Aunque hubiese podido suceder otra
cosa, lo cierto es que se venía venir. Han sido muchas las
advertencias que nos avisaban del desastre que se avecinaba. El
sistema financiero está muerto y es algo que ya no se puede negar.
Podemos ser ingenuos y decir que todo se va ha arreglar, que esto es
un temporal pasajero, pero por mucho que lo digamos no va a
arreglarse solo; la deuda ya es impagable. Por muchos recortes,
sacrificios, austeridad que tome el gobierno de España, esto no se puede arreglar. Es echo que la deuda y los
intereses derivados de ésta no se pueden pagar, ni en uno, ni en
cien años. La estupidez de intentar adelgazar las inversiones,
mandar al paro a funcionarios o recortar servicios, no está
surtiendo efecto y la razón es muy lógica: Si se quita poder
adquisitivo, la gente no compra, el sistema no crece y no se genera
riqueza. Si adelgazas el estado y mandas funcionarios al paro, de
alguna manera tiene que vivir, por tanto, más gasto para un estado
que no tiene ya nada y debe pagar el paro de estos funcionarios.
Estas medidas son las únicas posibles para el gobierno, sea del
color que sea, porque se ciñen a las reglas de este sistema caduco,
y no a otras alternativas. La consecuencia de aplicar cualquier
medida en un sistema, ya tan podrido, es la banca rota, el punto
donde ahora estamos. No hay manera de generar empleo, porque todo se produce más barato fuera, las empresas se deslocalizan, se van a otros lugares donde la gente trabaje por menos dinero, justo lo que se espera que se haga aquí.
Sin embargo, no tendría porque ser
así. Existen alternativas que solo un pueblo valiente que reclamase
sus derechos, podría tomar. Claro está, que eso conlleva el
desprecio de los que son ahora nuestros simpáticos amigos usureros y salirse del sistema de la deudocracia.
Si el pueblo gritase con suficiente fuerza, se mostrase insumiso y
contestatario, sería posible hacerlo.
Si fuese así, en primer lugar debería
convocarse una asamblea constituyente, al margen de cualquier
partido político, que redactase una nueva constitución, que aparte
de hacer hincapié en los derechos humanos, no contemple el dinero
como un dogma ni algo imprescindible en la sociedad. Que permitiese
la intervención del pueblo en toda decisión política trascendente,
y no solo me refiero a las elecciones generales, sino a toda decisión
importante.
Una vez redactada debería ser votada
por el pueblo junto a varias medidas excepcionales, pero
imprescindibles para empezar a cambiar las cosas de verdad:
- Salida inmediata de la Unión Europea.
- Declarar toda la deuda establecida por los usureros como deuda odiosa.
- Cierre de fronteras a todos los productos exteriores.
- Nacionalización de todos los bancos, trasportes, telecomunicaciones y demás servicios trascendentes para que un país funcione.
- Auditoria de todos recursos del país, materias primes, energía, sistemas hídricos, tierra cultivable, etc.
- Cancelación de todos los préstamos, hipotecas y deudas.
- Confiscación de todos los bienes pertenecientes a los causantes del desastre, así como los de beneficiarios del mismo, previo juicio popular.
Si el resultado es afirmativo, poner
en marcha todos los puntos y convocar unas elecciones para constituir
un parlamento, donde no tendrían cabida partidos políticos, sino
cualquier persona mayor de edad de este país. Este parlamento, una
vez constituido, debería elegir a los mejores científicos y
expertos para constituir un consejo de expertos que refrendase las
decisiones tomadas por el gobierno salido de este parlamento en
función de la lógica y el sentido común, buscando siempre la
prevalencia de la calidad de vida y la libertad del ciudadano por
encima de decisiones arbitrarias. Este parlamento debería poner al
alcance del ciudadano, aprovechando todas las facilidades que da la
tecnología, la posibilidad de opinar y dar sus ideas, así como
votar en contra de cualquier resolución injusta. La primera tarea
del consejo, sería repartir los recursos humanos y materiales
existentes. Definir que se debe cultivar y donde o poner al alcance
de los ciudadanos todos estos recursos y el trabajo para que puedan
desarrollar una vida digna y en libertad, es una tarea prioritaria.
De la misma forma establecer el tope de población dependiente de los
recursos y los mecanismos para que el número de ciudadanos se
mantenga estable. Esto solo sería el principio para establecer una
sociedad mejor. Desde luego son muchas más cosas las que se tiene
que hacer, pero será el pueblo quien decida cuales son las
prioridades.
Desde luego, esta utopía, solo es una
de las posibles soluciones a la falsa crisis que cuarta nuestras
libertades y que está a punto relegarnos a la esclavitud. No es
algo inviable, pues ya se está llevando a cabo, a medias, en un
país, que aunque pequeño, resulta una prueba de la viabilidad del
cambio.
Seguramente, al principio, todos los
países de nuestro entorno se echarían las las manos a la cabeza,
más de uno nos amenazaría con una guerra. Pero si la violencia no
es nuestra bandera, nada de esto debería alterar el curso de las
cosas. Este país, como casi todos, disponen de los suficientes
recursos como para auto abastecerse sin recurrir a importaciones.
Quizás, la península Ibérica más que muchos. No pasaría mucho
tiempo en que llegase el día, que como en otros tiempos, fuimos un
país deseado por muchos, por sus gentes, clima y calidad de vida.
Ojalá que el pueblo se de cuenta de que esta situación nos lleva
irremediablemente al desastre, y tome las riendas de lo que siempre
ha sido suyo, para reconducir la situación. Hay que salir a la
calle, y manifestar nuestro deseo de cambio. Un cambio que solo puede
producirse desde cada uno de nosotros, tomando conciencia de en que
punto estamos y de a donde vamos siguiendo este camino de locura al
que nos conduce pensar que alguien nos va ha sacar del atolladero.
Tomemos la calle, las plazas y los bancos, insumisión fiscal, y
todos los medios a nuestro alcance para acabar con esto.
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