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lunes, 7 de octubre de 2019

El camino de la verdad

Cuando alguien te dice que no entiende que puedas pensar diferente  a él, sobre todo si es en una cuestión relacionada con ideas políticas, puede que estés ante una persona totalitaria o abducida por ideologías  de esta naturaleza; ya que manifiesta, de facto,  un rechazo a tú derecho a pensar diferente. Además, si  lo  hace sin debate o argumentos que lo justifiquen, puedes estar seguro de que estas ante una persona que ya es incapaz de pensar por sí misa.
Este tipo de personas ya son incapaces de comprender que,  el hecho de que muchos piensen lo mismo, frente a uno que piense diferente a todos,  no significa, ni mucho menos,  que este esté último  esté equivocado; porque puede ser que los que estén equivocados sean todos los demás. Por poner un ejemplo sencillo y real: No hace demasiado tiempo, todos  pensaban que la tierra era plana  y consideraban que los que no estaban de acuerdo con esto o tenía la osadía de cuestionarlo, eran unos endemoniados que debían arder en la hoguera.  Al final, la razón y la ciencia  se impuso con argumentos y hechos irrefutables, que demostraron  que  la  mayoría, en ese caso, estaba completamente equivocada. Pero no fue hasta después de mucho tiempo de que se presentaran las pruebas que demostraban la grave equivocación, cuando se aceptó, casi diría,  que de mala gana y a regañadientes, ese nuevo paradigma.   Hay  muchos ejemplos, pero creo que con este queda muy claro, que desestimar otras ideas, por absurdas que parezcan a priori, no es bueno, no conduce a la verdad y no  ayuda a evolucionar. 
 
El mundo humano es plural y en él coexisten tantas formas de pensar y de ver el entorno, como personas hay encima de la superficie de este planeta redondo. Cualquiera que no acepte esto, ya está incurriendo en el mismo error de los  que dieron por sentado que la tierra era plana, sin cuestionarse siquiera,  porque lo creían así. Tengo una  teoría respecto a la causa de este empecinamiento en las ideas.  Creo que sucede por un defecto inherente al ser humano, que  nos hace  aferrarnos a las ideas como si fuesen objetos que definen nuestro  ser o que forman parte del mismo. La perdida de estos objetos nos produce el mismo sufrimiento que cuando se pierde algo que es solo nuestro. 


Pero ahora sabemos que la ciencia y el sentido común, nos dicen que las creencias son tan volubles y efímeras como nuestra existencia misma.  Así mismo, ninguna de nuestras  creencias, son realmente nuestras, sino que  hemos llegado a ellas por otros. En realidad, la mayoría son el fruto de muchas otras ideas, pero la mayoría creencias y no hechos demostrables; en definitiva, puras especulaciones o elucubraciones sin fundamento firme y científico. Son los prejuicios, rumores y opiniones interesadas, tan nefastos para seguir el camino de la verdad, cómo lo son las creencias.

Para llegar a una realidad certera, tenemos que entender, que la que consideramos nuestra realidad, es tan solo un plato cocinado por nuestro cerebro, cuyos ingredientes son los sentidos y  conocimiento sensible.  Dicho de otra manera, nuestro cerebro construye la realidad en la que la creemos vivir, pero ésta, al igual que creer que la tierra es plana, es tan solo una idea sin fundamento.  Las creencias  nunca nos llevarán cerca de la verdad; por el contrario, nos alejan de  ella. Para acercarlos, tenemos que tomar un camino difícil y  lleno de dificultades . Tenemos que  utilizar solo los ingredientes puros de la ciencia demostrativa y la experiencia de los sabios. Aquella bonita frase que dice "cuestiónatelo todo", es perfectamente aplicable en esto.  Porque si no pasamos un filtro que verifique la calidad de nuestros ingredientes, podemos arruinar todo el plato y acabar falseando nuestra percepción de la realidad. Para andar este camino, debemos tener siempre una mente abierta y no esperar nunca un resultado concreto. Pues es sabido, que de una manera o de otra, podemos alterar el resultado de lo que observemos mediante la simple observación.

