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lunes, 1 de abril de 2019

¿Perdón a Méjico?



Dicen ahora que los españoles fuimos malos y perversos con Sudamérica, que destruimos pueblos y saqueamos aldeas. Nos dicen que debemos pedir perdón por ser descendientes de ladrones de oro, asesinos sanguinarios, destructores de  culturas y civilizaciones. ¿Pero que hay de realidad en todo esto y que no es el invento de algunos gobiernos  populistas con el fin de tapar sus miserias?

Al margen de cualquier interpretación torticera de la historia, los echos hablan por si mismos Si fuera cierto que en el pasado  hubiese una conquista genocida y criminal y que esta  hubiese sido algo generalizado, no veríamos hoy la mezcla de razas andinas, mayas, aztecas y todo tipo de amalgamas humanas en la América latina, sino un solo un  país homogéneo  y de predominio  caucásico. Un país donde las los descendientes de los indígenas, habrían quedado relegados a reservas para reclamo turístico,  como sucedió en EEUU; donde tales hechos si se dieron por parte de los ingleses. Por otro lado, a nadie se le ocurriría hoy decir, que Roma tendría que pedirnos perdón por acabar con las tribus íberas, celtas o cántabras de la península Ibérica. Muy al contrario, esa conquista nos trajo la ciencia, la cultura, el idioma, la escritura y  si somos lo que somos, es gracias a los que trajo la  conquista romana.  Lo que trajo la conquista de América fue un enriquecimiento para ambas culturas. Sin negar el echo de que indeseables siempre los hubo, y que estos pudieron ir a hacer las américas, No cabe duda de que fue una minoría; como sucede con todas las poblaciones, personas malas e inhumanas, siempre hay.      

El abuelo de Darwin escribió:

“En mis viajes por el inabarcable imperio español he quedado admirado de cómo los españoles tratan a los indios, como a semejantes, incluso formando familias mestizas y creando para ellas hospitales y universidades, he conocido alcaldes y obispos indígenas y hasta militares, lo que redunda en la paz social, bienestar y felicidad general que ya quisiéramos para nosotros en los territorios que con tanto esfuerzo, les vamos arrebatando.
Parece que las nieblas londinenses nos nublan el corazón y el entendimiento, mientras que la claridad de la soleada España le hace ver y oír mejor a Dios. Sus señorías deberían considerar la política de despoblación y exterminio ya que a todas luces la fe y la inteligencia española están construyendo, no como nosotros un imperio de muerte, sino una sociedad civilizada que finalmente terminará por imponerse como por mandato divino. España es la sabia Grecia, la imperial Roma, Inglaterra el corsario turco.

Cuando Hernán Cortés llegó a tierras americanas, se encontró con pueblos esclavizados por un imperio que practicaba el canibalismo y el sacrificio humano. Se encontró con pueblos enfrascados en guerras fratricidas por el territorio y el poder. Muchas de las grandes culturas que construyeron las enormes pirámides y templos ya habían desaparecido víctimas de la barbarie  y estas  guerras.  Hernán Cortés, junto a muchos otros emprendedores, trajeron paz,  cultura y prosperidad a América. Negar que hubieran excesos, sería faltar  a la verdad, pero nada hubo que fuese  tan criminal  como lo acontecido en América del norte, dónde los ingleses, prácticamente, aniquilaron todo vestigio de cultura indígena.  Solo hace falta echar un vistazo a los documentos del “tratado de Indias o leyes de Burgos” Para darse cuenta del grado de empatía que había en la época por esos mismos pueblos, que dicen sometimos por la fuerza de las armas. España fue pionera en el respeto a los indígenas, al considerarlos  cómo ciudadanos de pleno derecho españoles. Nada que ver con las políticas esclavistas de los portugueses o los ingleses, que veían a los indígenas como animales. No tenemos que sentirnos culpables, sino orgullosos de las decisiones tomadas entonces. 
En innegable que hubo muertes en el proceso de colonización, pero la mayoría fueron ajenas a la violencia y debidas a algo que entonces no se sabía, las enfermedades infecciosas que trajeron los conquistadores y para las que los nativos no estaban inmunizados. Se estima, que solo un 5% de las muertes durante esa época fue fruto de la violencia, es resto por la viruela y otras enfermedades infecciosas. Así que basta ya de tanta tontería, no somos descendientes de asesinos, sino hijos de una cultura de paz que se extendió por todo el mundo y que hoy en día podría ser un ejemplo si no fuésemos tan duros con nuestra propia historia. Los culpables de que hoy, algunos juzguen  la conquista de América como algo terrible, son el sentimiento de inferioridad infundado por políticos revisionistas, obcecados en imponer ideologías. Este afán de juzgar la historia con criterios actuales y de forma revisionista, solo obedece a intereses espurios, que pretenden destruir la verdad por motivos políticos o intereses económicos. Resulta muy llamativo que sean los separatistas burgueses catalanes, descendientes muchos ellos de aquellos que hicieron fortuna en Cuba con la esclavitud y participaron en el comercio humano de los ingleses. los que  pretendan ahora dar lecciones al mundo de humanidad. Si por ellos fuera, todavía tendrían negros trabajando en las plantaciones de azúcar donde hicieron fortuna. Y estos pretenden dar lecciones de ética y moral.  

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