El partido popular
reniega de sus disidentes cómo Podemos lo hace de los suyos, sabiendo que esto
es un error de principiantes en política, ya que lo normal en política es que dialogar
para integrar opiniones diversas. Esto es aprovechado cómo balón de oxígeno por el PSOE. Es justo lo que
necesitaba para no extinguirse, una
derecha fraccionada y una extrema izquierda radicalizada y dividida. Y mira por
donde, casualidades de la vida, ocurre el milagro, evitando que sus afiliados
se repartan en otros partidos de nueva creación, huyendo de esa máquina de
corrupción que ahora vira a su izquierda para evitar más fugas.
La obsesión enfermiza del PP en ser políticamente correctos,
le ha hecho caer en la tibieza, la ambigüedad y, sobre todo en la incoherencia.
Son causas de penalización en las urnas, tanto o más que la corrupción que asola
el partido en los últimos tiempos. VOX es el fruto de esos graves errores
políticos y, aunque ahora Casado intenta corregirlos, es demasiado tarde para
parar el cisma entre los que quieren una derecha sin complejos y de firmes
condiciones y los que la prefieren el tibio y moderado legado de Rajoy. Un tipo trabajador,
pero muy mal estratega, que no supo
parar a tiempo la sangría de la corrupción y actuó tarde cuando los secesionistas
quisieron saltarse a las bravas el estado de derecho y la constitución.
Por su parte, Podemos se ve víctima de las incoherencias de
su cabeza visible, Pablo Iglesias. Ese sujeto, mitad pijo y mitad progre, que quiso
poner el nivel de limpieza política tan alto que fue el primero tirar el
listón. Además, la amalgama de corrientes, confluencias e ideologías de su
partido, hacen que el ciudadano no tenga ni idea de que es Podemos, si se trata
de un partido político, una asociación, un grupete de amigos; mal avenidos, por
cierto... Lo que si se ve y mucho en ese partido, es su simpatía por el
estalinismo y el despotismo de en la gestión de su secretario general. Además,
el apoyo explícito a las dictaduras de izquierda, aleja al votante moderado e
incluso a los que apoyaron el movimiento 15M; del que dicen son originarios.
Seguramente por este motivo Errejón y
otros dirigentes, fundadores, se marchan y buscan caminos alternativos a este
lio llamado Podemos. Por si esto fuera poco, no es que su gobierno, en los
sitios donde lo han ejercido, sea para tirar cohetes. Solo hay que ver los
niveles de satisfacción de las ciudades que gobiernan para cercenarse de su
valía como gestores.
Ciudadanos, por su parte, intenta contentar a todo el mundo,
y eso sabemos que es imposible. Son originarios de un movimiento
antinacionalista radical catalán, pero su pasividad a la hora de luchar por
alcanzar el poder en Cataluña después de ganar unas elecciones, les ha puesto en la picota. Además,
sus devaneos y vaivenes en cuestiones importantes, han hecho que sean conocidos
como los veletas, y eso en política es imperdonable. Estos cambios de rumbo, son
a veces tan bruscos, que acaban
perdiendo militantes o simpatizantes en cada uno de ellos. La causa de esto, es
muy posible que sea el fruto de la entrada en el partido de trepas, muchas
veces procedentes del PSC o del PSOE. Que
viendo como su barco se hundía, buscaron nuevos lugares donde se les diese cobijo
y comida gratis para seguir viviendo de la sopa boba.
En medio de estas trifulcas políticas está el ciudadano de a
pie, que ve esto cada vez con mayor distancia. Porque que sus problemas siguen
estando ahí; esté quien esté en el gobierno. Es una reacción lógica y esperada,
que nos desvinculen cada día más de la política y lo veamos cómo un problema y
no la solución. Porque salga quien salga acaba defraudando a unos más que
otros, pero siempre defraudando. Los impuestos y los productos básicos no dejan
de subir, mientras los sueldos se mantienen o bajan. Esto representa pérdida de
poder adquisitivo, mayor pobreza y la consiguiente pérdida de libertad. Ninguno
de los partidos que han estado hasta ahora en el poder ha resuelto estos
problemas, más bien los han parcheado o, incluso, los han agravado. Sentimos
que los líderes políticos no nos representan ni tienen en cuenta nuestros
problemas básicos. Pero a la vez, nos damos cuenta que es el único medio que
tenemos para resolver problemas comunes. Esa actitud derrotista y pasiva que
lleva a la abstención, es precisamente la que interesa a la gente que mueve los
hilos de verdad. Y es que en realidad, derecha izquierda y demás etiquetas
ideológicas, son solo nombres para un único producto defectuoso, que viene a
ser cómo una mala medicina para una
enfermedad crónica que nadie se molesta en diagnosticar. Todos, sin excepción, sirven a un sistema que solo
funciona para unos cuantos, a los que
nadie ha votado y que no están sometidos a ningún tipo de control institucional.
Intereses financieros, fondos de inversión, multinacionales y organizaciones de
multimillonarios secretas, tiene mucho más poder de influencia en las
decisiones políticas que cualquier parlamento. Para muestra un botón. Solo hay
que mirar a la burocracia de la EU, que es un claro ejemplo de cómo estos poderes
influyen en las políticas que emanan del
lugar se debería manifestar la voluntad popular. Al final, acaba siempre
tomando decisiones para beneficiar y preservar el sistema financiero y las
grandes multinacionales.
Si la voluntad popular estuviese representada en los
parlamentos y estos no fuesen meros peleles de la voluntad del poder económico,
seguramente el actual sistema de dinero fiduciario, auténtica cárcel donde se practica
la obligación de realizar trabajo esclavo, hubiese desaparecido hace mucho
tiempo. Si en vez de dejarnos engañar por ideologías que han demostrado no ser
más que creencias religiosas, alejadas de la verdad y señuelo para encumbrar
títeres al poder, ahora serían las políticas del bien común las que imperarían en
el mundo, y no los intereses espurios del capital que tanto daño nos hacen a
nosotros y al planeta en general. Pero como he dicho antes, la política en este
momento es una mala medicina para un enfermo al que no se le quiere hacer un
diagnóstico serio, en definitiva, buscar los verdaderos problemas que hacen
nuestra vida difícil, en un mundo donde es posible ser completamente feliz y
tener todo lo necesario para ello. El camino para llegar a esto puede estar en
la democracia, pero no en esta farsa de democracia representativa que no representa
nadie más que la avaricia y el nepotismo
de una élite. La democracia podría ser la solución, ahora que se dan las
circunstancias, con un poder dividido y peleándose por cada escaño. En la
mayoría de las constituciones está la razón, pero deben cumplirse todos los
derechos expuestos en ellas para todos, y no solo acabar siendo panfletos
inútiles expuestos en una vitrina. En España no se necita una nueva
constitución, el texto no es perfecto, pero se acerca mucho a lo que debiera
ser, solo hace falta que deje de ser mancillado por los políticos.
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