Algunos piensan que
utilizamos solo el 10% de nuestro cerebro, pero esto en mi opinión
no es correcto. En realidad creo que utilizamos todo nuestro
cerebro, aunque no en toda su extensión y posibilidades. No se sabe
con certeza que porcentaje de nuestro cerebro utilizamos para
procesos conscientes, que es donde se concentran las dudas que
pretendo clarificar, paro las investigaciones han avanzado mucho y
hoy sabemos más de nuestro cerebro que nunca, aunque sigue siendo un
gran misterio en muchos aspectos. Para empezar este viaje a los
secretos del cerebro lo dividiré en dos partes, pa parte consciente
y la inconsciente.
Algunos
investigadores sostienen que para realizar los procesos mentales
conscientes solo utilizamos una pequeña parte de nuestro cerebro, el
resto se ocupa de todos los procesos en los cuales no interviene la
conciencia; es lo que llamamos el subconsciente. Pero el
subconsciente, como piensa mucha gente, no se limita a soñar o
controlar nuestro cuerpo y todas sus funciones vitales. Controlar
estas funciones primarias de nuestro cuerpo lo hacen partes del
cerebro específicas conectadas a través del subconsciente. Las
personas normales no podemos acceder directamente a esas zonas de
nuestro cerebro. Se cree que la parte que se ocupa de los procesos
conscientes se encuentra en la corteza cerebral, una capa externa
del cerebro de apenas 1mm de espesor. Los evolucionistas creen que
esta parte fue la última en evolucionar, ya que el cerebro, según
dicen, ha ido evolucionando en sucesivas capas, desde el tallo
cerebral o lo que llaman el cerebro de reptil, en adelante hasta
llegar a la corteza. Otros, contrarios al evolucionismo, piensan que
está maravilla fue diseñada por algún alienígena. Yo no quiero
entrar en este campo ni me inclino por ninguna de estas opciones,
pues no es el motivo de esta reflexión. Solo solo puedo saber de lo
que he leído sobre los numerosos descubrimientos que se han hecho
gracias a la tecnología de resonancia magnética. Las observaciones
han demostrado que la corteza cerebral es la parte del cerebro que
más energía consume, por ello puedo deducir que los procesos
conscientes consumen mas energía que los procesos inconscientes,
energía sacada de los azucares, que es el combustible de nuestras
neuronas.
Es lógico pensar
que los procesos inconscientes tienen una importancia vital e
imprescindible para nuestra supervivencia, por ello ocupan mucho más
espacio en nuestro cerebro. No obstante, y a pesar de saber que solo
un pequeño porcentaje de nuestro cerebro se ocupa de estos procesos
conscientes, la mayoría pensamos que vivimos conscientes todo el
tiempo que estamos despiertos. Lo cierto es que si nos observamos,
apenas somos capaces de mantener la conciencia plena unos cuantos
segundos, al cabo de ese tiempos se nos empiezan ha escapar muchos
detalles. Esta demostrado que con técnicas de meditación
correctamente aplicadas y mucha constancia, se puede alargar ese
tiempo, incluso llegar a conectar nuestra consciencia con el cerebro
inconsciente, lo que nos lleva, de forma natural, a lo que se llama
un estado alterado de consciencia. Este estado nos permite acceder a
partes y funciones de nuestro cuerpo que no podríamos acceder de
otra manera. Un ejemplo lo podríamos encontrar en aquellas personas
que son capaces de soportar el dolor de un hierro candente en dicho
estado o hacer cosas absolutamente increíbles y que escapan a
nuestra comprensión. A parte de la meditación, este estado especial
también se puede alcanzar con algunas sustancias como la ayahuasca
o el peyote. Se sospecha que otra forma de alcanzarlo es mediante la
hipnosis. Pero si no somos practicantes de meditación ni tomamos
estas sustancias, lo normal es que la vida pase ante nuestros ojos
sin apenas estar en ella o percibir los sutiles detalles que para el
inconsciente si existen y son percibidos con la importancia que
tienen.
Como vemos, nuestro
cerebro es más complejo que cualquier ordenador, no funciona como
estos y tampoco como creemos que lo hace. Por extraño que nos
parezca, la mayor parte del tiempo está en modo automático. Por
poner un ejemplo: una vez que aprendemos a conducir o ir en bicicleta
y tenemos cierta experiencia, ya no intervenimos conscientemente en
el proceso, es nuestro subconsciente el que toma el mando. Eso nos
permite mantener una conversación compleja mientras estamos
conduciendo o montados en bici, la mayor parte de los detalles de la
conducción escapan a nuestro consciente. Solamente si nuestro
sistema automático detecta algo que no es normal, pone en marcha un
mecanismo que alerta a nuestro consciente para que resolvamos la
situación. Probablemente, el tiempo que tarda en actuar este
proceso, es lo que llaman tiempo de reacción. Una vez que hemos
resulto la situación, nuestro subconsciente pone en marcha otros
procesos que llamaríamos de aprendizaje. El subconsciente memorizará
como resolvió nuestro consciente para que éste no tenga que
intervenir la próxima vez que se produzca una situación similar.
