Cuando son las leyes
escritas por los hombres te impiden hacer las cosas bajo amenaza,
cuando lo que quieres hacer no puedes porque te limitan el acceso a
unos recursos abundantes y disponibles que otros se han adjudicado
en propiedad exclusiva, cuando no puedes ir a donde quieras sin
permiso de otros o cuando tu persona pertenece a un estado; no tienes
libertad. En el mejor de los casos, viviendo así, es una libertad
limitada, donde tus posibilidades han sido reducidas a lo permitido
por criterios arbitrarios y muchas veces injustos que otros te han
impuesto.
Si te has dado
cuenta de esto has comprendido que tu sentido común, tus razones,
tu ética y tu moral no son relevantes ni aplicables en tu vida;
otros deciden por ti y la aplican en ti. Al asimilar tu condición de
dependencia, también has aceptado vivir en un sistema social
clasista, donde tu lugar de nacimiento será el condicionante de tus
posibilidades y el dinero del que dispongas fijará tu estatus dentro
de las diferentes clases de esta sociedad. Te verás avocado a
buscarlo desesperadamente y así ser un engranaje más de esta
máquina infernal llamada sistema.Puedes engañarte a ti mismo
diciéndote que es lo que hay y que no hay nada mejor, que más vale
lo malo conocido que lo bueno por conocer; este es el consuelo de
los perdedores que han asumido su condición y se han resignado a
llevar una cadenas que arrastrarán toda su vida.
Quizás esperes la
llegada de un héroe que te salve de tu desdicha y quizás esperes
que se llame Pablo. Lo siento, no hay héroes para ti y tu situación.
Esos solo salen en las películas y, en muy contadas ocasiones, en la
vida real, pero cuando lo hacen, solo es por su necesidad vital de
liberarse. Cierto que acaban arrastrando a otros, pero sin
quererlo. Esos héroes luchaban por su libertad y no por la de los
que les seguían. No fueron diferentes a ti, pero fueron capaces de
ser lo suficientemente valientes para enfrentarse a sus miedos y
hacer lo que creían era justo. La mayoría murieron por ello, aunque
con la satisfacción de ser consecuentes en lo que creían y tomar
las decisiones que dentro de su ser sentían. Tú por el contrario,
cuando las escuchas las ignoras, piensas en las consecuencias, en las
amenazas que se ciernen sobre tu cabeza y los tuyos y te paras. Ya es
demasiado tarde. Te han inculcado tanto miedo que eres incapaz hasta
de ver la realidad. Puedes ignorarlo, pero no eres más que un
esclavo sometido.
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