Pablo Iglesias podría calificarse como lo peor de la clase política, lo más nocivo y destructivo para la democracia en general. Porque no hay peor político que aquel, que renegando de sus convicciones, se convierte en un demagogo e hipócrita y se pone al lado de lo que tanto dice odiar. Entre los muchos actos deleznables que ha protagonizado este personaje, inteligente y sibilino, el peor de todos fue ser el artífice directo de la conversión del movimiento 15M. Utilizando todo tipo de argucias y fondos de dudosa procedencia, transformó este movimiento en parte de la corrupta clase política que tanto criticaba. Fue muy sospechosamente oportuna su actuación, justo cuando el movimiento 15M comenzaba a empoderar al pueblo. No solo se apoderó del movimiento, sino que lo utilizó para hacerse un hueco entre los de su calaña. Pablo, el de mirada limpia, decían algunas, acuño el término casta, para designar a sus enemigos, precisamente con los que hoy se codea y comparte nivel de vida, aunque no vestimenta. Porque Pablo, un mediocre profesor de universidad, de la noche a la mañana, quizás en agradecimiento al trabajo realizado, pasó de vivir en un piso de un barrio humilde de Madrid, a una mansión en una de las zonas más caras y privilegiadas de extrarradio madrileño. Una vez en el poder, como buen representante de la casta en lo que se convirtió, lo primero que hizo fue colocar a su mujer en el partido, para que viviese como el del erario público.
Pero para entender su surgimiento tenemos que hacer un poco de historia: El 15M fue una gran revolución social, transversal y espontánea, que surgió el 15 de mayo de 2011 en España. Lo protagonizó un pueblo harto de aguantar los privilegios de su clase política, las injusticias sociales y la corrupción. Harto también, de no tener una democracia real y participativa, de las puertas giratorias y los abusos del poder. Fue todo esto lo que hizo salir a la gente a la calle y protagonizar una auténtica revolución pacífica; hasta entonces insólita en el mundo. No fue ningún partido político ni ideología, sino algo espontáneo. Fue tal su repercusión de este movimiento social, que periodistas de todo el mundo se hicieron eco del acontecimiento. Muchos llegamos a pensar, que la fuerza desatada podría crear una verdadera transformación política en el mundo. En muchas ciudades europeas se hicieron acampadas y la gente salió de sus casas para participar en aquel evento. Por unos días, se pudo oler el miedo de la oligarquía y sus políticos; estaban abrumados por la cantidad de personas y la repercusión de las protestas. Lo que más miedo le daba era su naturaleza trasversal y pacífica. Pero de la noche a la mañana surgió un líder y un partido, que dijeron ser los representantes del movimiento. El movimiento, hasta entonces sin cabeza pero con mucho corazón, se vio atrapado sin saberlo, en una trampa mortal. Se apropiaron de él y lo transformaron en un nuevo partido político de la misma rancia ideología de siempre; el comunismo. Nadie sabe como obtuvieron los fondos y el poder, para envolver el 15M en esa etiqueta; pero lo hicieron. Con ello se destruyeron sus pilares y comenzó un rápido declive que derivó en Podemos, un partido comunista, simpatizante de las peores dictaduras actuales del mundo. Por razones obvias, se produjo un gran desapego y decepción. Es algo que todavía perdura en muchos de nosotros y que ha llevado a Podemos, el partido, presuntamente surgido del 15M, a perder casi todo el apoyo con el que se creó. Así fue como la disidencia se transformó en disidencia controlada en forma de un partido que nunca llegará a gobernar, pero que hará el papel de oposición aparente. Un partido que dice ser anti-sistema, pero vive del mismo sistema podrido que critica.
