No son pocas las voces que alertan que la Unión Europea se desmorona; y no es para
menos. La desconexión de la burocracia con la ciudadanía, sus políticas marcadamente marxistas y las graves
infiltraciones de grupos de presión financieros e industriales en sus
decisiones, está creando una gran desafección por parte de la ciudadanía de los países
miembros. Estos ven cómo sus respectivos gobiernos ceden ante
decisiones arbitrarias, que poco o nada
tienen que ver con bien común o con la mejora de su calidad de vida. Muy al
contrario, ven como los saquean a impuestos
que solo sirven para engordar una burocracia
cada vez más pesada y dependiente de los poderes fácticos.
Las decisiones
respecto a la emigración ilegal, la
imposición de ideologías de género , así como las leyes, cada vez más invasivas en lo que se refiere a la privacidad
y libertad; son solo algunas de las causas de su muerte política.EL brexit de Inglaterra, las protestas
de los chalecos amarillos en Francia, el auge de la derecha en Alemania, España
y otros países de la unión, no es más que una respuesta de una ciudadanía harta de tanto despropósito. Ya no quieren este tipo de unión que solo favorece a los ricos, los burócratas y las grandes multinacionales.
El momento político que vivimos es muy interesante, porque a parte de este declive y respuesta de la ciudadanía, se suma el hartazgo a la dominación de la progresía y de su
corrección política en algunos países, así como sus dogmas de género y políticas buenistas que no han traído más que subidas de impuestos, control social y leyes absurdas. Los devotos
de estas creencias, políticos con tendencia a creerse superiores moralmente al resto de los mortales, han ido campado por los parlamentos de Europa, dejando
un rastro de leyes destinadas a imponer sus creencias, que bien podrían ser
parte de la construcción de un mundo feliz, donde nadie pueda tener la tentación de
pensar diferente. Ya hace demasiado tiempo que vemos con estupor e impotencia,
como esta camada de presuntos intelectuales arremete contra los hombres, arrebatándonos la presunción de inocencia y convirtiéndonos
en asesinos de mujeres antes de haber cometido ningún acto que así lo
demostrase. Al mismo tiempo, pretenden normalizar lo raro, la mediocridad y
la estupidez. En su camino de destrucción intelectual, han manipulado el
lenguaje, tratándonos como a niños, interviniendo con leyes en todos
los aspectos de nuestra vida, diciéndonos como tenemos que ser y lo que es
correcto o no, plagando nuestras vidas de impuestos destinados a pagar sus
chiringuitos. Esta asfixiante presión, está llevando a
muchos a contestar, derribando los endebles
muros ideológicos sobre los que se apoyan estos salva-patrias. No hay más que buscar en internet para
ver la enorme resistencia que se está gestando contra toda esta chusma ideología. Blogueros
de todo el mundo alertan y desmontan sus argumentos falaces, que por otra parte
no son difíciles de derribar.
Puede que
todo forme parte de una estrategia premeditada, pero lo cierto es que sea como
sea, la tendencia es que, partidos populistas o de carácter radical, están
tomando un protagonista inaudito en una sociedad avanzada como la europea. Con
el tiempo se verá si estos nuevos partidos son parte de la disidencia
controlada, como lo fue el movimiento, supuestamente espontaneo del 15M, o una alternativa sería a
estas políticas intrusivas y marxistas que han dominado hasta ahora la
política.
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