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martes, 10 de septiembre de 2019

La ANC y otras hiervas

Creada para promover el movimiento secesionista catalán, la organización ANC (Asamblea Nacional Catalana), se ha dedicado, desde sus orígenes,   a recopilar  datos de la ciudadanía, vulnerando en varias ocasiones la ley de protección de datos y siendo multada por ello. A parte de estas actividades, calificadas ya delictivas,  también se ha dedicado, a la poco ética labor de intimidar a empresas,  recopilar sus datos y recaudar fondos. Supuestamente, el dinero recaudado, llamado fondo de resistencia, es el que se ha utilizado para pagar a los abogados de los políticos presos; presuntos delincuentes que están pendientes de sentencia por delitos muy graves; como sedición, rebelión y malversación de fondos. Las cuentas de esta entidad, así como las de otras similares montadas al efecto por el secesionismo catalán,  son opacas; así como su gestión.  No  publica sobre los gastos o ingresos, escudándose en que es una entidad privada sin ánimo de lucro. Lo que todos sospechamos es que estas y otras entidades afines,  han sido regadas de subvenciones públicas,  de forma encubierta.
La ANC es una parte importante del entramado de organizaciones dedicadas a la promoción del separatismo, el ensalzamiento nacional  y el victimismo, en definitiva de un  nacionalismo que nos recuerda mucho al de otros tiempos. Esta idea de nacionalismo  va en contra del sentido común y de la naturaleza de un pueblo. Un pueblo que tiene  demasiadas vinculaciones, geográficas, familiares y económicas con el resto de España, para poder ser  independiente o vivir separados de ella.

Al igual que otras organizaciones separatistas, como Òmnium Cultural y la Associació de Municipis per la Independencia, la ANC se dedica a señalar y dictaminar quienes son o no son buenos catalanes, incitar al odio a España, tergiversar la historia, influir e los políticos y señalar a aquellos que representan un problema para sus intereses. Curiosamente, el auge de estas asociaciones, tubo su máximo esplendor cuando se destapó el caso del cobro de comisiones, el famoso caso del 3%, que salpicó directamente al gobierno autonómico catalán; empezando por la familia Pujol, de quien se supo y demostró ser un nido de corrupción tras un supuesto nacionalismo. Lo que querían los Pujol y lo que quieren ahora los herederos de su ideología es lo que se ha ansiado siempre, el poder para ser los únicos cosechadores legítimos de un pueblo; cada día más asfixiado por la carga impositiva de los sucesivos gobiernos separatistas. Impuestos, que para nuestra desgracia, no son revertidos en inversiones públicas, sanidad o infraestructuras, sino en embajadas y altos cargos con grandes sueldos, a los que un obrero nunca podrá aspirar.     

Pero como dijo Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo." Lo que parecía que iba a culminar en un enfrentamiento civil o algo peor, poco a poco se ha ido desinflando. Primero por el hastío de los propios secesionistas, que van viendo la gran mentira que se esconde detrás de todo esto y como sus líderes huían cuando tenía que dar la cara. Segundo por la resistencia de más de la mitad de la población, hartos de ver como se querían pisotear sus derechos fundamentales.  Y tercero, por el poco o nulo apoyo que ha tenido el movimiento secesionista en el extranjero. A este respecto, cabe lamentar la actuación de algunos jueces y gobiernos europeos, pues fueron  muy tibios y desleales a la hora de reconocer la tremenda vulneración de derechos que hubiese supuesto  imponer, a más de la mitad de la población catalana, una identidad que no querían.

          

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