Desde la filosofía clásica, e incluso puede que mucho  antes, el hombre se ha hecho todo tipo de preguntas trascendentales, con el fin último de llegar  a la verdad. El mismísimo Buda se lo planteó y llego a escribir sobre ello. Su conclusión fue  que solo había cuatro nobles verdades. Pero  estas cuatro verdades se referían, por supuesto,  a la espiritualidad del ser humano, sin entrar en la vida mundana ni en el análisis del propio Samsara; donde según Buda nos ha tocado vivir. A este respecto, pienso  que las   enseñanzas de buda solo son aplicables para aquellos que están preparados para emprender un camino espiritual hacia la iluminación; algo que pocos pueden. Para los demás,  que tienen que lidiar unas cuantas vidas en el  Samsara, les será necesario primero entender las reglas del mundo de Samsara. La ciencia y todas nuestras capacidades de deducción lógica están para ello. Las creencias solo están para alejarnos del camino de la verdad.

 La ciencia ayuda  a percibir la realidad de las cosas, así como la historia, que no deja de ser una rama de la misma. Esto es así porque se demuestran las cosas  con argumentos y pruebas que no dejan margen para la duda. No obstante, siempre tendremos que tener presente, que la ciencia, tampoco es infalible. Los científicos, historiadores y organizaciones  son personas o dirigidas por ellas, por tanto susceptibles  de caer en la corrupción, el error o el engaño. Así pues, tenemos que andarnos con cuidado también con la ciencia y la información que nos llega de ella.

Las deficiencias de la gente, así como la facilidad que tenemos para aferrarnos a las ideas sencillas, sin analizarlas ni cuestionarlas, es aprovechado por políticos y organizaciones,  con el fin de obtener poder, seguidores, adeptos o fanáticos. Pues sabemos que, mediante la manipulación o la ingeniería social, se  puede engañar  a mucha gente, hasta crear una corriente ideológica que se cierra a otras realidades. Estas personas abducidas por el ideario, ya no aceptarán, en su mayoría,  opiniones diferentes.  Son esas personas que no soportan o comprenden, que haya otras que piensen diferente a ellas. Son el tipo de personas que arrastra al disidente al destierro social, intolerantes y susceptibles de crear conflictos violentos. Incapaces de contemplar otras realidades, se ciegan y son incapaces de cuestionar la ideología colectiva por la cual han quedado secuestrados de mente y alma. 

En lo político, algunos creen en algo, incluso cuando la ciencia, el sentido común  y el tiempo, ha demostrado que dichas ideas están equivocadas y acarrean terribles consecuencias. En tal caso, ya no es una cuestión de  ideas; estaríamos ante otro problema del ser humano y que también es causa de grandes conflictos. El ser humano es gregario, necesita sentirse querido y protegido por el grupo. Las modas, los partidos políticos, las asociaciones, los clubs; solo son formas de alimentar ese sentimiento. el miedo al rechazo, la burla o la discriminación, hace que busquemos afinidades. Solo las personas con carácter y honestas con sigo mismas, eso les importa muy poco. De ahí, que el objetivo de los que pretenden el control de la sociedad, busquen eliminar la disidencia, bien haciendo que se sientan culpables por ser diferentes, o mediante la presión de la misma sociedad.

Un efecto secundario del aferramiento a las ideas, es que perdemos, indirectamente nuestra individualidad. Es decir, aquello que queremos proteger, que en el fundo es nuestro ego, se ve diluido en la colectividad. Nuestra energía vital se desperdicia para fines egoístas de otros, a la vez que caemos en una esclavitud intelectual.

Banderas, nacionalismo, símbolos, ideología, religión, todo ello son  las herramientas que el poder utiliza para crear esclavos y diezmar a los libre-pensadores.     

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