Así es como gracias al aprendizaje, nuestras reacciones son más
rápida y eficaces. Así, la siguiente ocasión que se den las mismas
circunstancias, no tenemos que pensar como hacerlo, actuamos de forma
automática. Es una una cuestión de racionalizar los recursos
energéticos. Este mecanismo, imprescindible para la supervivencia y
no es exclusivo del hombre, se manifiesta en todos los mamíferos en
mayor o menos grado.
La actividad del
subconsciente no se limita a todas estas funciones, va mucho más
allá. El subconsciente está siempre trabajando, calculando
posibilidades para predecir los futuros y las consecuencias, que
luego serán aplicadas a todos los eventos y situaciones habituales
de nuestra vida. Por ello podemos intuir los movimientos de otros
coches cuando estamos conduciendo o saber la reacción que tendrá
una persona al decirle o hacerle algo. Gracias al subconsciente
podemos determinar en segundos si un rostro de otra persona nos es
afable o no, incluso lo que nos va ha decir antes de que lo digan,
solamente por sus gestos o la expresión de su cara. Y todos estos
procesos intuitivos no son procesados por nuestra mente consciente.
A pesar de la
perfección y complejidad de nuestro cerebro y su maravillosa
plasticidad, la separación entre subconsciente y consciente, nos
hace vulnerables. Esto es lo que permite a los ilusionistas
engañarnos con sus trucos. Si se tiene el suficiente conocimiento
del funcionamiento de nuestra mente, se pueden saltar los controles
que nos avisan de que hay algo anormal. La información que entra por
nuestros sentidos no llega a la corteza cerebral de forma inmediata y
directa, antes es procesada por el subconsciente. En este proceso se
discriminan los detalles de la información que al subconsciente le
parecen importantes. Un ilusionista, sabe perfectamente que solo una
pequeña parte de nuestra visión es nítida, allí donde fijamos la
mirada. Por ello procurará hacer todos los movimientos sospechosos
fuera del alcance de esta zona de atención máxima, mientras
mantendrá nuestra mirada fija en otras distracciones que no hagan
sospechar de las intenciones del artista. Esos movimientos
sospechosos no pasan desapercibidos para el subconsciente,
simplemente los discrimina al estimar ya donde irían las manos del
ilusionista. Es el mismo proceso que nos hace fijar nuestra atención
en una conversación en medio de un ambiente ruidoso. El oído
escucha todos los sonidos, pero el cerebro es capaz de eliminar todos
los sonidos producidos ambientales, dejando solo los producidos por
la voz de nuestro interlocutor. Puede que el ruido sea demasiado
alto y el mensaje no llegue nítido, en tal caso, el subconsciente
completa la información con invenciones surgidas del recuerdo. Esta
cualidad de nuestro cerebro también puede ser aprovechada para el
engaño.
Una gran parte de la
publicidad, sino toda, no está pensada para nuestro consciente, va
dirigida directamente a nuestro inconsciente como un cazador dispara
a su presa, y además de forma perfectamente estudiada, buscando las
reacciones de éste mecanismo autónomo y sus puntos débiles. De la
misma forma se utilizada por los políticos y los asesores de
imagen, buscando rostros que nos parezcan agradables o logotipos e
imágenes. No nos podríamos imaginar los recursos que se gastan en
el estudio del subconsciente, ya no solo por empresas privadas para
vendernos productos, sino por los políticos en sus campañas. El
creciente conocimiento del funcionamiento de los mecanismos internos
de nuestro cerebro, es utilizado masivamente en la sociedad en la que
vivimos para manipular nuestra conducta y controlar nuestras
reacciones. Es tan solo una intuición con visos de realidad, pero
pienso que de lo que conocemos de estas investigaciones, solo es una
pequeña parte de lo que se conoce en realidad por los que lo
estudian. Siendo así puedo deducir que todo este conocimiento de
nosotros y del funcionamiento de nuestra mente, de la misma manera
que es utilizado para vendernos productos, también lo está siendo
para manipular nuestra conducta, eso es una obviedad, pero es
necesario recordarlo. Cuando hay por medio intereses económicos o de
poder, la ética es ignorada. Y si el uso de estos conocimientos en
la publicidad ya manifiesta una grabe carencia de la aplicación de
la ética, imaginen lo representa en los políticos.
Si se quieres
descubrir el truco de un ilusionista lo mejor es que aprendas a
conectar tu subconsciente, de esta forma no solo destaparás a los
ilusionistas, comenzarás un camino espiritual que te llevará al
auto-conocimiento.
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