera porque
están cegados por la ideología, y porque también han tenido una educación sin valores ni moral. Esto los
convierte en algo así cómo practicantes de una religión sectaria, carente de fundamentos científicos. Que solo está solo en creencias y suposiciones, que muchas veces han demostrado su ineficacia
a la hora de resolver los problemas. Las leyes que emanan de esta gente, supuestamente
elegida por el pueblo, son letales para la libertad porque parten de ideologías que la restringen. En esto, la llamada izquierda,
es experta, pues siempre ha pretendido imponer a través de las leyes su ideológicas, sus creencias y sus disparates; más propias de mentes tronadas que
de personas que aplican la razón. Pero
el daño que ha hecho la ideología de izquierdas, no tiene nada que envidiar tampoco
al hecho por derecha, que durante
demasiados años ya, nos ha convencido de que es el único sistema posible es el
capitalismo. Lo más curioso de esto, es que tanto derechas como izquierdas,
asumen las tesis capitalistas y el sistema económico como únicas reglas posibles
de juego, sabiendo que hay alternativas y que el tiempo ha demostrado su
ineficacia. Esto es debido a que izquierdas y derechas son las dos caras de la
misma moneda, el poder económico. Este es el principal interesado en que la
falta de libertad sea aceptada como algo natural, ya que de otra manera, su hegemonía sobre el
planeta estaría en serio peligro.
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