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lunes, 4 de febrero de 2019

El juego político español


El  partido popular reniega de sus disidentes cómo Podemos lo hace de los suyos, sabiendo que esto es un error de principiantes en política, ya que lo normal en política es que dialogar para integrar opiniones diversas. Esto es aprovechado  cómo  balón de oxígeno por el PSOE. Es justo lo que necesitaba  para no extinguirse, una derecha fraccionada y una extrema izquierda radicalizada y dividida. Y mira por donde, casualidades de la vida, ocurre el milagro, evitando que sus afiliados se repartan en otros partidos de nueva creación, huyendo de esa máquina de corrupción que ahora vira a su izquierda para evitar más fugas.

La obsesión enfermiza del PP en ser políticamente correctos, le ha hecho caer en la tibieza, la ambigüedad y, sobre todo en la incoherencia. Son causas de penalización en las urnas, tanto o más que la corrupción que asola el partido en los últimos tiempos. VOX es el fruto de esos graves errores políticos y, aunque ahora Casado intenta corregirlos, es demasiado tarde para parar el cisma entre los que quieren una derecha sin complejos y de firmes condiciones y los que la prefieren el tibio  y moderado legado de Rajoy. Un tipo trabajador, pero muy mal estratega,  que no supo parar a tiempo la sangría de la corrupción y actuó tarde cuando los secesionistas quisieron saltarse a las bravas el estado de derecho y la constitución.

Por su parte, Podemos se ve víctima de las incoherencias de su cabeza visible, Pablo Iglesias. Ese sujeto, mitad pijo y mitad progre, que quiso poner el nivel de limpieza política tan alto que fue el primero tirar el listón. Además, la amalgama de corrientes, confluencias e ideologías de su partido, hacen que el ciudadano no tenga ni idea de que es Podemos, si se trata de un partido político, una asociación, un grupete de amigos; mal avenidos, por cierto... Lo que si se ve y mucho en ese partido, es su simpatía por el estalinismo y el despotismo de en la gestión de su secretario general. Además, el apoyo explícito a las dictaduras de izquierda, aleja al votante moderado e incluso a los que apoyaron el movimiento 15M; del que dicen son originarios. Seguramente por este motivo  Errejón y otros dirigentes, fundadores, se marchan y buscan caminos alternativos a este lio llamado Podemos. Por si esto fuera poco, no es que su gobierno, en los sitios donde lo han ejercido, sea para tirar cohetes. Solo hay que ver los niveles de satisfacción de las ciudades que gobiernan para cercenarse de su valía como gestores.  

Ciudadanos, por su parte, intenta contentar a todo el mundo, y eso sabemos que es imposible. Son originarios de un movimiento antinacionalista radical catalán, pero su pasividad a la hora de luchar por alcanzar el poder en Cataluña después de ganar unas  elecciones, les ha puesto en la picota. Además, sus devaneos y vaivenes en cuestiones importantes, han hecho que sean conocidos como los veletas, y eso en política es imperdonable. Estos cambios de rumbo, son a veces tan bruscos,  que acaban perdiendo militantes o simpatizantes en cada uno de ellos. La causa de esto, es muy posible que sea el fruto de la entrada en el partido de trepas, muchas veces  procedentes del PSC o del PSOE. Que viendo como su barco se hundía, buscaron nuevos lugares donde se les diese cobijo y comida gratis para seguir viviendo de la sopa boba.   

En medio de estas trifulcas políticas está el ciudadano de a pie,  que  ve esto cada vez con mayor  distancia. Porque que sus problemas siguen estando ahí; esté quien esté en el gobierno. Es una reacción lógica y esperada, que nos desvinculen cada día más de la política y lo veamos cómo un problema y no la solución. Porque salga quien salga acaba defraudando a unos más que otros, pero siempre defraudando. Los impuestos y los productos básicos no dejan de subir, mientras los sueldos se mantienen o bajan. Esto representa pérdida de poder adquisitivo, mayor pobreza y la consiguiente pérdida de libertad. Ninguno de los partidos que han estado hasta ahora en el poder ha resuelto estos problemas, más bien los han parcheado o, incluso, los han agravado. Sentimos que los líderes políticos no nos representan ni tienen en cuenta nuestros problemas básicos. Pero a la vez, nos damos cuenta que es el único medio que tenemos para resolver problemas comunes. Esa actitud derrotista y pasiva que lleva a la abstención, es precisamente la que interesa a la gente que mueve los hilos de verdad. Y es que en realidad, derecha izquierda y demás etiquetas ideológicas, son solo nombres para un único producto defectuoso, que viene a ser  cómo una mala medicina para una enfermedad crónica que nadie se molesta en diagnosticar.  Todos, sin excepción, sirven a un sistema que solo  funciona para unos cuantos, a los que nadie ha votado y que no están sometidos a ningún tipo de control institucional. Intereses financieros, fondos de inversión, multinacionales y organizaciones de multimillonarios secretas, tiene mucho más poder de influencia en las decisiones políticas que cualquier parlamento. Para muestra un botón. Solo hay que mirar a la burocracia de la EU, que  es un claro ejemplo de cómo estos poderes influyen en  las políticas que emanan del lugar se debería manifestar la voluntad popular. Al final, acaba siempre tomando decisiones para beneficiar y preservar el sistema financiero y las grandes multinacionales. 

Si la voluntad popular estuviese representada en los parlamentos y estos no fuesen meros peleles de la voluntad del poder económico, seguramente el actual sistema de dinero fiduciario, auténtica cárcel donde se practica la obligación de realizar trabajo esclavo, hubiese desaparecido hace mucho tiempo. Si en vez de dejarnos engañar por ideologías que han demostrado no ser más que creencias religiosas, alejadas de la verdad y señuelo para encumbrar títeres al poder, ahora serían las políticas del bien común las que imperarían en el mundo, y no los intereses espurios del capital que tanto daño nos hacen a nosotros y al planeta en general. Pero como he dicho antes, la política en este momento es una mala medicina para un enfermo al que no se le quiere hacer un diagnóstico serio, en definitiva, buscar los verdaderos problemas que hacen nuestra vida difícil, en un mundo donde es posible ser completamente feliz y tener todo lo necesario para ello. El camino para llegar a esto puede estar en la democracia, pero no en esta farsa de democracia representativa que no representa  nadie más que la avaricia y el nepotismo de una élite. La democracia podría ser la solución, ahora que se dan las circunstancias, con un poder dividido y peleándose por cada escaño. En la mayoría de las constituciones está la razón, pero deben cumplirse todos los derechos expuestos en ellas para todos, y no solo acabar siendo panfletos inútiles expuestos en una vitrina. En España no se necita una nueva constitución, el texto no es perfecto, pero se acerca mucho a lo que debiera ser, solo hace falta que deje de ser mancillado por los políticos.

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