Mucha gente piensa que Pablo Iglesias fue un simple sicario al servicio de la oligarquía. Los fondos procedentes de dudosas fuentes, que se utilizaron para crear podemos, llegaron oportunamente y en el momento apropiado, al igual que él. Puede que en realidad no sea más que un fantoche sin corbata, que simplemente, sirve a las entidades oscuras que dominan la economía mundial; al menos, sus actuaciones con el 15M así lo parecen demostrar. Lo que no cabe duda sobre este sujeto, es que es un claro ejemplo de como se puede destruir un movimiento social desde dentro, justo antes de que pueda causar daño al sistema. Y otra cosa que ha quedado a la vista, es su hipocresía, cuando ahora comparte los mismo privilegios que tanto criticaba. Sabe que sus propuestas son absurdas y está destruyendo a su partido con su incoherencia política. En realidad todo esto le importa un carajo, pues ya tiene asegurado su futuro. No le importa la gente que confió en él, ni su partido; que ya cumplió la función para lo que fue creado y tiene el futuro asegurado; como todos los políticos de la llamada casta.
Pero para entender su surgimiento tenemos que hacer un poco de historia: El 15M fue una gran revolución social, transversal y espontánea, que surgió el 15 de mayo de 2011 en España. Lo protagonizó un pueblo harto de aguantar los privilegios de su clase política, las injusticias sociales y la corrupción. Harto también, de no tener una democracia real y participativa, de las puertas giratorias y los abusos del poder. Fue todo esto lo que hizo salir a la gente a la calle y protagonizar una auténtica revolución pacífica; hasta entonces insólita en el mundo. No fue ningún partido político ni ideología, sino algo espontáneo. Fue tal su repercusión de este movimiento social, que periodistas de todo el mundo se hicieron eco del acontecimiento. Muchos llegamos a pensar, que la fuerza desatada podría crear una verdadera transformación política en el mundo. En muchas ciudades europeas se hicieron acampadas y la gente salió de sus casas para participar en aquel evento. Por unos días, se pudo oler el miedo de la oligarquía y sus políticos; estaban abrumados por la cantidad de personas y la repercusión de las protestas. Lo que más miedo le daba era su naturaleza trasversal y pacífica. Pero de la noche a la mañana surgió un líder y un partido, que dijeron ser los representantes del movimiento. El movimiento, hasta entonces sin cabeza pero con mucho corazón, se vio atrapado sin saberlo, en una trampa mortal. Se apropiaron de él y lo transformaron en un nuevo partido político de la misma rancia ideología de siempre; el comunismo. Nadie sabe como obtuvieron los fondos y el poder, para envolver el 15M en esa etiqueta; pero lo hicieron. Con ello se destruyeron sus pilares y comenzó un rápido declive que derivó en Podemos, un partido comunista, simpatizante de las peores dictaduras actuales del mundo. Por razones obvias, se produjo un gran desapego y decepción. Es algo que todavía perdura en muchos de nosotros y que ha llevado a Podemos, el partido, presuntamente surgido del 15M, a perder casi todo el apoyo con el que se creó. Así fue como la disidencia se transformó en disidencia controlada en forma de un partido que nunca llegará a gobernar, pero que hará el papel de oposición aparente. Un partido que dice ser anti-sistema, pero vive del mismo sistema podrido que critica.
Mucha gente piensa que Pablo Iglesias fue un simple sicario al servicio de la oligarquía. Los fondos procedentes de dudosas fuentes, que se utilizaron para crear podemos, llegaron oportunamente y en el momento apropiado, al igual que él. Puede que en realidad no sea más que un fantoche sin corbata, que simplemente, sirve a las entidades oscuras que dominan la economía mundial; al menos, sus actuaciones con el 15M así lo parecen demostrar. Lo que no cabe duda sobre este sujeto, es que es un claro ejemplo de como se puede destruir un movimiento social desde dentro, justo antes de que pueda causar daño al sistema. Y otra cosa que ha quedado a la vista, es su hipocresía, cuando ahora comparte los mismo privilegios que tanto criticaba. Sabe que sus propuestas son absurdas y está destruyendo a su partido con su incoherencia política. En realidad todo esto le importa un carajo, pues ya tiene asegurado su futuro. No le importa la gente que confió en él, ni su partido; que ya cumplió la función para lo que fue creado y tiene el futuro asegurado; como todos los políticos de la llamada casta.
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