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miércoles, 27 de febrero de 2019

Los políticos que miran al pasado no son de fiar


Muy mal de la cabeza  tienen que estar algunos para recurrir a un pasado oscuro y siniestro de nuestra historia y utilizarlo  para justificar sus actos. Hace más de ochenta años de esa terrible guerra civil española y más de cuarenta que murió el dictador. Ha pasado más tiempo del necesario  para la reconciliación y el cierre de  heridas. Pero por desgracia,  hay una casta de progres y politicuchos de poca monta y baja altura moral, que se empeñan en revivir el pasado en el presente, comprometiendo el futuro. Su alma sigue ahí, prendida con el pegamento del resentimiento, como si la derrota de aquella guerra fuese suya. Parece que quieran la revancha de una guerra que perdieron otros. Aluden al pasado para justificar altos que hoy no deberían tener relevancia, ya que son muchos los problemas que hay que resolver, mucho más acuciantes que ponerse a remover la mierda enterrada. 

La gente de bien sabe con certeza, que del pasado solo se pueden sacar lecciones y nada más. Aquellos  que no miran al futuro y que se empeñan en desenterrar a los muertos, no son dignos de dirigir a un pueblo que quiere avanzar hacia un  futuro próspero y en paz; un pueblo que quiere  dejar  atrás hechos vergonzantes e  impropios de seres humanos. Los políticos que se aferran a ese pasado   y pretendiendo retomar al enfrentamiento y la polarización de la sociedad, solo están recreando el mismo escenario que condujo  a que  hermanos se mataron entre sí por ideales de tarados; bien fuesen fascistas o bolcheviques. A través del  odio y el resentimiento infundado de sus corazones, corrompen la mente de las personas, dándoles el veneno que produjo esos lamentables hechos.

Pedro Sánchez, adoradores de la antigua república y Pablo Iglesias con sus podemitas, son personas que viven en el pasado y sienten nostalgia del zumbido de las balas. Su corazón rezuma odio y resentimiento, como si hubiesen estado en las trincheras, viendo como caían sus camaradas. Pero ellos, no estuvieron allí, solo saben de lo que pasó de la misma forma que lo sabemos todos; por lo que les han contado o han leído. La diferencia es que ellos, desean volver allí para cambiar las cosas.  Al igual que todos los de su generación, no han sufrido la amputación de una pierna o el escozor de la metralla incandescente atravesando sus carnes. Sin embrago, ven a todos los que no piensan como ellos, como el enemigo causante de las heridas que solo están en su mente enfermada por el odio irracional.Son miles los problemas a resolver, pero la rabia les ciega. En vez de atender estos problemas, que si tienen una repercusión real sobre la vida de las personas en el momento presente, se empeñan en recrear el pasado y fomentar el mismo odio que condujo a los acontecimientos que tuvieron que sufrir nuestros ancestros.

No son pocas las leyes estúpidas, desprendidas del ideario retrogrado de estos medio hombres, tampoco escasas las horas perdidas en discutir si fue de tal o cual manera. Todos sabemos lo básico  y necesario para entender el porqué de algo que nunca debió producirse y como evitarlo. Sabemos que fue la no aceptación de los valores democráticos lo que inició la guerra. Sabemos que fue la incitación al odio y al enfrentamiento, por parte de políticos cegados por la ideología,  lo que condujo a que hombres buenos se transformaran  en bestias; capaces de alzar sus fusiles contra sus semejantes. 

Una buena forma de no volver a ese pasado, es reconocer a esos  líderes, tan estúpidos, que son  capaces de volver a recrear esa guerra, buscando la rebancha. Gente como Pedro Sánchez o su antecesor, Zapatero y todo aquél que centre su discurso en el pasado y el revanchismo, son merecedores de sospecha. Son ese tipo de gente de bajo calado moral, los que pueden retrotraernos a un pasado que nadie quiere. A quienes tan solo, se les note la intención de defender las ideas  nacionalistas de principios del siglo XIX, son merecedores también de sospecha. Todos ellos deberían ser apartados de la política y acudir al psiquiatra, porque son enfermos mentales con carisma; devastadoras para una sociedad moderna. Esos enfermos, que no desperdician ocasión para recordarnos su supuesta superioridad moral, son tan peligrosos que un virus sin cura. No lo duden, el poder en manos de estos enfermos  es un arma contra el progreso y la evolución. Ignoren sus palabras cargadas de odio y resentimiento, porque de no hacerlo, acabarán viendo enemigos en vez de adversarios, fachas en vez de liberales, animales a abatir en vez de personas.             

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